Los constantes guiños de Podemos al independentismo (como pedir la libertad de los líderes de la ANC y Òmnium Cultural, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart) están provocando una fuga de votos del partido morado hacia PSOE y Ciudadanos. Y esa huida está teniendo lugar sobre todo entre la clase-media alta, principal caladero de votos de la formación de Pablo Iglesias. En su apuesta por un "referéndum pactado, con garantías y reconocido internacionalmente" y su pleno rechazo a toda aplicación del artículo 155, Podemos ha evidenciado más cercanía con los separatistas que con el bloque constitucionalista formado por PP, PSOE y Ciudadanos. Las consecuencias ya se empiezan a notar.
Desde el pasado mayo, su equidistancia con el proceso separatista ha tenido especial incidencia en este retroceso. Aquel mes, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, hicieron de anfitriones del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en el Ayuntamiento de la capital, donde el jefe del Govern certificó su determinación para acometer "la transición hacia un nuevo Estado catalán" y garantizó la celebración del referéndum -suspendido por el Tribunal Constitucional- que tuvo lugar el pasado 1 de octubre.
Según las tripas de los últimos sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), los votantes de Unidos Podemos de clase-media alta, donde la coalición acumula siempre más apoyos, han ido descendiendo estos meses a la vez que aumentaban sus fieles partidarios de "un Estado en el que las comunidades autónomas tengan mayor autonomía que en la actualidad" (26,1% en septiembre) y de "un Estado en el que se reconociese a las comunidades autónomas la posibilidad de convertirse en Estados independientes" (15,3%).
Si en el mes de mayo, los votantes de Podemos que se inclinaban por "un Estado con comunidades autónomas como en la actualidad" eran el 33,8%, cuatro meses después son el 28,8%, cinco puntos menos. Este último sondeo de septiembre se realizó entre los días 1 y 10 del pasado mes, coincidiendo con la celebración en el Parlamento catalán del polémico Pleno en que los independentistas aprobaron las leyes de desconexión (la del referéndum y la de "transitoriedad hacia la república catalana"). En ninguna de estas dos votaciones ilegales participaron ni PP, ni PSOE ni Ciudadanos, mientras que la marca de Podemos (Catalunya Sí que es Pot) se abstuvo en la primera y votó en contra en la segundo.
Aunque lo más significativo fue que el representante de Catalunya Sí que es Pot (CSQP) en la Mesa del Parlament, Joan Josep Nuet, votó a favor en la admisión a trámite de la ley del referéndum del 1-O y se abstuvo en la de transitoriedad. Los diputados de PSC y Ciudadanos en este órgano (el PP no tiene aquí voto) votaron en contra. Hechos como estos no han pasado inadvertidos para antiguos votantes de Podemos, dentro y fuera de Cataluña. Tampoco la cena privada con el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras (ERC) en casa del millonario dueño de Mediapro Jaume Roures y menos aún la imagen de la diputada de CSQP Ángels Martínez Castells retirando las banderas de España que el PP dejó en sus escaños, también junto a señeras, en señal de protesta. A todo ello se unen los duros ataques que Pablo Iglesias dirigió al Rey tras su mensaje televisado de llamada a la unidad y a "restablecer el orden constitucional" ante los separatistas.
En el último CIS con intención de voto, los españoles de clase media-alta que apostarían por Podemos si hubiera elecciones generales eran el 10,7%. Sin embargo, en el sondeo del anterior trimestre este porcentaje fue del 11,8. Un descenso de más de un punto en el estatus socioeconómico predominante de su electorado.
Al asumir, cada vez con más frecuencia, postulados soberanistas, el partido de Iglesias ha ido cediendo terreno al PSOE y Ciudadanos. A los primeros, dentro de la izquierda constitucionalista, y a los segundos, en el espacio de la regeneración democrática y los abstencionistas. La mayoría de las encuestas privadas han comenzado a situar a Podemos como cuarta fuerza política, por detrás de Ciudadanos.
"Antagónicos"
En este contexto, su doble discurso le está pasando factura. Lo explica así Miguel Ángel Rodríguez Caveda, responsable de la multinacional de comunicación 3AWW: "Iglesias ha tenido un papel poco creíble desde el momento en que su mensaje cambia cuando está en Cataluña y cuando está en Madrid… el 'visca Catalunya lliure' y el 'quiero que Cataluña se quede' son antagónicos y salen de un mismo interlocutor", subraya.
En estos días, quizás como freno a su pérdida de apoyos, Pablo Iglesias ha pasado a adoptar un mensaje más ofensivo contra los separatistas. "Queremos derrotar el proyecto de los independentistas, pero no por la fuerza, sino por la fuerza de los votos; queremos convencer, no vencer", manifestó el jueves el líder de Podemos, tratando así de marcar distancias con Puigdemont. Y lo mismo hizo su socio y coordinador general de IU, Alberto Garzón, quien calificó de "grave error" que el jefe del Govern haya "amenazado con una declaración unilateral de independencia". "Es difícil llamar al diálogo con esa amenaza, que no ayuda a resolver el problema", sentenció.