Les hablo hoy de una “gastroescapada” que lleva implícita una buena parte de nuestra historia más reciente. Y es que la que fuera casa de veraneo de Adolfo Suárez, el primer presidente de la democracia española abre sus puertas al público convertida en un hotel boutique con cinco estrellas y mucho encanto.
El hotel, perteneciente al grupo hotelero Fontecruz, se distribuye en tres plantas. La inferior es la que más fiel se ha mantenido a la estructura original de la casa y en ella se encuentran el zaguán de piedra que da la bienvenida al huésped, la cocina -hoy convertida en el comedor del hotel- y la recepción que ocupa el espacio de lo que fuera antaño el despacho del presidente Suárez y que mantiene intacta una gran librería con una pequeña puerta secreta diseñada para facilitar su huida en caso de emergencia.
También en esta planta se encuentran los salones sociales del hotel, con tres chimeneas, sofás tipo Chester y piezas muy especiales entre las que se incluyen obras de arte originales, muebles franceses de principios del XIX o un biombo oriental del año 1.600.
Las plantas superiores albergan las diez habitaciones (dos Delux, cinco Junior Suites y tres Suites) de este hotel. Cada una de ellas recibe el nombre de alguno de los valores sobre los que se sustentó la figura de Adolfo Suárez. Vida, Amor, Alegría, Libertad, Paz, Coraje, Diálogo y Felicidad son algunos de los nombres de las diferentes estancias.
Entre las zonas comunes del hotel se encuentra un imponente jardín delimitado por la propia muralla de Ávila, salpicado de vegetación y una piscina de verano que convierte a La Casa del Presiente en el único hotel situado dentro del conjunto histórico que tiene piscina exterior, además de ser el único cinco estrellas de la ciudad.
En el apartado gastronómico, La Casa del Presidente, además de sus esmerados desayunos caseros, ofrece también servicio de cenas. Al frente de su cocina el chef Darío del Monte, nacido en Cebreros y formado en la Escuela de Hostelería de Ávila, propone una carta bastante completa en la que predomina la materia prima y las elaboraciones sencillas y convincentes. En la bodega numerosas referencias a vinos de la zona (Cebreros, El Tiemblo y El Barraco) con alguna incursión en las principales etiquetas nacionales e internacionales.
Todo ello a una hora de Madrid. Confort, elegancia, clase y una parte esencial de nuestra historia que dota al hotel de un especial encanto.
