Cuando Beatriz Muñoz (Gualadalajara, 1996) tenía solo ocho años, en una revisión médica le detectaron un linfedema en la pierna derecha. Un problema de salud no grave pero sí crónico que le provoca dificultades de movilidad. “Básicamente, el sistema linfático de mi pierna derecha no funciona con normalidad y esto provoca que no drene la linfa –exceso de líquido que sale de los capilares sanguíneos–“, explica esta guadalajareña de 25 años, que tiene una discapacidad reconocida del 33%. Afortunadamente, a nivel físico, esta circunstancia no le supone grandes limitaciones. “Me canso antes y se me carga un poco la pierna, pero más allá de eso no tengo impedimentos para hacer una vida normal”, comenta.
Beatriz cursa último curso del Grado de Relaciones Laborales y Recursos Humanos en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Ella es una de las 24.113 personas con discapacidad que estudia una carrera universitaria en España en el curso 2020-2021, un colectivo que representa el 1,5% del total de la comunidad universitaria en nuestro país. La realidad de estos estudiantes con necesidades especiales ha sido analizada en profundidad en el V Estudio ‘Universidad y Discapacidad’, realizado por la Fundación Universia, que cuenta con el apoyo de Banco Santander para el desarrollo de sus actividades, con la colaboración de Fundación ONCE, Crue Universidades Españolas, el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) y el Real Patronato sobre Discapacidad.
El trabajo aborda el grado de inclusión actual de las personas con discapacidad en el sistema universitario español y para su elaboración se han recabado las opiniones de 1.860 universitarios con discapacidad pertenecientes a 61 universidades españolas.
Estudiar en tiempos de pandemia
La irrupción de la covid-19 en el mundo ha trastocado la vida de las personas en todos los ámbitos, y el universitario no es una excepción. Los cambios y restricciones provocadas por el virus han afectado de manera especial a los alumnos con discapacidad. El 21% afirma que se han sumado nuevas dificultades a las que ya experimentaban para seguir sus estudios con normalidad.
“De la noche a la mañana pasamos a trabajar online. Y esto te obliga a gestionar tu tiempo y tus recursos de otra forma. Tanto alumnos como profesores nos tuvimos que adaptar y aprender sobre la marcha, porque nunca antes habíamos seguido ninguna clase o atendido una tutoría de forma virtual”, indica Beatriz Muñoz, que ha realizado prácticas en varios departamentos de Fundación Universia.
El 17% de los estudiantes universitarios con discapacidad tiene dificultades para realizar exámenes y seguir las clases
Esa falta de preparación es, de hecho, uno de los aspectos que peor valoran los estudiantes de sus universidades. “Se dio por hecho que todos teníamos dispositivos para seguir las clases, pero no fue así en todos los casos. Tal vez las universidades deberían haber ofrecido la posibilidad de facilitar a estas personas mayores facilidades para poder seguir las clases”, comenta esta estudiante.
De alguna manera, se diría que la covid-19 ha destapado las carencias tecnológicas de las Universidades. El 17% de los estudiantes participantes en el estudio denuncia dificultades para realizar exámenes y seguir las clases. Muñoz cree que se debería haber empezado mucho antes a trabajar en estos formatos, pero, al mismo tiempo, ve en su llegada una gran oportunidad de futuro. “No todos vivimos cerca de la facultad o tenemos la posibilidad de desplazarnos en un transporte adaptado. Un modelo híbrido que combinara ambas modalidades con flexibilidad podría ser de gran ayuda para personas, por ejemplo, con movilidad reducida”, reclama.
No obstante, a pesar de estas deficiencias, en general los estudiantes con discapacidad se muestran satisfechos con las posibilidades que las tecnologías abren para el seguimiento de sus estudios. Nueve de cada diez declara que puede estudiar perfectamente desde casa al contar con los dispositivos y los recursos informáticos para ello.
Servicios de atención especiales
Con todo, las universidades españolas son cada vez más conscientes de las necesidades especiales de este colectivo, algo que muchas de ellas han reflejado en sus estructuras internas. El 95,1% de las universidades participantes en el estudio de Universia cuenta con un servicio propio de atención a los estudiantes con discapacidad que presta apoyo en cuestiones como adaptaciones curriculares o información sobre derechos, becas o ayudas para el estudio. En cuanto a la valoración que los estudiantes hacen de este servicio, esta ha mejorado sensiblemente (de 5,9 que registraba en 2015 a los 8 puntos sobre 10 de la actualidad).
Beatriz Muñoz coincide en que se han producido avances en los últimos años, aunque apunta que la crisis sanitaria ha puesto de manifiesto que aún queda mucho camino por recorrer. Sobre todo, en lo referente a una mayor sensibilización y formación en materia de discapacidad, tanto entre alumnos como entre docentes. “Muchos no saben cómo reaccionar ante una persona con discapacidad, o desconocen sus derechos, por ejemplo, en cuanto a la posibilidad de tener tiempo adicional para completar sus exámenes”, comenta.