ETA agonizaba ya operativamente cuando en España aterrizó un señor sudafricano que decía ser un 'facilitador' en la resolución de conflictos. 'Facilitador'. Al poco de llegar, convocó en Madrid a todo aquel que quisiera escucharle en un céntrico hotel, curiosamente el mismo en el que ahora se aloja alguno de los acusados del 'procés'. Se llamaba Brian Currin y portaba un archivador con unas cuantas hojas en su interior. Le sobraba carpeta para tan pocos folios.
No tardó mucho en confirmar sospechas cuando días después ofreció una rueda de prensa en la que comparó a los asesinados por ETA con los jóvenes que volvían después de ser interrogados por la Policía. Esa es la típica ocurrencia que suelta alguien cuando piensa que medio siglo de terrorismo cabe en un archivador.
El Tribunal Supremo ha discutido esta semana acerca de si aquellos señores que en el 1-O aterrizaron en Barcelona con una acreditación al cuello era 'observadores' o meros 'visitantes' como un familiar que viene del pueblo a pasar unos días. Lo que se debate es si vinieron por el referéndum y si les pagó directamente la Generalitat a través de Diplocat, un órgano difuso en el que confluye una amalgama de instituciones.
8.000 euros en unos días
Una de ellas, Helena Catt se presentó en el juicio esta semana como una señora que estaba en su casa sin empleo. Dijo que ella y otros como ella se toparon con una web del referéndum y que decidieron mandar un correo a ver qué pasaba. Y de pronto se vio en un hotel a 14 minutos andando de playa con todos los gastos pagados y no se acuerda de qué pasó el 20 de septiembre. Parecería un buen guion para una despedida de soltero si no fuese porque se volvió a casa varias semanas después con 8.000 euros en el bolsillo. La excusa: un informe que además entregaron fuera de plazo. Cuéntaselo a un mileurista.
Albert Royo es el responsable de Diplocat. Le reconoció en el juicio a Marchena determinados pagos como el de 49.531 euros en hoteles de lujo y vuelos de avión a un grupo de "visitantes" entre el 29 de septiembre y el 2 de octubre de 2017. Los investigadores consideran que hubo muchos más. La Guardia Civil dice que el grueso de la factura de los observadores lo pagó la Consejería de Exteriores con "fondos públicos". En concreto, precisan que pagó el 85 por ciento, que asciende a 261.082,66 euros, IVA incluido, según Europa Press.
En su día, el 'facilitador' sudafricano Brian Currin llegó a cobrar solo en un año 30.000 euros de la Joseph Rowntree Charitable Trust, una organización cuáquera, por el concepto de "promoción y consolidación del proceso de paz en el País Vasco". En esta industria la palabra clave es promoción. Currin no fue el primero ni el último. Imposible olvidar a los figurantes de un vídeo que ETA hizo pasar por un desarme mostrando una parte ínfima de su arsenal. Cuando se apagó la cámara, se llevaron las armas de nuevo a su escondite.
La industria de la mediación
Uno de los "verificadores” que salía en las imágenes procedía de Sri Lanka y dirigía otra fundación llamada Dialogue Advisory Group. Hizo carrera y se prestó también al último show de la banda en Bayona. A su lado, dos curas. En su caso, en lugar de un archivador, leyeron una declaración y se marcharon. No les dio tiempo a posar en la foto de familia con el 'Carnicero de Mondragón' (17 asesinatos). Ese día le llamaron "artesano de la paz".
La Liga de Derechos Humanos (Francia), Koffi Annan, The Fundación Joseph Rowntry Charitable Trust (Reino Unido), The Berghof Foundation (Alemania), Instituto Henry Dunant (Suiza), The Dialogue Advisory Group (Holanda), Jonathan Powell, The Peace Research Institute Oslo (Noruega), The Concilation Resources (Reino Unido)... Todos ellos pescaron en España aquellos años mientras las fuerzas de seguridad acababan con ETA.
Hoy un 'mediador'/'verificador'/'facilitador'/'experto' es una herramienta a la que acude alguna de las partes enfrentadas en un conflicto normalmente con el afán de legitimarse y amplificar el problema en lugar de arreglarlo a puerta cerrada entre el humo de un cigarro como se hacía antes. Por eso Torra -que sabe que fue así como se tejieron las complicidades sobre las que se edificó la Transición- anda insistiendo de nuevo en un 'relator'. Si es internacional, mejor. Vistos los precedentes, antes de llevarse las manos a la cabeza convendría llevárselas a la cartera para comprobar que sigue ahí.