Droga, sexo sin protección y clientes muy muy jóvenes. Esa era la imagen de un prostíbulo ubicado en el distrito de Usera que ha sido desmantelado por los agentes de la Policía Nacional. En este punto han liberado a tres mujeres víctimas de explotación sexual que estaban sometidas a condiciones insalubres y obligadas a consumir drogas, según han informado fuentes policiales a Vozpópuli.
El club se extendía a tres bajos del número 69 de la calle Gabriela Usera. Allí, al lado de una farmacia abierta 24 horas, acudían multitud de clientes todos los días para consumir drogas y mantener relaciones con estas mujeres. En cada uno de los pisos había una caja que siempre debía contener sustancias estupefacientes. Suministraban cocaína y extasis que las mujeres consumían antes de mantener los servicios y también se la ofrecían a los clientes.
Los líderes del prostíbulo eran una mujer paraguaya de 37 años, que ejercía como madame, y su marido un español de 46 años. Recibían los pagos por la aplicación de Bizum. Estas dos personas han sido detenidas junto con otras seis en el transcurso de esta operación.
Hace aproximadamente tres meses, una denuncia telefónica a través del servicio de atención 24 horas de prevención de situaciones de trata de seres humanos alertó a los investigadores. Tres mujeres manifestaban ser víctimas de explotación sexual y laboral en esta vivienda. En un principio aceptaron ofrecer estos servicios pero la situación cambió.
24 horas de trabajo
Dijeron a la Policía que esta mujer era la principal responsable de la vivienda. Fijaba las condiciones de trabajo, obligaba a las víctimas a ejercer la prostitución en jornadas maratonianas y sin descanso. Había días que estaban trabajando las 24 horas.
La investigación policial ha concluido que en este local era habitual el consumo y el tráfico de sustancias estupefacientes –fundamentalmente de cocaína y éxtasis–, así como de diferentes fármacos, alcohol y tabaco.
Control a través de cámaras
El control ejercido por la ‘madame’ era posible debido a que previamente había instalado en el interior del domicilio videocámaras de seguridad que registraban sin interrupción la actividad de las mujeres para que cumplieran con las jornadas impuestas.
En ausencia de la principal responsable, su marido y otras dos mujeres ejercían el papel de encargados, ocupándose, entre otras funciones, de cobrar a los clientes por los servicios sexuales de sus víctimas. Estas figuras intermediarias se ocupaban, además, de publicitar el negocio en internet, obligando a sus sometidas a posar desnudas para realizarles fotografías que servían como reclamo en la red.
Tras identificar a los integrantes de la trama, los investigadores efectuaron entradas y registros en los tres inmuebles. En uno de ellos se procedió a la detención de seis personas y la incautación de más de 1.800 euros en efectivo, una pistola táser, sustancia estupefaciente y fármacos potenciadores sexuales.