La Policía Nacional albergó en el ocaso de la era Villarejo una pugna por controlar la institución. A finales de 2016 y principios de 2017, el polémico mando presionó para situar al frente del Cuerpo al comisario José Luis Olivera, uno de sus afines. Aunque estuvo cerca de lograrlo, el elegido fue el comisario Florentino Villabona, que arrancó su mandato censurando públicamente la época investigada ahora por la justicia. Hoy, aquellos dos candidatos, Olivera y Villabona, son responsables de seguridad en la Federación Española de Fútbol y la Liga de Fútbol Profesional, dos instituciones en constante conflicto.
El presidente de la máxima institución del fútbol español, Luis Rubiales, realizó en octubre del año pasado el fichaje envenenado de José Luis Olivera. Para entonces, su nombre ya aparecía en multitud de escuchas del caso Villarejo. Se trata de uno de los comisarios más controvertidos de la historia reciente de la Policía, capaz de ocupar puestos de relevancia tanto en el Ministerio que dirigía Alfredo Pérez Rubalcaba y luego mantenerse con Fernández Díaz. Es algo poco habitual en un Cuerpo acostumbrado a nombramientos de confianza.
Fuentes de la investigación del caso Villarejo afirman que es cuestión de tiempo que la Fiscalía solicite su imputación formal. En su último escrito sobre la pieza Kitchen, los fiscales se detienen en su figura. Dicen contar con indicios que apuntan al “conocimiento que el comisario principal José Luis Olivera pudiera tener acerca de la puesta en marcha y ejecución de la operación Kitchen, así como de su carácter manifiestamente ilícito”.
Constan varias conversaciones grabadas por Villarejo en las que le cuenta el plan parapolicial para infiltrarse en el entorno más cercano del extesorero del PP Luis Bárcenas. Villarejo le dice que tiene grabaciones de implicados de la trama como el exsecretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez hablando de la operación y que también tendría conocimiento “el Asturiano”, que es el mote que tenía el expresidente Mariano Rajoy, según concluye la Fiscalía.
Siempre según los fiscales, Villarejo y Olivera planearon usar parte de esa información para ''joder a la pequeñita" (la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría), y para ''pactar la tranquilidad con el ministro y el secretario de Estado". Se referían al ministro Juan Ignacio Zoido y José Antonio Nieto, quienes habían sustituido a Fernández Díaz y a Francisco Martínez. Pero la relación entre Villarejo y Olivera se remonta muchos años atrás. Ya en audios correspondientes a 2009 se acredita que este polémico mando ofreció a su amigo Olivera al PP para boicotear la investigación sobre el caso Gürtel.
El rastro de aquel caso de corrupción que le acabó costando el Gobierno a Mariano Rajoy aparece en otra de las grabaciones con la participación de Olivera que analiza la Fiscalía. Tuvo lugar el 25 de enero de 2017. En ella se escucha decir a Villarejo que si no llega a ser por la actuación de Olivera, las consecuencias judiciales para el PP hubiesen sido mucho peores. “La Gürtel los podía haber, vamos, podía haberlos mandado a todos a tomar por el culo si no llega a ser por este y eso no se puede olvidar". Olivera fue hasta 2012 el jefe de la UDEF, la unidad dedicada a investigar a la trama encabezada por Francisco Correa.
Cinco días después de esa conversación, el ministro Zoido nombró a Villabona director adjunto operativo de la Policía. Se trata del máximo cargo uniformado de la institución, solo por debajo del director general, que es un puesto político. Ese es el cargo al que aspiraba Olivera con la ayuda de Villarejo, ya jubilado. Sus gestiones aparecen reflejadas en anotaciones de su agenda y otras grabaciones que obran en poder de la Audiencia Nacional, recogidas siempre por la inseparable grabadora del polémico comisario.
Villabona asumió el mando en un Cuerpo muy tocado por los escándalos. Tenían su origen en las luchas internas de los mandos que habían convivido en la dirección adjunta operativa durante los cinco años de mandato de Eugenio Pino, entre ellos Villarejo. Dentro y fuera del cuerpo, pedían una limpieza a Villabona. En su toma posesión, el nuevo responsable policial reconoció la necesidad de “recuperar la confianza del Poder Judicial" y prometió trabajar "desde el primer momento con rigor y profesionalidad" para poner fin a las polémicas.
Aquellas palabras resonaron en todos los estamentos de la Policía a modo de aviso, pero lo cierto es que ni Villabona ni Zoido acometieron ninguna reestructuración profunda para eliminar la presencia de Villarejo y las personas que habían tenido relación con él. Se limitó al cese de Enrique García Castaño, uno de los principales investigados ahora en la Audiencia Nacional. Sin embargo, Olivera mantuvo su puesto al frente del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO).
Según la Fiscalía, fue desde ese puesto desde donde tuvo conocimiento de la operación Kitchen. Se trata de una estructura por la que pasan las investigaciones más sensibles, tanto de la Policía como de la Guardia Civil. Sin embargo, no es un puesto con capacidad operativa ni es el puesto al que aspiraba Olivera. Pese a todo, no fue cesado hasta la llegada al Ministerio de Fernando Grande Marlaska en 2018.
El presidente de la Liga, Javier Tebas, fichó a Villabona solo cinco meses después de su jubilación. Según La Liga, asumiría funciones de adjunto al propio Tebas con con especial dedicación para los temas relacionados con el departamento de Integridad y Seguridad avalado por sus años como máximo responsable de la Seguridad Ciudadana en la Policía. Durante el desempeño de esa labor, el comisario condecoró a Tebas por “la labor de La Liga en defensa de la seguridad y la integridad en el deporte”.
Villabona se vio salpicado por el conflicto en el que se sumió la Segunda División española este verano tras la suspensión del encuentro de la última jornada entre el Deportivo de La Coruña y el Fuenlabrada debido a los positivos por covid-19 registrados horas antes en el conjunto madrileño. El Dépor se sintió desde el principio maltratado por la Liga en favor del Fuenlabrada donde el hijo de Tebas desempeña como directivo.
Lo que afecta a Villabona tiene que ver con la polémica detención policial del capitán del Deportivo, Alex Bergantiños. Se produjo el 5 de agosto, después de que se difundiese un audio del jugador a sus compañeros en el que hablaba de hacer un “paripé” cuando tuviesen que jugar contra el Fuenlabrada. Desde el club gallego negaron que existiese tal plan. El Deportivo necesitaba ganar el encuentro para defender en los despachos su permanencia en segunda división. El Fuenlabrada también precisaba de los tres puntos para jugar el play off de ascenso a primera.
El arresto se produjo horas después de que el presidente del club gallego anunciase su intención de pedir la inhabilitación de Tebas. Dos agentes de Policía se desplazaron desde Madrid hasta Coruña en plena noche para abordar al jugador por la mañana. El operativo partió de una denuncia presentada por la Liga apenas unas horas antes, concretamente por el departamento que dirige Florentino Villabona. La juez sobre la que recayó la denuncia archivó los hechos y criticó la detención por “intempestiva”.
El sindicato policial Unión Federal de la Policía (UFP) ha pedido por escrito a la dirección del Cuerpo abra una investigación sobre la actuación de Villabona, “por si hubiera utilizado a funcionarios policiales para su uso como integrante de una institución privada”.
Este es otro de los escenarios que ha enfrentado a la Liga con la Federación Española. El juez instructor del expediente abierto al Fuenlabrada por la institución que dirige Rubiales propuso el descenso a Segunda B del club madrileño. Le acusaba de haber ocultado positivos de covid-19, desplazar al equipo a La Coruña y generar una “adulteración sin precedentes”.
El último motivo de conflicto entre Liga y Federación es el que tiene que ver con los horarios de los partidos para la primera jornada de la nueva temporada. Pero, de momento, esa materia ya escapa a las competencias de Olivera y Villabona, dos comisarios que hace cuatro años compitieron para dirigir la Policía y ahora prolongan esa rivalidad de manera indirecta en el mundo del fútbol.