La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, será presidenta del Gobierno en funciones entre cuatro y seis meses, aproximadamente, si finalmente Mariano Rajoy se ve obligado a dimitir en las próximas horas para frenar la crisis política abierta con la moción de censura que le ha presentado Pedro Sánchez.
Su ascenso automático está dispuesto en el artículo 13.1 de la Ley de Gobierno: "En los casos de vacante, ausencia o enfermedad, las funciones del presidente del Gobierno serán asumidas por los vicepresidentes, de acuerdo con el correspondiente orden de prelación, y, en defecto de ellos, por los ministros, según el orden de precedencia de los Departamentos".
Ese mecanismo de sustitución toma como base jurídica el artículo 101.2 de la Constitución, el cual estipula que "el Gobierno cesante continuará en funciones hasta la toma de posesión del nuevo Gobierno". Éste se suele producir mes y medio después de celebrados los comicios y, en esta ocasión, las Elecciones Generales no van a poder ser convocadas antes de la primera semana de octubre de 2018, por cuestión de plazos.
El Rey abriría una ronda de contactos para ver si puede proponer al Congreso el nombre de otro candidato o candidata a la investidura que, previsiblemente, fracasaría e iríamos a elecciones en otoño
Porque, inmediatamente después de que Rajoy entregara la carta de dimisión al Rey Felipe VI -siempre antes de que se vote, el viernes, al filo de las 14.00, la moción de censura que llevaría al socialista Sánchez a La Moncloa-, el monarca estaría obligado a abrir una ronda de contactos con los partidos a fin de proponer a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, de otro candidato o candidata a la investidura. Una investidura que no se celebraría antes de la tercera o cuarta semana de junio.
Lo previsible en ese supuesto, y vistos los vetos cruzados entre partidos, es que el candidato de la fuerza mayoritaria, el PP (135 diputados) no lograra respaldo a su investidura porque Ciudadanos, su principal apoyo, quiere elecciones ya y ha dado la legislatura por "liquidada".
Tampoco sería fácil para Pedro Sánchez hacerse finalmente con la Presidencia del Gobierno, si Felipe VI vuelve a encargarle formar Gobierno, porque no es lo mismo lograr respaldo a la censura de un 'quemado' Mariano Rajoy que construir un programa para los dos años que restan de legislatura y con un presupuesto que no es suyo -el 19 de junio el Senado aprueba las cuentas elaboradas por el Ejecutivo del PP-.
Los sectores del PP contrarios a la vicepresidenta multiplican en estas horas su presión a Rajoy para que no dimita porque eso daría la sucesión en bandeja a Sáenz de Santamaría
Nos encontraríamos entonces ante una situación similar a la de abril de hace dos años, cuando el Rey disolvió Las Cortes mediante un decreto y convocó elecciones el 26 de junio de 2016. Ahora, los comicios serían no antes del mes de septiembre, a la vuelta de vacaciones, con lo cual Soraya Sáenz de Santamaría sería presidenta en funciones no menos de cuatro meses y, lo más importante, sería la organizadora de las elecciones.
Ni que decir tiene las suspicacias que levanta esto entre los rivales de la vicepresidenta para hacerse con la sucesión de Rajoy, ahora mismo, el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, y la ministra de Defensa y secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, la eterna rival interna de Sáenz de Santamaría.
La dimisión del hoy presidente del PP obligaría al partido gobernante a celebrar un congreso extraordinario este mismo verano, aprisa y corriendo, para dilucidar esa sucesión porque los estatutos obligan a que el candidato a la Presidencia del Gobierno sea el presidente del partido; y Santamaría, desde cuatro meses de dominio de los resortes del poder, estaría en una posición sumamente ventajosa respecto a Feijóo o Cospedal, a pesar de tener a priori, mucho menos respaldo orgánico que cualquiera de ambos.
Es por ello que en las últimas horas el pánico se ha apoderado de la organización, con contactos frenéticos para obligar al presidente del Gobierno a ofrecer este jueves, en el debate de la moción de censura que le ha presentado Sánchez, una salida política que, primero, desactive ésta -haciendo que ni PNV ni Ciudadanos se sumen-, y, segundo, suponga una sucesión ordenada en el PP y no 'por arriba'.