Tres investiduras fallidas en dos meses y medio. Los intentos del secesionismo por designar un 'president' han naufragado en el Parlamento catalán. Roger Torrent, presidente de la Cámara, evita chocar con la Justicia desde que llegó al cargo. Con cierta habilidad, ha logrado hasta ahora su objetivo. No provocar a los jueces y mantenerse como referente del la familia independentista.
Esta actitud es considerada 'ambigua' y hasta 'cobarde' por los sectores más radicales que reclaman, con voces cada vez más insistentes, ignorar al Supremo, al Constitucional y hasta el 155. La investidura de Jordi Sánchez, prevista para este viernes pasado no llegó siquiera a convocarse. El juez Llarena mantuvo su veto a permitir que el candidato saliera de la cárcel para personarse en el Hemiciclo. También se opuso a permitirle una investidura telemática.
Superar el 155
No hubo sorpresas. Era un intento inviable. Como lo fueron los del propio Carles Puigfdemont, a finales de enero, y el de Jordi Turull, a finales de marzo. La defensa de Sánchez se basaba en el aséptico acuse de recibo de la ONu a un escrito en el que se reclamaba la defensa de los derechos civiles del exlíder de la ANC. Un truco propagandístico sin efecto legal alguno. Torrent ni siquiera se planteó la posibilidad de celebrar una sesión simbólica para escenificar la 'represión del Estado, tal y como hizo con la candidatura de Turull. Convocó, eso sí, un acto menor, en memoria de las víctimas del franquismo, al que no se sumaron los diputados del bloque democrático.
Torrent ha encarnado, en estos últimos meses, la figura de referencia de la Cataluña separatista. Es el presidente de la única institución no intervenida por el 155. Su liderazgo mediático, social y hasta político llegó a convertirlo en la única figura de relevancia tras el naufragio del 'procés'. Con los líderes de la intentona secesionista presos o fugados, todas las miradas se posaban en Torrent. Hasta el nuevo jefe de los 'mossos', Ferrán López, le pidió audiencia para solicitar un apoyo frente a la oleada de violencia callejera que promueven los comités de defensa de la república.
Hasta ahora Torrent se ha manejado con enorme prudencia. Lanza proclamas a los cuatro vientos, se reúne con todas las asociaciones independentistas, incluso impulsa una querella por prevaricación contra el juez Llarena. Con este paso ha ido más allá de lo razonable. Está a punto de pisar la línea roja. Tanto Moncloa como Ciudadanos han advertido de que puede incurrir en delito de malversación.
Una evidencia de que emergen ya los nervios en el presidente de la Cámara, presionado hasta el agotamiento por el equipo del expresidente. ERC, su partido, le apoya sin demasiada convicción. Los republicanos carecen de fuerza y de representación. Junqueras, en la cárcel y Marta Rovira, fugada a Ginebra en una inesperada maniobra que muchos de sus todavía no han entendido.
Pretende mantener su imagen de guía de la república, de aglutinador del sentir separatista. Incluso su nombre circuló como posible candidato de ERC, su partido, en el caso de que haya que celebrar nuevas elecciones. Puigdemont lo veía como un posible rival en el futuro. Las tres investiduras fallidas, sin embargo, pesan mucho en su contra.
Tras su puesta en libertad por los jueces alemanes, recobra el vuelo la idea de Puigdemont 'presidente legítimo'. Miles de personas están convocadas este domingo por la ANC para manifestarse en favor de los presos. Reclamarán la investidura de Puigdemont, un mantra que vuelve a cobrar adeptos. La plataforma del expresidente, JxCat, la CUP y la propia ANC secundan este eslogan. Tanto ERC y la nueva Convergencia, el PDeCAT, defienden con insistencia la necesidad de elegir un candidato efectivo para superar el 155.
Quinielas de presidenciables
De hecho, JxCat y la ERC suscribieron un acuerdo para desbloquear la actual situación antes del 23 de abril, día de Sant Jordi. Era el conocido 'plan D', designar a un aspirante sin problemas con la Justicia paera que la investidura pudiera salir adelante. Surgieron nombres, circularon quinielas y se daba por hecho que esta próxima semana se cerraría finalmente el pacto. El 155 señala como tope el 23 de mayo para elegir presidente. De no haberlo, se irá a elecciones.
Regresa ahora con fuerza la idea de 'entronizar' al líder máximo, a Puigdemont, que se encuentra muy cómodo al 'amparo' de la Justicia alemana. El tribunal de Holstein ha descartado el delito de rebelión y estudia ahora si hubo malversación en los preparativos del golpe independentista. Los medios de comunicación del 'procés' pisan el acelerador en favor de esta investidura. Todas las miradas, llegado el caso, se volverán a Torrent, quien, en última instancia, deberá resolver el dilema. El juez Llarena le estará esperando.