La posible desaparición de Muface (Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado) ha generado gran preocupación en el sector sanitario privado y público en España. Este modelo, que permite a funcionarios elegir entre recibir atención sanitaria en el sistema público o a través de aseguradoras privadas, se encuentra en una fase de incertidumbre tras la oferta final del Gobierno.
Si no se llegase a un acuerdo con las aseguradoras, los mutualistas tendrían que ser absorbidos por el sistema público de salud, lo que desencadenaría una serie de consecuencias con gran impacto a nivel hospitalario, económico y social.
Cierre de hospitales privados en catorce comunidades
Según la propia Fundación IDIS, entidad que representa al sector sanitario privado, el fin de Muface podría llevar al cierre de 21 hospitales privados en 14 comunidades autónomas. Esta situación afectaría gravemente al funcionamiento de estos centros, que dependen en gran medida de los pacientes mutualistas.
La entidad señala que la reducción del número de asegurados provocaría una disminución significativa en la utilización de camas privadas. En total, se perderían 2.140 camas en centros hospitalarios repartidos por comunidades como Cataluña, Madrid, Andalucía o Comunidad Valenciana, entre otras.
Este escenario implicaría una reconfiguración del mapa sanitario privado en el país. La desaparición de centros hospitalarios no solo impactaría a los pacientes, sino también a los trabajadores del sector y a las comunidades autónomas que se verían sin capacidad para absorber la demanda de nuevos pacientes.
Destrucción de más de 13.000 empleos
El cierre de estos 21 hospitales también provocaría la pérdida de 13.062 puestos de trabajo. Esta cifra incluye tanto a médicos y personal de enfermería como a otros profesionales sanitarios y no sanitarios que dependen del funcionamiento de estos centros.
En concreto, según IDIS, el mercado sanitario privado emplea a más de 300.225 profesionales en España, y la pérdida de empleos impactaría negativamente en la recaudación fiscal y aumentaría el gasto social en subsidios por desempleo.
Además, el fin de Muface afectaría a otros sectores relacionados con los hospitales privados, como el de gases sanitarios industriales, empresas de dispositivos médicos o logística farmacéutica.
La caída de la actividad en estos hospitales reduciría la demanda de sus servicios y productos, generando una cadena de consecuencias económicas que podría derivar en la pérdida de cientos de empleos adicionales.
El reto para el sistema público: casi 4.000 camas adicionales
Si los mutualistas pasasen al sistema público de salud, se necesitarían 3.975 camas adicionales en los hospitales públicos. Esto supone un aumento de la capacidad nacional del 3,8%, un desafío que algunas provincias tendrían dificultades para asumir.
Ciudades como Madrid, Sevilla o Barcelona ya enfrentan importantes problemas de saturación en sus hospitales, y la llegada de nuevos pacientes procedentes de Muface agravaría aún más la situación.
En concreto, en Madrid se necesitarían 679 camas adicionales, en Sevilla serían 211 y en Valencia 210. Los expertos advierten de que este incremento podría colapsar el sistema público en ciertas áreas, donde la demanda ya supera la oferta hospitalaria.
Y no solo eso, sino que el cambio no solo afectaría a la infraestructura sanitaria, sino también a la calidad del servicio que recibirían los pacientes. La sobrecarga de los hospitales públicos podría traducirse en listas de espera más largas, un aumento en los tiempos de atención y una menor calidad asistencial para los mutualistas que hasta ahora han disfrutado de una mayor capacidad de elección en el sector privado.
Además, la tensión económica que generaría este cambio en el sistema de salud sería notable. No solo sería necesario aumentar el presupuesto destinado a la sanidad pública, sino que también habría que reforzar las infraestructuras, el personal y los recursos para hacer frente al nuevo volumen de pacientes.
El futuro de Muface, a debate
La situación actual refleja la creciente brecha entre el Gobierno y las aseguradoras privadas, quienes ven con preocupación el posible fin del mutualismo administrativo.
Mientras algunos abogan por la permanencia del modelo para mantener el equilibrio entre el sector público y privado, otros consideran que su desaparición podría ayudar a reforzar el sistema sanitario público en términos de igualdad.
No obstante, la desaparición de Muface no sería un proceso sencillo ni rápido. Las consecuencias, tanto para el sector sanitario como para el mercado laboral, son motivo de preocupación para todos los actores implicados. El futuro de Muface aún está en el aire, pero lo que es seguro es que su desaparición conllevaría un impacto profundo y de largo alcance en la sanidad española.