Dos horas y once minutos de la portavoz de Podemos en el Congreso, Irene Montero, explicando una moción de censura que se sabía desde un principio condenada al fracaso, seguida de tres durísimas réplicas por sorpresa de Mariano Rajoy para defender al PP de la acusación de que solo sabe "robar"; a continuación, tres horas de diatriba de Pablo Iglesias en la tribuna de oradores, y otros ocho toma y daca con final dramático del presidente a su contrincante: "Aquí se acaba su recorrido, usted divide a los españoles y no puede ser presidente del Gobierno"...
Ocho interminables horas (!!!) de "¡Basta ya!" de Montero contra la "desvergüenza" pepera , de "¡hay que echarlos!" de Iglesias, y de "ustedes no nos van a dar lecciones" de Rajoy, antes de que la presidenta del Congreso, Ana Pastor, se decidiera a levantar la sesión para un receso de una hora... Después, silencio y a la vuelta ya era otro debate.
Atrás quedaba la furia entre las nueve de la mañana y las cinco de la tarde en el edificio de la Carrera de San Jerónimo, que anticipa mejor que nada lo que va a ocurrir mañana: Podemos perderá la votación pero mantendrá a los suyos, su "calle"; el PSOE respira, sale 'vivo' de tanta "desmesura", en palabras de uno de sus 84 diputados, que hoy jalearon por lo bajini al presidente del Gobierno como si fuera propio, después de oírle reprochar a Iglesias: "Tienen mucha prisa para su programa de asalto porque siente que la ocasión se le escapa y porque aquí hay algunos que ya se están recuperando".
Pedro Sánchez se dio cuenta enseguida de que, tras ese receso, ya podía decir que el viento seguía de cola y al filo de las 17.30 en Twitter: "España y la izquierda necesitan hoy más que nunca al PSOE. Somos la izquierda de gobierno frente al PP".
Anda en estado de gracia desde que ganó las primarias socialistas del 21 de mayo, pero era consciente de que si le hubiera salido bien a Iglesias su apuesta, habría frenado el creciente distanciamiento en las encuestas entre un PSOE al alza y un Podemos a la baja. ¿Por qué no fue así? pues porque Iglesias intentó someter a una prueba de resistencia a Rajoy... y este no solo aguantó sino que salió en persona a contraatacar; él, no como se anunciaba la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, o alguno de los ministros.
El decálogo de medidas contra la corrupción y los 19.500 millones más de gasto público del programa de gobierno quedaron diluidos por la dureza en los discursos de Montero e Iglesias
A partir de ahí, el decálogo de medidas contra la corrupción que presentó Pablo Iglesias -con una policía judicial y fiscalía independientes del gobierno, y una restitución de bienes por parte de los corruptos-, así como su programa económico -19.500 millones más de gasto público- empezaron a parecer diluidos en un discurso igual de la España negra muy parecido al de Irene Montero; impidiendo así que se le visualizara como el presidente de Gobierno alternativo que necesita España. Porque de eso va una moción de censura, que no es otra cosa que una investidura alternativa.
"No es normal que el partido del Gobierno tenga más personas investigadas por corrupción que las que caben en el Congreso", fue la cita más reiterada por un Iglesias y una Montero que, una y otra vez, golpearon en frío a un Rajoy a quien no se le recordaba ese tono admonitorio en años. "Señores del PSOE, esta moción servirá para obligar al Gobierno a rendir cuentas por la corrupción que gangrena las instituciones. Estaría en su mano que sirviera también para sacarles del Gobierno. Ojalá nos pongamos de acuerdo". En balde porque la historia de la no investidura de Sánchez pesa mucho.
"Están hundiendo a España y frustrando a los jóvenes. Están usando el miedo para robar", insistía Iglesias una y otra vez mientras Rajoy, arrinconado en el rincón como un boxeador acosado, sacaba de vez en cuando el gancho de izquierda para resaltar que no admitía lecciones y que no es tolerable que divida "a los españoles entre buenos y malos". Llegó a decir que se alegra de que Iglesias no vaya a ser nunca presidente del Gobierno porque sería "letal" para España.
Y es que, lejos de huir del tema, el líder de Podemos sacó una y otra vez "plurinacionalidad" que quiere para España. "El problema del independentismo en Cataluña no tiene que ver con el señor Tardá sino con ustedes. La gente se quiere ir por culpa de ustedes, porque ustedes no entienden España", le reprochó al jefe del Ejecutivo, al tiempo que éste le emplazaba a decir a los españoles por qué no tienen todos en conjunto su "derecho a decidir".