Como si de una novela de Isaac Asimov se tratara, el futuro distópico de la robótica ya está entre nosotros. Lo que hace décadas se desveló al mundo como un inmenso abanico de posibilidades, ahora habita en cada hogar de este mundo. La educación, como todas las ramas del saber, ha fagocitado parte de estos conocimientos, introduciéndolos poco a poco en los temarios de las generaciones venideras.
En España, el Gobierno aprobó en mayo de 2023 una inversión de 566 millones de euros en educación para la formación digital del alumnado. De esa cantidad, 298,4 millones fueron asignados al Programa Código Escuela 4.0, cuyo objetivo es formar en robótica, programación y nuevas tecnologías a los 5,5 millones de alumnos y alumnas de segundo ciclo de Infantil, de Educación Primaria y de Educación Secundaria matriculados en centros públicos y concertados.
Del montante reservado para robótica, 199 millones están siendo empleados para el equipamiento de programación y robótica de más de 17.000 centros escolares. Los 99,4 millones restantes son para el acompañamiento y el apoyo del profesorado.
Es decir, se han contratado asistentes de perfiles tecnológicos y pedagógicos para dar apoyo a los maestros en enseñar estos contenidos de manera transitoria hasta que ellos mismos finalicen con éxito su formación. Para este 2024, hay otros 65 millones de euros comprometidos al acompañamiento de docentes.
Esto ha supuesto el pistoletazo de salida para una nueva forma de entender la educación en nuestro país. Por primera vez, alumnos de entre 3 y 15 años están siendo instruidos en robótica, con todo lo que ello conlleva, incluido el pensamiento computacional, elemento clave para entender cómo funciona la inteligencia de una máquina.
A su vez, la integración de estos contenidos trae consigo un dilema educativo que se ha puesto de manifiesto recientemente. El portal web Almedron recogía hace unos días las palabras de una maestra de educación infantil en una escuela rural (CRA) española, quien afirmaba que el pensamiento computacional, materia fundamental de estas nuevas enseñanzas en robótica, "es una de las mejores maneras de solucionar conflictos; y el ser humano debe aprender a resolver conflictos como lo hacen las máquinas".
Analizando su discurso, resulta preocupante que entre los docentes infantiles, cuyo trabajo es formar el alma y el cerebro de personas en pleno proceso vital de aprendizaje, pueda calar la idea de que es mejor anteponer el pensamiento computacional al raciocinio como medio para afrontar un problema, sea del tipo que sea.
No solo en edades tempranas, pues la educación infantil recae entre los 3 y los 6 años, también, en adolescentes de 10-12 años que deben cimentar primero el resto de materias. Por ello, y para analizar la idoneidad o no de la robótica en las escuelas, en Vozpópuli nos hemos puesto en contacto con voces autorizadas que nos comunican su postura.
¿Robótica sí o no?
César Antonio Molina fue ministro de Cultura entre los años 2007 y 2009, bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero. Charlando con él a este respecto. Molina nos comenta que de los 3 a los 12 años debe "ayudarse a formar la personalidad, enseñando al individuo a comportarse como ciudadano".
"Lo primero es conocer qué es una democracia, socializando entre los distintos géneros, formando la racionalidad de las personas. Aprender cosas de robótica no está de más, pero no se puede anteponer a la formación básica de un ser humano", continúa Molina.
"Al final, se ha ido reculando con ciertas concesiones tecnológicas como permitir ordenadores y móviles en las aulas. Me parece que interrumpe la relación entre el profesor y los alumnos, del mismo modo que interrumpe el pensamiento individual y el aprendizaje de la libertad", finaliza el que fuera ministro de Cultura en nuestro país.
Gregorio Luri es filósofo, pedagogo y ensayista. Formado, leído y con un bagaje fuera de toda duda, Luri expone su versión de esta nueva rama de la enseñanza. "Es curioso, la robótica empezó como actividad complementaria a través de las asociaciones de padres. Estos tenían una agilidad mayor que la de las instituciones a la hora de proponer nuevos temarios", comienza diciendo el filósofo.
"Creo que es el momento de saber que es lo básico y reforzarlo. Lo básico es la lengua y las matemáticas, y ahí es donde se debe dar una buena base, porque es el fundamento sobre el que se va a construir todo lo demás. Que a partir de ese saber, se impartan otros relacionados, me parece perfecto", continúa Luri.
"A veces me da la sensación de que queremos abarcar mucho y no nos damos cuenta de cómo salen nuestros alumnos de las escuelas. Uno de cada cuatro jóvenes españoles de 15 años tiene dificultades notables para comprender un texto escrito mínimamente complejo. En matemáticas hay muchas deficiencias. Saber leer y escribir es fundamental, ya que no es solo un medio de transmitir ideas, sino de tenerlas, crearlas. Los alumnos tienen ansiedad matemática, creen que van a fracasar antes de afrontarlo. El reto es acabar con ello, lo demás vendrá después", finiquita.
Por último, hemos querido conocer la opinión de José Antonio Marina, uno de los filósofos y pedagogos más prestigiosos de nuestro país, quien además publicó en su libro Tratado de filosofía zoom las dificultades y retos que podría traer consigo la inteligencia artificial. Marina considera que la introducción de la robótica en las escuelas no deja de ser "una ocurrencia pedagógica".
"A nivel de incentivo pedagógico, no se sabe muy bien qué aprenden. Es más útil que cultiven un geranio en la educación primaria a que traten con robots. Lo que hay que enseñar bien es la lingüística, que es la base de todo. Y ya, a partir de los 9 años, incentivar la educación en matemáticas y con estos conocimientos. Pero bueno, no tiene mayor importancia", finalizó el filósofo.