Tras la visita a Roma del primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, esta misma semana, ya no hay nada que temer. Parece que Giorgia Meloni ya no muerde. Y que una foto con ella ya no penaliza a socialistas y populares. La primera ministra de Italia, líder emergente de la política europea desde las tesis posfascistas de Fratelli d'Italia, por el contrario, ha levantado una suerte de besamanos en el Palazzo Chiggi. Hasta ahí peregrinan líderes europeos de todo pelaje para que Meloni les muestre las recetas de su política migratoria como si fuera el Coliseo. "Italia ha logrado una drástica reducción de la inmigración ilegal y quiero entender cómo ha ocurrido", dijo Starmer recién aterrizado en Roma.
Más o menos, el mismo argumento esgrimido por Alberto Núñez Feijóo este miércoles, una vez anunciada la segunda parada de una gira europea que arrancó la semana pasada en Atenas (Grecia), y cuyo fin es forjar una "alianza contra la migración irregular". El líder del PP quiere saber qué ha hecho Meloni para "reducir un 60%" –una de las frases más repetidas por la alineación de Génova en las últimas semanas– la llegada de cayucos a las costas italianas. O lo que es lo mismo: las particularidades del Plan Mattei capitaneado por Matteo Piantedosi, ministro del Interior italiano.
"Están legitimando nuestro discurso", se congratulan desde el entorno de Santiago Abascal sobre el viaje de Feijóo a Roma. "Es el reconocimiento de que Vox tiene buenos socios", sacan pecho al hilo de una de las grandes obsesiones de Abascal: la de tejer alianzas con el resto de líderes de la alt right internacional, siendo Meloni una de las primeras. "Me parece que el señor Feijóo y el Partido Popular pueden aprender muchas cosas de la posición de Meloni, y a mí me gusta que mis socios y mis aliados sean cada vez más considerados", dijo públicamente el líder de Vox este miércoles, en los pasillos del Congreso.
No obstante, desde su llegada a la Presidencia del Consejo de Ministros de la República Italiana en octubre de 2022, y más aún tras la muerte de Silvio Berlusconi en junio de 2023, quedando huérfano el liderazgo del centroderecha italiano, Meloni ha escuchado los cantos de sirena del Partido Popular Europeo (PPE). Empezando por presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien siempre ha mostrado un especial respeto por la líder de Fratelli.
Además, el desgajamiento tras las últimas elecciones europeas de la derecha a la derecha del PPE en varios grupos –permaneciendo Meloni en el grupo de Conservadores y Reformistas (ECR), el que lideró Margaret Thatcher y en el que militó el AP hasta la llegada de Antonio Hernández Mancha– no ha hecho sino acentuar esa cercanía política. Como muestra, el hecho del que hasta ahora ministro de Asuntos Exteriores italiano, Raffaele Fitto, haya sido elegido por Von der Leyen para ocupar la vicepresidencia de Cohesión y Reformas en el próximo Colegio de Comisarios.
¿Y por qué lo que hace sólo dos años era extrema derecha –sólo hay que visitar el mitin que Meloni dio en Marbella en junio de 2022, de cuyo tono se arrepintió posteriormente– ahora es el modelo a seguir para el PP? "Meloni ha virado hacia la centralidad en lugar de arrastrarse hacia al extremismo", aseguran fuentes del entorno de Feijóo en conversación con este periódico. "La derecha de Meloni es soft para Vox, y por eso Vox ha buscado un referente en otro lado", arrojan el perdigón.
Canal abierto entre Abascal y Meloni
Con el en otro lado las fuentes de Génova se refieren a la integración de la formación de Abascal en Patriotas por Europa, el grupo creado para esta legislatura en la Eurocámara por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y al que también se han adherido la Lega de Matteo Salvini (socio de coalición y vicepresidente de Meloni) y la Asamblea Nacional Francesa de Marine Le Pen. Un grupo más radical, con más carbón ideológico que ECR. Pese a ello, desde el entorno de Abascal siguen hablando de Fratelli como "partido hermano" y subrayan la "interlocución directa" que existe entre "los equipos" de ambos líderes y entre ellos mismos.
"Estoy muy contento de que incluso hoy, que lamentablemente Vox y Fratelli d´Italia ya no forman parte del mismo grupo parlamentario en Bruselas, podemos seguir trabajando juntos", dijo el eurodiputado Carlo Fidanza hace escasas semanas, durante el III Foro de Madrid celebrado en Buenos Aires. Pese a todo, en Génova consideran que la foto entre Feijóo y Meloni escocerá en Bambú. "Vox preferiría que no nos reuniéramos con ella", aseguran.
Crecido tras el pacto alcanzado con Fernando Clavijo y Coalición Canaria (CC), el líder del PP busca capitalizar políticamente la que ya es la principal preocupación de los españoles, según el último barómetro del CIS. Un problema de mayor envergadura para los españoles que el paro, la economía, la política o la vivienda. Y que, poco a poco, hasta ser bandera, ha ido ganando protagonismo en el argumentario del PP desde la campaña de las elecciones catalanas del pasado 12 de mayo. "Migración irregular, no. Migración regular, ordenada, con contrato en origen y asumiendo la legislación española, sí", acotó la semana pasada Feijóo en Tenerife.
Vox, mientras tanto, celebra el cambio de paradigma al que asiste la política europea. Un escenario donde el canciller alemán, Olaf Scholz, pone encima de la mesa la posibilidad de emprender "deportaciones masivas" y donde el mismo Pedro Sánchez, durante su gira africana, si bien desde el eufemismo, aseguró que "es imprescindible también el retorno de quienes han llegado a España irregularmente".