España

Wolframio, el mineral que EE.UU usó para asfixiar a Canarias y sedujo a Londres a invadir las islas

Franco el 17 de julio de 1936 en Las Palmas antes de desplazarse a Marruecos presidió un funeral del gobernador militar Amado Balmes

  • Franco el 17 de julio de 1936 en Las Palmas antes de desplazarse a Marruecos presidió un funeral del gobernador militar Amado Balmes

Se cumplen ocho décadas de una de las medidas que EE.UU aplicó sobre Canarias para bloquear la llegada de divisas al régimen de Franco. Las extracciones de wolframio de Galicia para enviarlo a Alemania generó un embargo de petróleo norteamericano a las islas y el régimen se vio humillado en las islas hasta el punto que el capitán general de Canarias, García Escámez, no tenía ni para enviar agua en barcos a Lanzarote o Fuerteventura. Hasta el buque Juan Sebastián Elcano tuvo que pasar penurias. El franquismo y la II Guerra Mundial acabó con la tradición librecambista de Canarias y produjo la contracción de exportaciones de frutas, bajada del negocio portuario. "Provocaron una de las situaciones de mayor penuria de la historia de las Islas y un hundimiento del poder adquisitivo y de los niveles de vida de la población", señala el profesor Ricardo Guerra Palmero, que agrega: "en este clima generalizado de privaciones y estraperlo, hubo momentos de descontento popular que las mismas autoridades militares reconocían, y que en los meses en que no llegaban las importaciones de cereales o en años en que había malas cosechas se amplificaba, como en el año 1945, en el que la cosecha fue especialmente mala y el racionamiento irregular".

Washington estaba muy molesta con el régimen franquista y hasta le colocó a la dictadura un auditor natural de Ohio en la refinería de Cepsa en Santa Cruz de Tenerife. El administrador norteamericano era el que imponía su criterio y aplicaba penurias al combustible que debía usar en las islas el Ejército de Tierra priorizando el acceso a carburante de los Aliados que pasasen por las islas. "Desde  esta  perspectiva  norteamericana,  las  importaciones  de  petróleo  en  España,  en  general,  y  en  Canarias,  en  particular,  eran  preocupantes,  sobre  todo  por  las  incertidumbres que generaba la no beligerancia española", señala Juan Manuel Benítez del Rosario, decano de la Facultad de Economía, Empresa y Turismo de la ULPGC en 'El desabastecimiento de petróleo en Canarias durante la Segunda Guerra Mundial'.

Esto en Canarias provocaba de por sí un grave riesgo de seguridad. Las restricciones comenzaron en 1942 pero en junio de 1944 hubo que aplicar un confinamiento al parque móvil de las islas. Hasta octubre de 1945 en Canarias no se supo lo que era cierta normalidad en cuanto a carburante y eso que existía una de las pocas refinerías en el mundo con capacidad de funcionar sin problemas de seguridad.

En un principio, el incremento de las importaciones de crudo tenía como objetivo reponer las reservas para la marina mercante y la exportación a la península y las colonias, pero él creía que respondía también a una finalidad militar. Las importaciones canarias de petróleo pertenecientes a empresas norteamericanas crecieron de las 44.000 toneladas de 1935 a 64.000 al año siguiente, 221.000 en 1939 y 234.000 en el primer semestre de 194.018 toneladas.

El coronel del Instituto de Historia y Cultura Militar, José Romero Serrano, destaca las contradicciones de un periodo en el que la ausencia de petróleo hace de Canarias un territorio al pairo. El régimen se preparó para ser invadidas. Romero explica que en el caso de Fuerteventura el plan de defensa de la isla previsto era hacer a un desembarco aliado británico durante la II Guerra Mundial y, particularmente, en el año 1943, cuando la amenaza se ceñía de forma más peligrosa.

"El interés fue dentro de la estrategia aliada", afirma el coronel. Londres veía amenazada la situación de Gibraltar y se hacía necesario "buscar un puerto alternativo para todas las rutas que iban hasta la India, Australia y Oriente Medio". La alternativa que compensara esa pérdida sería el puerto de La Luz, en Gran Canaria. Pero también por el valor que tenía Canarias por su posición geoestratégica frente a África y la proyección hacia América.

El cambio de postura de Madrid, que pasó de la neutralidad a la no beligerancia, llevó a que el Reino Unido considerara en 1941 la invasión de las islas como algo inminente y no una simple posibilidad. Se preparó una operación para ocupar Gran Canaria, para, desde ahí, intentar conquistar Tenerife y luego el resto del archipiélago. La amenaza despertó la necesidad de crear un plan defensivo en Canarias. El encargo defensivo llegó desde del Estado Mayor del Ejército. Se confió al capitán general de Canarias, Ricardo Serrador, quien diseñó un sistema defensivo para todas las islas con “instrucciones de que había que defender todas y cada una de las islas, defenderlas a toda costa” y, para ello, dio recursos y medios para que se hiciera esa defensa autónoma de cada isla porque “la posibilidad de refuerzo era muy difícil”.

El coronel Romero explica que, en el caso de Fuerteventura, llegaron a estar cinco batallones, unos 4.000 hombres que debían vigilar la isla ante una amenaza inglesa a un territorio donde no debían de vivir más de 13.000 habitantes. Canarias esperaba hacer frente a un contingente entrenado durante diez meses para realizar la operación, compuesto por entre 10.000 y 25.000 hombres, con un despliegue defensivo que en Fuerteventura contó con el Batallón Independiente de Infantería 32 y el Batallón de Infantería 132, ambos con sede en la isla, a los que se sumarían desde la península los tres batallones del Regimiento de Infantería 73 y la previsión de una movilización de otros tres batallones más dentro de Canarias.

A ello se sumarían, explica, la artillería de costa y la artillería de defensa de campaña, más los elementos de fortificación, el aeródromo de Tefía y la pequeña ayuda que podría proporcionar la Armada. "Todos estos elementos constituyen el plan defensivo para evitar el desembarco y, si este se producía, batirlo en la playa", apunta. Será, sobre todo, en 1943 cuando empiecen a construirse por la costa oriental de Fuerteventura unas pequeñas estructuras de hormigón con un recubrimiento de elementos próximos, como las piedras de lava, que servían de elemento de camuflaje. El censo de las construcciones en la isla cifra en 57 el número de nidos de ametralladoras, simples o dobles, construidos para la defensa del litoral sobre la línea de la pleamar. También se edificaron dos posiciones artilleras de costa, una en Corralejo, mirando hacia La Bocaina, y la otra en Matas Blancas.

El litoral este de Fuerteventura se convirtió en el principal escenario por el que podrían entrar a la isla las fuerzas enemigas. El oeste, con una geografía escarpada, hacía imposible los desembarcos. Desde Corralejo hasta Costa Blanca, en La Pared, se levantaron pequeñas fortificaciones, que acabaron abundando en las zonas de Corralejo, Puerto del Rosario, Caleta de Fuste y Gran Tarajal.

El 8 de noviembre de 1942 se produjo la 'Operación Torch', una campaña que se materializó con el desembarco de las tropas anglo-norteamericanas sobre las playas de Casablanca, Argel y Orán. "Fue en el año 1943, cuando las islas alcanzan el momento cénit en la defensa", sostiene el coronel. "La entrada de Estados Unidos en guerra por el norte de África, pegado a Canarias, ocasiona un temor muy grande en el Gobierno español porque se podía perder el protectorado de Marruecos, Canarias y, además, podía provocar una situación muy compleja: que los alemanes entraran en la península y conquistaran Gibraltar con o sin permiso español". "En ese entorno tan peligroso de finales de 1942, es cuando se da el último empujón a la defensa de Canarias con 40.000 hombres en todas las islas", apunta. "La intervención aliada, el desalojar a los alemanes e italianos del Mediterráneo y la detención de Mussolini hacen que deje de ser una amenaza", sostiene. También jugó a favor del archipiélago que los ingleses se mostraran temerosos porque "la resistencia podía ser dura, aunque se consiguiera al final el objetivo igual se tenían que implicar tres o seis meses en una campaña que para ellos hubiera sido muy penosa y les hubiera privado de esos medios para estar en otro lado".

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