El Rey ha mandado un mensaje contundente a los golpistas, ha enseñado al Gobierno el camino a seguir, ha intentado tranquilizar pueblo español, en especial al catalán, y ha comprometido firmemente a la Corona en la defensa de la “unidad y permanencia de España”. Palabras de firmeza que pueden ejercer de antesala a la adopción por parte del Gobierno de medidas drásticas y decididas.
En su intervención más comprometida desde su llegada al trono, hace tres años, don Felipe ha asegurado que “son momentos muy difíciles, pero los superaremos, son momentos muy complejos pero saldremos adelante”. No ha mencionado la palabra ‘diálogo’, tan sólo ha hablado de ‘entendimiento’, mucho más genérico y abierto, en una enmienda a la totalidad de lo que viene reclamando el principal partido de la oposición, que en la jornada más terrible viva en nuestro país en los últimos tiempos, con una Cataluña sublevada en una huelga general convocada por el ejecutivo de Puigdemont, tuvo la ocurrencia de pedir la reprobación de la vicepresidenta de Gobierno. Y también se trata de un espaldarazo sin titubeos al papel que deberá jugar en adelante el Gobierno. Mariano Rajoy, en la noche del 1-O, dejó abierta esa posibilidad e incluso se ofreció a abrir una comunicación con todos los grupos parlamentarios sin exclusiones.
De nada de eso ha hablado el Rey, más contundente que nunca y, al tiempo, con una sintonía de esperanza dentro de la enorme dificultad del momento. “Vivimos tiempos muy graves para nuestra vida democrática”, arrancó su intervención televisiva.
Ha señalado a los culpables, sin complejos ni titubeos. Y se ha referido a ellos al mencionar a “determinadas autoridades de Cataluña que de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto, que es la Ley que reconoce, protege y para sus instituciones”. Advertencias muy tajantes a los separatistas, de quienes señaló que “han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de derecho y han socavando armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando desgraciadamente a dividirla”. Y diagnóstico certero y sin anestesia de la situación: “Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada”.
Y ha seguido enumerando la actitud de "desleatad inasumible” de los secesionistas : “Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia, han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional”. Ha enumerado, por si el presidente del Gobierno tiene alguna duda, los pasos a seguir para poner remedio a la desesperada situación.
Señalar el camino
Puerta abierta al impulso de la acción de la Justicia y muy especialmente, ha señalado el camino para deshacer el bloqueo que parece advertirse en los responsables de Moncloa, a mitad de camino entre la mano tendida y el recurso al artículo 155 de la Constitución. Rajoy no debe tener ya dudas. El Rey lo tiene muy claro. Y así lo ha expuesto con meridiana claridad. La ley y solo la ley. Y la Constitución.
Desprecio absoluto hacia el bloque separatista, a los aprendices de brujo que están situando a España al borde del abismo. “Esas autoridades han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles”, y ha tachado su actitud de “conducta irresponsable, que pone en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España”.
En sus palabras de aliento a una sociedad acongojada y aterrada ante un horizonte tenebroso, como nunca en estas cuatro décadas, el Rey ha subrayado que “creemos en nuestro país, y nos sentimos orgullos de lo que somos, porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos.”. Y añadió en este sentido que “están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y libertad”.
Los separatistas representan una minoría dentro del sentir de los españoles. De ahí la exhortación del monarca en al firme compromiso de todos son los intereses generales. El Estado, debe asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y el Estatuto de Autonomía”.
Con la mirada puesta en el futuro y compromiso de la Corona con la unidad de España. “Debemos seguir, con serenidad y determinación, en ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña”. No ha querido dejar de recordar, ya al final de sus palabras, el deber constitucional de la Corona, al insistir en el firme compromiso de la Institución con la Constitución y con la democracia, y ha enfatizado ”mi entrega al entendimiento y la concordia entre los españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España”.