Abierto hace unos meses en el populoso barrio de Chueca, Roostiq es un soplo de aire gastronómico en una zona en la que la oferta no siempre tiene la calidad deseable. Franquicias diversas, opciones low cost de nivel bastante cuestionable… no es fácil encontrar en Chueca restaurantes con el encanto y el buen hacer del que hoy les hablo. Diseñado y decorado por la interiorista María Villalón, Roostiq conjuga perfectamente el ambiente cool y cosmopolita del barrio de Chueca con la filosofía de respeto al producto y pasión por la cocina a fuego del restaurante.
Roostiq obtiene sus productos de su propia finca de 150 hectáreas en Ávila, y los elabora a través de su cocina a fuego en tres variantes: fuego de leña en su horno, fuego a carbón en su parrilla y fuego directo, salteando el alimento a la llama.
Preside la cocina del restaurante un horno napolitano que mantiene una temperatura de 485 grados y en el que se elaboran además de las pizzas artesanas, dos platos que merecen mención, el lomo de salmón con cebolleta y el pollo Roostiq, en los que se comprueba cómo el horno sella el exterior del producto y conserva en el interior toda su jugosidad.
La parrilla de carbón es igualmente fundamental en la propuesta de Roostiq. En ella se elaboran platos como las espinacas baby y rúcula con vinagreta de bacon y huevo frito, el entrecot, la picanha y el chuletón de vaca. Finalmente, las acelgas salteadas a la llama son la propuesta donde el fuego se utiliza de manera directa.
Postres caseros, elaborados por el equipo de cocina liderado por Carmen Acero, como el bizcocho de queso y chocolate con avellanas, la piña glaseada a la brasa, la tarta de manzana y el brownie de chocolate. En la parte líquida de la carta, 78 referencias de vinos (algunas servidas por copas) y las creaciones mixólogas de Joel Jamal, el barman que fue campeón de España de coctelería.
