La tierra, el terruño, es la verdadera cuna en la que se mecen los viñedos, de donde extraen su fuerza y muchas de sus características, aunque durante años fue maltratada y explotada. Eran tiempos en los que se utilizaban pesticidas y un largo etcétera de sustancias químicas, ajenas a la naturaleza, para evitar insectos o enfermedades.
Hay que ponerse en contexto, era la época de la industrialización española del campo y se perpetraron aberraciones como arrancar viñedo viejo para plantar viñas jóvenes que daban más uvas… la cantidad pudo sobre la calidad.
Un “desarrollismo” mal entendido que miraba a los adelantos técnicos sin tener en consideración las prácticas anteriores por considerarlas ‘antiguas’, cuando en realidad eran sumamente ecologistas (aun quizás sin saberlo los propios agricultores).
La sabiduría de nuestros mayores
No podemos englobar a todas las bodegas en estos usos, pero sí fueron rutinas bastante generalizadas en nuestro país. Los suelos de nuestros viñedos se resintieron, quedaron baldíos o sumamente empobrecidos por falta de minerales, materia orgánica, etc. Una pérdida que, afortunadamente, hoy se está remediando a pasos agigantados en pos de una nueva sostenibilidad.
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Hace ya unos años, enólogos y viticultores volvieron la vista al pasado y concluyeron que la riqueza del suelo era primordial para la salud de la viña, sus frutos y, como consecuencia, el vino resultante. Numerosas bodegas comenzaron a cultivar en ecológico, lo que significa que no se utilizan pesticidas y demás familia. Que cuidan y nutren sus tierras mediante procedimientos naturales como el abono de animales, compostaje, turba o cenizas de materias orgánicas, entre otras posibilidades.
A cada suelo, su vino
Actualmente, los sustratos han cobrado entidad como parte protagonista de la calidad del vino final. Pero no todos los terruños son iguales. Entre los más importantes están los pizarrosos (pobres, cogen calor de día y la irradian por la noche, dan vinos potentes), pedregosos (de los mejores porque facilitan el drenaje, muy cotizados) o arenosos (vinos finos y de baja acidez). Éstos últimos se libraron de la nefasta filoxera porque allí no entraba el insecto.
Viñedos en Lanzarote. Pexels.
Otras variedades son los arcillosos (conservan la humedad largo tiempo, dan vinos con estructura), graníticos (son esos vinos muy minerales y salinos), los suelos calizos (riqueza aromática y baja acidez), volcánicos (ya hablamos de ellos en Gastrópoli, habituales en Canarias, proceden de la lava y tampoco aquí entró la filoxera). Finalmente, los suelos francos, tierra muy pobre donde la viña busca el agua extendiendo sus raíces hacia abajo; un firme muy buscado en viticultura: menor rendimiento, pero mejores uvas.
Nuestro país es un inmenso rompecabezas con distintos tipos de bases, como la arena de Toro, el canto rodado tan clásico de Rueda, el volcánico de Canarias con sus paisajes lunares… Hemos seleccionado tres vinos diferentes en los que la tierra manda y les otorga una gran calidad. Desde Baleares a Cataluña, pasando por Cebreros, tierra abulense con gran historia vitivinícola.
Los Vinos
Arrayán Albillo Real Granito 2021
Con la sabiduría que caracteriza a esta bodega, quisieron hacer un homenaje con este nombre a la base granítica sobre la que crecen las viñas. Un monovarietal de albillo real- hoy muy en boga, antes mucho menos-, de viñas viejas que crecen en este terruño enclavado en Cebreros (Ávila) a 700 metros de altitud.
Como era de prever, es un vino muy mineral, franco y con cuerpo. Entrada sedosa y largo. No faltan notas a miel e hinojo en nariz. Envasado con la DOP Cebreros, a pesar de su poca crianza (8 meses en tinajas de barro). Ahora está perfecto para descorchar. PVP recomendado: 17 euros.
Vía Edetana Blanco 2022
Todo por la garnacha. Éste podría ser el lema de Bodegas Edetaria, una casa con gran tradición ‘garnachera’ que va a más. En esta añada se eliminó la uva viognier para resaltar el frescor natural de la garnacha blanca. Además se ha cambiado el diseño de la botella y etiqueta- también para el tinto- ahora más estilizada y refinada.
Un novedoso vino- con D.O. Terra Alta- que proviene de viñas que crecen sobre un suelo llamado “panal”, duna fósil del cuaternario de composición arenosa compacta. Un 'terruño' que da un vino aromático, casi perfumado, finísimo, muy fresco aunque cremoso en boca. Marcada salinidad final muy agradable. Una palabra lo define: elegancia. PVP recomendado: 15 euros.
ÀN 2021
Una casa que siempre se ha caracterizado por la búsqueda de su identidad balear y que elabora este ÀN 2 con las variedades autóctonas más importantes de Mallorca: callet (95%) y mantonegro- fogoneu el resto. Se hizo con uvas de viñedos que crecieron sobre suelo ‘Call Vermell’, arcilloso derivado de la erosión de rocas calizas.
Envejece en toneles de roble francés y americano de 225 litros durante un año. El resultado es un vino expresivo y equilibrado. Muy mineral (lo que no es fácil de encontrar en tintos) y poderoso. El terruño en la copa. PVP recomendado: 42 euros.
La tierra transmite muchas de sus cualidades a los frutos del viñedo. Si esa ‘cuna’ o terruño está sano, el vino obtenido será mejor.
Nota: Ninguno de los vinos mencionados se han seleccionado por motivos comerciales, su elección es una decisión únicamente de calidad y periodística. Los precios son meramente orientativos.