España

Alarma en el PSOE: los barones bajan el IRPF y Lobato esconde las siglas en Madrid

Moncloa está perdiendo la batalla ideológica con el PP sobre los tributos

  • (I-D) La presidenta del PSOE, Cristina Narbona; el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez; y la número dos del partido, María Jesús Montero en Ferraz, en una imagen de archivo. -

El PSOE comienza a entrar en ebullición. El partido ve cómo algunos de sus barones comienzan a abrazar una bajada del IRPF, todo un órdago al mensaje que el Gobierno lleva varias semanas lanzando sobre la importancia de los tributos para armar un estado del bienestar fuerte que garantice la justicia social. Pero el presidente valenciano, el socialista Ximo Puig, abrió este martes la veda de una bajada. Y su homólogo aragonés, Javier Lambán, coqueteó con sumarse si le dejan los partidos con los que gobierna. Mientras, el líder socialista en Madrid, Juan Lobato, desveló el logo con el que intentará asentar su proyecto y no hay ni rastro de las siglas del partido al que pertenece. Todo parece hacer aguas.

La alarma en Ferraz suena cada vez con más fuerza. Y, como ya contó este diario, la inminencia de la elecciones autonómicas y municipales de mayo del año que viene ha abierto la carrera del 'sálvase quien pueda', como reconocen destacados socialistas en privado. La marca del partido está sufriendo, según se desprende de las encuestas, por mucho que en público los portavoces digan lo contrario. El PP de Alberto Núñez Feijóo sigue primero en la mayoría de sondeos de opinión. La desaceleración económica, potenciada por la elevada inflación sigue siendo el veneno que mes a mes mata la expectativa del PSOE de mantenerse en Moncloa otros cuatro años.

Por eso, se entiende también la crítica que el presidente de Castilla-La Mancha, el también socialista Emiliano García Page, lanzó a la estrategia de su partido a la hora de tratar al líder de la oposición (llamarle insolvente) y a la política de alianzas con los independentistas que el PSOE mantiene en el Congreso para sacar adelante la mayoría de los decretos que Moncloa manda a la Carrera de San Jerónimo.

Pero poco importa que García-Page se rebelara contra la "insolvencia y mala fe" que Pedro Sánchez achacó en su primer cara a cara en el Senado al líder de la oposición. Porque el Gobierno está convencido de que el ataque directo al presidente del PP le granjea rédito electoral. Moncloa se escuda en sondeos internos que detectan una supuesta remontada del PSOE desde el debate del estado de la nación para reincidir en "la insolvencia o mala fe" del jefe de Génova.

Adiós siglas, adiós

El borrado de las siglas de Lobato, además, es sintomático. Fuentes del PSOE-M consultadas por este diario reconocen que el dirigente madrileño ha emprendido esa campaña personalista no solo para desvincularse de las siglas, sino para asentar su nombre y apellidos por encima del partido. "Es lo que toca cuando la marca está en horas bajas", conceden estas fuentes.

Sánchez ha puesto su banquillo en Moncloa a disposición del PSOE de Madrid. Es más, fuentes socialistas conocedoras de los entresijos de la federación socialista más convulsa, contaron a este diario que el presidente del Gobierno tiene en la cabeza cuatro nombres para competir con José Luis Martínez-Almeida por la alcaldía de capital de España: la ministra de Defensa, Margarita Robles; el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska y las responsables de Industria, Reyes Maroto, y Justicia, Pilar Llop.

El PSOE de Madrid tiene un problema crónico. El partido maneja encuestas internas que no dejan bien parados a quienes se presuponían candidatos en 2023 para presidir la Comunidad, Juan Lobato, y la ciudad de Madrid, Mercedes González. Aunque según fuentes socialistas consultadas por Vozpópuli, los datos de Lobato "no dan tan mal", el gran problema es la delegada del Gobierno en Madrid, a la que ya se busca un perfil mejor. Por eso se retrasaron las primarias a diciembre.

Marca del secretario general del PSOE-M, Juan Lobato

La sensación que transmite Moncloa es que el Gobierno está perdiendo la batalla ideológica sobre los impuestos con el PP, que alimenta por cada tasa que sus gobiernos autonómicos eliminan o bajan, como hizo la semana pasada el presidente andaluz, Juanma Moreno, con el impuesto de patrimonio y que tanto sirvió al Gobierno para hacer "pedagogía".

Por eso, este martes, pese a no respaldar públicamente la bajada anunciada por Puig a las clases medias y bajas, el Gobierno abrió la posibilidad de acometer también una bajada del IRPF. Y es que Moncloa dejó claro que la bajada de Puig es diferente al modelo del PP, que baja impuestos a todos, también a los ricos, que son -piensan- quienes deben aportar más.

Marcados por el contexto

Eso sí, el Ejecutivo dio a entender este mismo martes que el anuncio de Puig en la Comunidad Valenciana no estuvo pactado con el Gobierno. La propia ministra de Hacienda, María Jesús Montero, sin criticar a Puig -con quien mantiene una espléndida relación- se limitó a lamentar que la política fiscal de la Comunidad de Madrid, presidida por Isabel Díaz Ayuso, sea la que esté llevando al resto de autonomías a competir entre ellas. Pero no parece probable que Moncloa no estuviera al tanto de la medida anunciada en Valencia.

El contexto político es adverso para los planes electorales de Ferraz. Y en el PSOE, las fuentes consultadas advierten de que hay muchos alcaldes y presidentes autonómicos nerviosos. No obstante, la dirección no cree que la marca esté en horas bajas. Tampoco maneja proyecciones electorales adversas en los territorios de los barones díscolos (Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Aragón), quien quieren revalidar los Ejecutivos. Incluso en Madrid no dan tan mal a Lobato.

Eso sí, en privado, algunos destacados socialistas no dudan en reconocer que en el partido hay "miedo" por los comicios que vienen porque la crisis económica, agravada por la guerra en Ucrania y el alza de los precios de la energía, puede ser la tumba de muchos alcaldes y presidentes autonómicos que se someterán en menos de un año al test de las urnas. "La situación es complicada. El contexto económico no es bueno y gobernar así es complicado. De eso no cabe duda", concede un destacado dirigente socialista.

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