En 2017 se suicidaron 46 agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (que incluyen a Policía Nacional y Local, Guardia Civil y las policías autonómicas), 2,5 veces más que entre la población civil. Esta es una de las caras más oscuras entre los 235.000 trabajadores que se dedican a proteger a los demás.
La Policía no tiene a día de hoy un protocolo para intentar evitar que los agentes se quiten la vida. Los distintos sindicatos llevan trabajando en la Comisión de Seguridad y Salud Laboral de la Policía Nacional desde hace un año en una hoja de ruta que puedan utilizar para ayudar a sus compañeros. “Esperamos que esté listo para finales de 2018, aunque si después no está dotado de medios humanos y de recursos necesarios no servirá de nada”, explica Carlos Prieto, de la secretaría de riesgos laborales del Sindicato Unificado de Policía (SUP), el mayoritario en el Cuerpo.
El tabú que existe alrededor del suicidio ha hecho que desde el Ministerio del Interior y, más concretamente, desde la Dirección General de Policía (DGP) se haya mirado hacia otro lado cuando distintas organizaciones sindicales les han transmitido el problema que se arrastran todos los cuerpos. “Muchas veces se atribuye a problemas con la pareja, con el alcohol, el juego… Se ven como causas del suicidio, no como parte del camino”, explica Casimiro Villegas, policía local de Sevilla.
Villegas sabe bien de lo que habla. Hace años se puso una pistola en el cuello. Disparó, pero tenía el seguro puesto. Su mujer se acercó despacio y se la quitó de la mano. Desde entonces lleva investigando este fenómeno dentro de las fuerzas de seguridad. A principios de 2017 se lanzó a montar Zero Suicidio Policial, una plataforma que trabaja en forma de red para intentar sacar del pozo a todo aquel que lo necesite. “Somos una especie de milagro. Tenemos más y mejores datos que el propio Ministerio y nos enteramos de los suicidios antes que los cuerpos policiales”. Subraya la gran cantidad de policías que acudieron hasta ellos después de estar destinados en el 'Piolín’, el barco que Interior dispuso para los agentes desplazados a Cataluña por el referéndum del 1 de octubre.
El tabú que existe alrededor del suicidio ha hecho que la Administración haya mirado hacia otro lado
“Estamos en precario”, dice Prieto, a lo que añade que “en septiembre se ha limitado que los policías se puedan hacer los reconocimientos médicos porque se ha terminado el dinero”. El plan de prevención de la Policía tiene previsto implantar unas unidades básicas sanitarias para dar asistencia psicológica, pero por la falta presupuestaria no se ha llegado a hacer todavía.
Un año antes de que la actividad de Zero Suicidio Policial comenzase, Villegas ya llevaba hecho un estudio de campo. En 2016 hubo 29 suicidios y en 2017 contaron 46. Paralelo a su nacimiento se creó Vive CNP, una asociación altruista integrada por policías nacionales y profesionales que da asistencia psicológica a quien lo necesite para superar esta lacra. Ese puede ser uno de lo motivos por los que este año no se alcanzarán números tan alarmantes como el anterior: hasta septiembre de 2018 han contado 20.
Junto a él trabaja Fernando Pérez Pacheco, psicólogo clínico especializado en suicidio policial (en estos momentos se encuentra doctorando sobre la materia). “Las causas del suicidio en la policía son muy parecidas a las de la población civil, pero se suman las características propias del trabajo de los agentes”, explica.
Segun los datos del Ministerio, la mayoría de suicidios en la Policía Nacional ocurridos desde 2013 hasta 2017 se produjeron por armas de fuego
Todas las fuentes consultadas para este reportaje coinciden en apuntar en que la relación con los mandos y el propio trabajo (ver homicidios, secuestros) son agravantes en la salud mental de los policías. “Los policías vamos con la muerte a nuestro lado”. Villegas se refiere a la pistola reglamentaria que llevan en el cinto. Para Carlos Prieto del SUP supone una “situación precipitante” y para Pérez Pacheco, un facilitador.
Según los datos del Ministerio, a los que ha tenido acceso Vozpópuli, la mayoría de suicidios en la Policía Nacional ocurridos desde 2013 hasta 2017 se produjeron por armas de fuego. “La policía es la única profesión, junto con los médicos, que trabajan con las herramientas con las que se pueden quitar la vida”, apunta el psicólogo.
La Guardia Civil, por su parte, sí cuenta con un protocolo de actuación, aunque los datos recogidos desde 2016 a 2017 por la asociación de Villegas registran que es el cuerpo donde más suicidios se han producido: 41 frente a los 32 de Policía Nacional.
Miedo a pedir la baja psicológica
“Una persona no decide suicidarse de un día para otro. Pueden pasar meses, incluso años, hasta que llega a ese punto”, explica el psicólogo de Zero Suicidio Policial. En ese camino, los agentes, sean del cuerpo que sean, se enfrentan al miedo de cogerse una baja por motivos psicológicos.
No es una decisión bien vista en los distintos cuerpos. Tradicionalmente se les trataba como si estuviesen locos. En la actualidad se enfrentan a futuros problemas de ascenso o de acceso a unidades especiales. Es una especie de estigma que llevarán en su currículo.
Desde la plataforma de Villegas y Vive CNP quieren concienciar de que eso no es así, que si un policía tiene un problema de esta índole hay que tratarlo con normalidad antes de que se produzca un final desastroso. “En Estados Unidos tienen una red de balnearios para policías y militares porque son conscienten de la presión a la que se exponen en su día a día. Aquí eso es impensable”, dice el policía local de Sevilla.
A pesar de lo que supone pedir una baja médica por estos motivos, el año pasado sólo en Policía Nacional se produjeron más de 460 bajas por esta razón. Según los datos aportados por el Gobierno al diputado de Podemos Juan Antonio Delgado, y recogidos por la Asociación Unificada de Guardia Civil, en la Benemérita se produce una prejubilación por motivos psicológicos cada tres días.
El ejemplo está en otros países
España tiene varios espejos en los que mirarse para poner en prática el protocolo antisuicidios en los cuerpos policiales. Varios países de nuestro entorno ya están en marcha.
“No recibimos formación emocional para autoprotegernos. Algo que nos señale los factores que nos pueden llevar al suicidio”, reclama Casimiro Villegas. Pone los ejemplos de Estados Unidos, Australia, Inglaterra e Italia.
Este último país aprobó su guía el año pasado. El general de los Carabinieri, Tullio del Sette, se llevó las manos a la cabeza cuando vio la relación de suicidios en la Policía y en el cuerpo que dirige. Se plantó un domingo con su coche en la casa del ministro del Interior y le espetó que el problema lo arreglaba el político, o lo arreglaba el militar.