Se trataría de un 'plan B' en caso de que la investigación de los papeles de Bárcenas llevaran a Mariano Rajoy a un callejón sin salida y son muchos los que creen que ese momento no llegará. Pero aun así, en el Partido Popular comienzan a dirigir la mirada hacia la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, como el recambio "lógico" de Rajoy ante una situación de emergencia, y un "número dos" de experiencia política más contrastada, Alberto Ruiz-Gallardón. Esa operación no comprometería la estabilidad de un Gobierno al que respaldan 185 diputados sin necesidad de convocar unas nuevas elecciones generales de resultado incierto para los dos grandes partidos del país.
Y es que, además, la vicepresidenta aparece como "incontaminada" en el largo culebrón en el que Bárcenas ha convertido su trayectoria de 30 años por la gerencia y tesorería del PP. No aparece en los ya famosos papeles que recogen la presunta contabilidad en negro, aunque Bárcenas sí la citó una vez en sus cinco horas de declaración ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz. Fue, en todo caso, una alusión inocua al hablar de la comida de jubilación de Álvaro Lapuerta, su antecesor. A la misma acudieron además del homenajeado y de Bárcenas, Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, Javier Arenas y Pío García Escudero, siempre según el relato del hoy encarcelado en Soto del Real.
Otro que parece haberse librado de la pira es el actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. Es verdad que muchos creen que maniobra entre bastidores para perjudicar a sus posibles adversarios en la carrera por la sucesión de Rajoy y que en esa clave puede leerse la petición de la Fiscalía para que declare en calidad de testigo Cospedal ante el juez Ruz, aunque cada vez está más extendida la opinión de que al Gobierno en su conjunto le faltaron reflejos para apartar del caso de todos aquellos que consideran próximos al PSOE, sobre todo las dos fiscales del caso.
Así, Soraya Sáenz de Santamaría podría ser investida presidenta del Gobierno y Gallardón ser su vicepresidente político y portavoz del Ejecutivo. Un tándem manejado por cuadros medios y dirigentes territoriales del partido para una situación límite. La actual vicepresidenta contaría con el apoyo de los suyos, aseguraría una sucesión "ordenada" y alejaría el temor popular a un adelanto electoral. De hecho, ya hay voces del Grupo parlamentario del PP, que ella capitaneó la anterior legislatura, que creen que, en caso de ir a una moción de censura, podría tomar la palabra en nombre de Rajoy.
Gobierno y PP creen que Bárcenas no puede hacer más daño del que ya ha hecho, pero el ex tesorero ha avisado que tiene más documentos
Lo cierto es que el entorno de la vicepresidenta asegura que ese proceso de sucesión no existe porque hay un jefe del Ejecutivo para toda la legislatura y se llama Mariano Rajoy. Por su parte, el inquilino de la Moncloa cree que la estabilidad está asegurada --así se lo dijo a los empresarios del Consejo Empresarial para la Competitividad-- gracias a su amplia mayoría absoluta, un valor a tener muy en cuenta fuera de nuestras fronteras y, por lo tanto, su voluntad es continuar.
Creen que el extesorero no puede haber más daño del que ya ha hecho, a pesar de que admitió que no ha entregado al juez Ruz todo lo que tiene, y que ha agotado todos los cartuchos contra el presidente tras la publicación de los SMS. Porque la supuesta entrega a Rajoy de 45.000 euros en los años 2009 y 2010 no cuenta más que con la palabra del hoy encarcelado, sin ningún tipo de soporte documental y, del resto de las anotaciones, el inquilino de la Moncloa ya negó en su momento haber recibido ningún tipo de sobresueldo en negro.
En Moncloa pesa, y mucho, la experiencia de países como Italia o Grecia, con gobiernos en precario que dependen de un delicado entramado de pactos que día sí y día también amagan con ser dinamitados. No es un ejemplo que manejen en el PP como la mejor vía para salir del enredo Bárcenas y, lo que es más importante, de la crisis económica, que exige la culminación de una serie de reformas ya comprometidas con Europa. Así, el escenario de un adelanto electoral es quizá la última de las opciones.