Corren días muy tensos para el PSOE. La trama de corrupción que se ha destapado con el caso Mediador, y todos los tejemanejes políticos, económicos y lúdicos del exdiputado canario Juan Bernardo Fuentes Curbelo han abierto una herida demasiado profunda en la organización socialista a menos de tres meses de unas elecciones autonómicas claves para el devenir de España, amén de las generales de final de año a las cuales Pedro Sánchez llega muy desgastado.
El hedonismo, el despilfarro y la total impunidad mostrada por ciertos miembros del partido en la trama de tito Berni han puesto en el ojo del huracán una tendencia recurrente en los escándalos más sonados del PSOE en los cuarenta años de democracia que lleva España tras la aprobación de la Constitución en 1978.
En Vozpópuli vamos a repasar algunos de los expedientes de corrupción de la agrupación socialista en estos últimos años que han llevado consigo una íntima relación con la prostitución y el desfase. No deja de ser curioso, incluso perverso, como una formación política que persigue con tanto ahínco la abolición de la prostitución como el PSOE acabe cayendo, una y otra vez, en vicios tan mundanos como el sexo de pago.
Roldán, pionero del vicio
Ahora que tito Berni copa la actualidad todos los días, conviene recordar que sus deplorables hazañas en el terreno carnal son solo una copia del ente socialista original. Luis Roldán, miembro del PSOE y director de la Guardia Civil entre octubre de 1986 y diciembre de 1993, fue uno de los personajes más polémicos de la política española en la década de los ochenta y noventa.
Corría el año 1993 cuando, el desaparecido Diario 16, sacó a la luz que Roldán se había lucrado con fondos reservados y comisiones ilegales. Esto fue solo el inicio de un descubrimiento atroz, ya que la figura del difunto exdirector acabó absolutamente empañada cuando, en mayo de 1994, la revista Interviú publicó fotografías de Roldán en paños menores y rodeado de prostitutas.
En la memoria colectiva pervive la instantánea de Roldán con el cangrejo hinchable en su entrepierna mientras iba persiguiendo por los pasillos de los mejores hoteles de España a su concubina, Elisa Rodríguez. Fuegos fatuos antes de huir de España y protagonizar la historia más rocambolesca hasta la huida de Carles Puigdemont a Waterloo. Cocaína, mujeres de la noche y dinero estafado directamente del erario público. La Biblia del socialista corrupto.
Caso Astapa
Tras el caso Roldán y hasta la llegada de los ERE de Andalucía, la prostitución y el vicio encontró nuevos socios en Estepona. El caso Astapa fue una operación de corrupción urbanística en el Ayuntamiento de esta localidad entre 2003 y 2007. Aquí, el centro del foco público recayó en José Flores, jefe del gabinete de la alcaldía y presunto gestor de la Caja B y C del consistorio andaluz, con la que se pagan regalos de toda índole a empresarios, incluidas prostitutas.
Pues bien, según Anticorrupción, Flores sacó partido de invitaciones y eventos, además de recibir dinero para costear actividades lucrativas en el club Milady Palace de Marbella. Un total de 28 millones de euros es lo que la Fiscalía estimó que supuso toda esta corrupción en las cuentas del Ayuntamiento de Estepona.
Los ERE, epicentro de la prostitución
Nadie duda, cifras en mano, que el mayor caso de corrupción en la historia de España fueron los ERE de Andalucía, página negra en la historia del PSOE. El dinero de los parados andaluces se usó, entre otras cosas, para lucrar a Joselito, dueño del prostíbulo Don Angelo, antro donde Fernando Villén, director de la Fundación Fondo Andaluz de Formación y Empleo (FAFFE), dilapidaba a espuertas los subsidios de miles y miles de ciudadanos. Hasta 14.000 euros llegó a gastarse en una sola noche.
Este organismo acabó siendo la marioneta de Villén, la cual empleó para financiar con tarjetas black decenas de bacanales por toda la geografía andaluza. Un dinero, que como todos ustedes saben, estaba destinado a organizar cursos de formación para las personas en paro de Andalucía.
El PP también pecó
Aunque el PSOE acumula más corruptelas que ninguna otra formación política ligadas a la prostitución, el Partido Popular también ha tenido sus escarceos con la prostitución. Alejandro Halffer, exviceconsejero de Esperanza Aguirre durante su mandato como presidenta de la Comunidad de Madrid, saltó a la palestra pública cuando, en 2015, el diario El Mundo reveló el testimonio de un guardia civil que aseguró que Halffter le dijo "habéis declarado muy bien, hay que celebrarlo con un volquete de putas", tratando de no incriminar al exconsejero Francisco Granados, según relató el agente ante el magistrado.
Tito Berni, último de la lista
La última pieza de este siniestro puzle del vicio la aportó Juan Bernardo Fuentes Curbelo, alías tito Berni. Esta trama, bautizada como caso Mediador, ha desvelado como el exdiputado usaba el Congreso para ganarse el favor de empresarios. Bernardo cobraba comisiones de hasta 5.000 euros a estos por preferencias en las contrataciones públicas, del mismo modo que les evitaba sanciones o favorecía recibir ayudas públicas.
Todos estos negocios se cerraban a golpe de bragueta en locales de alterne y prostitución de Madrid, donde solían pagar la cuenta los propios empresarios.
Concretamente, hay cuatro cabecillas en el caso Mediador: el general de la Guardia Civil Francisco Espinosa Navas, el exdiputado socialista Juan Bernardo Fuentes, su sobrino Taishet Fuentes y el empresario canario Antonio Navarro Tacoronte.
Como el propio Antonio Navarro, uno de los cabecillas de la trama, junto al propio Bernardo, el sobrino de este Taishet Fuentes y el general de la Guardia Civil Francisco Espinosa Navas, llegó a reconocer en un audio, las fiestas y las "putas" era un peaje a pagar para recibir favores. El exdiputado, como decían en La Gran Belleza (Paolo Sorrentino, 2013), podía hablar así de sus conquistas sexuales de pago.
- ¿Alguna vez contaste las mujeres con las que has estado?
- No soy bueno en aritmética.
- Pues yo siempre he sido muy bueno.
Procusto
En algún aspecto puede haber cambiado la imagen para los participantes en esas fiestas. Ante la portada de la revista Interviú, que inmortalizó las correrías del director de la Guardia Civiil, el comentario del público era unánime: ellas no son de alto standing.