Maxim Huerta va a pasar a la historia de España como uno de los ministros más efímeros por culpa de su fraude de 218.322 euros a Hacienda, entre los años 2006 y 2008. Tan solo una semana ha permanecido en el cargo el más "exótico", a decir de muchos socialistas, de los nombramientos que ha efectuado Pedro Sánchez para su gabinete; muchos días menos que los 86 que permaneció el también efímero, pero no tanto, Román Escolano, último ministro de Economía, Mariano Rajoy.
El miércoles de la semana pasada, minutos después de que el presidente del Gobierno oficializara la designación de Huerta como ministro de Cultura, el periodista y escritor colgaba en Twitter un comentario homenaje a su escritora favorita, Ana María Matute: "La cultura nos hace más libres. Y más felices".
La felicidad se le acabó ayer al filo de las 8.00 cuando leyó en El Confidencial la bomba informativa sobre su fraude. Apenas nadie del PSOE salió a defenderle; ni cuando compareció en una tournee por las radios entre las 9.30 y las 10.00 para decir que no dimitía, ni después de que anunciara su dimisión, al filo de las 19.00 horas, para defenderse de "la jauría" que, dice pedía su dimisión; y que incluía no pocas voces socialistas en privado, además de PP, CiU y Podemos.
Sólo la titular de Trabajo y Seguridad Social, Magdalena Valerio, y porque la pilló en rueda de prensa en La Moncloa, le echó un capote hablando de asuntos personales del pasado. Hasta la portavoz del Grupo Socialista, Adriana Lastra, echaba balones fuera a primera hora diciendo que el ministro daría "explicaciones" de su relación con Hacienda... Todo un síntoma.
El escritor y presentador de televisión, autor de seis libros, volverá ahora a sus orígenes periodísticos
El ganador del Premio Primavera 2014 con La Noche Soñada, autor de otros seis libros -el último ellos Firmamento, presentado hace sólo unas semanas en el hotel Royal Hideaway de Formentor (Mallorca), donde se desarrolla la trama- conocía al líder socialista desde hace años.
Desde su época de colaborador de Ana Rosa Quintana y de las fiestas como la celebrada en noviembre 2014 en el local Válgame Dios, en el madrileño barrio de Chueca. Fue su entonces asesor, Luis Arroyo, quien le convenció para que confraternizase con gente del mundo de la Cultura, que estaba huyendo por enconces en desbandada hacia Podemos.
El hoy presidente del Gobierno y su flamante ministro de Cultura no perdieron el contacto, y la semana pasada le sorprendió ofreciéndole el cargo. Hay quien dice que después de "otras dos alternativas" que finalmente no le cuajaron al líder socialista, y por indicación de su asesor de comunicación y actual director de gabinete de la Presidencia, Iván Redondo.
Sánchez salva con alivio la primera crisis importante de su gobierno por inesperada y porque era un 'torpedo' contra la línea de flotación de la moción de censura que le aupó al poder: la honestidad
Lo cierto es que Sánchez ha salvado con la dimisión del ya exministro de Cultura una papeleta gorda, la primera crisis importante de su gobierno; que lo era por inesperada y porque suponía un torpedo contra la línea de flotación de la moción de censura que le aupó al poder: la honestidad.
Conforme pasaban las horas, el dilema era: o convencía a Huerta de su dimisión o el Congreso iba a reprobar a su primer ministro de Cultura antes, incluso, de que éste pudiera comparecer a explicar a la Cámara en comisión sus proyectos de trabajo para los próximos meses o años. Porque al anuncio de Podemos se estaban sumando el PP y Ciudadanos, en lo que podía haber sido una gran crisis para el PSOE, cuyo ejecutivo tiene una mayoría parlamentaria muy precaria.