Las bases de Podemos andan inquietas. El gesto "amable" en política de su lideresa in pectore, Yolanda Díaz, provoca "pánico" en los acólitos morados, acostumbrados al 'machete' del exlíder Pablo Iglesias. Según las fuentes consultadas en el partido, en Podemos hay quien piensa que las formas de la vicepresidenta segunda no son las acertadas para forzar cambios. En plata: nada de sonrisas, mejor palabras gruesas.
Pese a que la dirección morada no entra a valorar públicamente la opinión de las bases sobre Díaz, lo cierto es que, en privado, altos cargos del partido comentan que tan solo se trata de una "transición en el estilo". Además, recalcan que los fines políticos de la vicepresidenta segunda son los mismos que perseguía Iglesias en el Gobierno. "No puede ser de otra forma. Si no, sería incompresible que Pablo [Iglesias] le hubiera entregado la vicepresidencia y la candidatura a ella", zanjan.
En Moncloa, precisamente, el lado socialista del Gobierno atacó a Díaz por su imagen "amable". Algunos ministros del PSOE lanzaron la idea de que, en realidad, la vicepresidenta segunda es una comunista "peligrosa". Y el lado morado no puede evitar relamerse con la incomodidad de Pedro Sánchez ante el auge de su adversaria.
Lejos de un partido
Más allá de ese resquemor que levanta en las bases, Díaz está dando motivos a la parroquia morada para que la miren con recelo. La vicepresidenta segunda se ha propuesto levantar una plataforma política con referentes de la sociedad civil y de diferentes partidos para trascender las siglas de Unidas Podemos. Y ese camino diluye, irremediablemente, el peso del aparato morado. Ese, precisamente, es uno de los frentes que tiene abiertos con los de Ione Belarra.
Es más, Pablo Iglesias se lo ha recordado públicamente. El exvicepresidente advirtió a Díaz de que los partidos tienen que tener "un papel determinante" en su proyecto y, por eso, le pidió que "todos los espacios y liderazgos se sientan a gusto y respetados". Lo cierto es que la relación entre Iglesias y Díaz se ha deteriorado por culpa del devenir de Podemos en la futura plataforma.
Hay mensajes que chirrían. Es más, otras fuentes del partido citadas por eldiario.es exponen en privado su "desconcierto" por recuperar la idea de transversalidad. Saben que esa estrategia puede servir para ampliar el electorado, pero no entienden, por ejemplo, que la vicepresidenta diga que "la sanidad pública no es ni de derechas ni de izquierdas".
Llama mucho la atención lo desacompasados que van los mensajes de los morados y de la propia Díaz. Mientras para Podemos ya se ha dado el pistoletazo de salida del "frente amplio" -nombre que rechaza la titular de Trabajo-, el entorno de la vicepresidenta recalca que "no ha dado ningún paso".
Un interés común
Iglesias, además, dejó caer otro recado a la vicepresidenta, quien trata de poner distancia, tras reconocer que le hubiera "encantado" ver a la secretaria general morada, Ione Belarra, y a la número dos, Irene Montero, en el acto de 'otras políticas' de Valencia. Ese encuentro con Ada Colau, Mónica Oltra y Mónica García fue el inicio de "algo maravilloso", en palabras de la titular de Trabajo.
La vicepresidenta, de tradición comunista, lleva varias semanas dejando claro que no le interesa diseñar su herramienta política con los planos de un partido tradicional (cargos, órganos, consejos, militancia, disciplina, corrientes...). Y eso, en Podemos, recuerda a una de las primeras batallas que les partió, cuando Íñigo Errejón, según cuenta él mismo en sus memorias, puso distancia a la liturgia de partido que muchos de sus excolegas consideran tan necesaria para aupar a un político a la cima.
Hay morados que reconocen que se generarán fricciones con Yolanda Díaz, pero asumen la vía pragmática. También las bases. Al final, cuentan, en los partidos es casi más importante la pervivencia de la organización que el programa político. Y si Podemos ve que la estrategia de Yolanda Díaz les garantiza más escaños, van a preferirla a inmolarse en unas elecciones.