La sequía y la desertificación son dos efectos “incuestionables” del cambio climático y dos de los más devastadores, y nuestro país no queda exento de sufrirlos. Según apuntan desde Greenpeace, más del 75% del territorio español está ya en riesgo de desertificación y el 70% de las demarcaciones hidrográficas presentan niveles de estrés hídrico alto o severo debido a que cada vez las lluvias son más irregulares, al aumento de las temperaturas y al maltrato a los suelos y los bosques.
Esta advertencia no llega únicamente desde la organización ambiental. En un informe titulado ‘Impactos y riesgos derivados del cambio climático en España’ (2021), el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico también advierte de que se espera "un aumento generalizado en la intensidad y magnitud de las sequías meteorológicas e hidrológicas” unido a "una creciente aridez y un aumento del riesgo de desertificación".
Aunque son dos fenómenos diferentes, Greenpeace señala que están “íntimamente relacionados” y ambos tienen la capacidad de provocar efectos adversos en nuestra sociedad y también en la economía y los ecosistemas “que se agravarán en un futuro cercano como consecuencia del cambio climático y de la persistencia de un modelo de gestión insostenible de los recursos suelo y agua”.
Ante esta situación, desde la organización urgen a que se tomen medidas “decididas” que mitiguen estos efectos “devastadores” como “fortalecer el medio rural y cambiar el modo en que producimos nuestros alimentos y bienes de consumo”, señala Julio Barea, responsable de la campaña de aguas de Greenpeace.
Del mismo modo, Jesús Vargas, profesor de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), destaca la urgencia de “realizar una transformación profunda de las estrategias de gestión del agua y de los modelos de ocupación del suelo” en la que prime la “precaución” y “se impulsen políticas integradoras de adaptación y de ordenación del territorio, que superen intereses sectoriales y visiones cortoplacistas”.
Si seguimos haciendo un uso inadecuado del suelo y de los embalses, la Península Ibérica se parecerá cada vez más a un desierto"
En este sentido se ha pronunciado también WWF. La ONG advierte de que en 2050 nuestro país será "mucho más cálido y seco" y habrá zonas que vivirán bajo estrés hídrico, por lo que debido al cambio climático el panorama es "incierto" y el aumento de la demanda del agua, cada vez con menor disponibilidad, emporará la situación de ríos, acuíferos y embalses.
"Si seguimos haciendo un uso inadecuado del suelo y de los embalses, la Península Ibérica se parecerá cada vez más a un desierto", ha advertido Rafael Séiz, técnico de política del programa de aguas de WWF.
Mayor riesgo de incendios
Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, España es uno de los países de la Unión Europea con mayor riesgo de incendios , y esto se agrava en situaciones de sequía y en suelos desertificados. Además, las masas forestales tienen más dificultad para recuperarse de los daños causados por las sequías al ser estas cada vez más extremas, recurrentes y prolongadas, tal y como refleja el último Inventario de Daños Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico,