Hace unos meses que la visita diaria del cartero a Iznájar, un término municipal de la provincia de Córdoba de apenas 4.000 habitantes diseminados por pequeñas pedanías, es aguardada por sus vecinos con especial expectación. La razón es que saben que María del Mar Ramírez, que así se llama la empleada de Correos que cubre esta ruta de unos 70 kilómetros, además de paquetes, facturas y cartas de parientes, puede traerles hasta su casa dinero en efectivo.
Y es que algo tan sencillo y cotidiano como es acudir a un cajero automático para sacar dinero se convierte en toda una odisea para un elevado número de personas que habitan en zonas rurales poco pobladas y desprovistas de sucursales bancarias próximas. Es una de las consecuencias del éxodo rural.
El Banco Mundial estima que el 81% de los españoles vivía en ciudades en 2019, una tendencia que sigue una clara evolución al alza y afecta especialmente a Comunidades Autónomas como Andalucía, Cataluña, Castilla-La Mancha, Extremadura o Castilla y León. Como resultado, muchas pequeñas poblaciones están quedando desatendidas en determinados servicios esenciales, incluidos los financieros.
Por su parte, el catedrático de análisis económico de la Universitat de València y director adjunto de investigaciones del IVIE, Joaquín Maudos, señala que “el porcentaje de municipios que no tienen oficina ha aumentado 8,4 puntos hasta el 52,7% y el porcentaje de población que vive en esos municipios sin sucursales ha aumentado del 2% al 3%, lo que supone que en la actualidad casi 1,4 millones de personas no tienen acceso a un banco en su lugar de residencia”.
En el caso de El Higueral, una de las aldeas que conforman Iznájar, sus vecinos se veían obligados a recorrer 10 kilómetros por carreteras secundarias hasta el pueblo de Rute, donde se encuentra la sucursal más cercana de Banco Santander, cada vez que necesitaban realizar alguna gestión.
Uno de esos vecinos es Salvador Expósito, un agricultor al que le gusta tomarse su café en el bar del pueblo antes de irse al campo a faenar, algo que le obliga a tener que disponer de pequeñas cantidades de efectivo en su bolsillo. “En las compras más elevadas uso las tarjetas, pero para cosas pequeñas prefiero pagar con dinero”, explica.
Un servicio ‘a domicilio’
Para ayudar a Salvador y a decenas de miles de personas en toda España que se encuentran en una situación similar, Banco Santander y Correos han puesto en marcha Correos Cash, un servicio de reparto de dinero en efectivo a domicilio a través de los carteros y la propuesta de otros servicios financieros en zonas rurales. Su objetivo es que todas las personas, con independencia del lugar en el que residan, puedan acceder y disfrutar de servicios financieros básicos sin necesidad de desplazamiento.
Una tarjeta bancaria de Banco Santander y el DNI es todo cuanto necesitan los clientes de la entidad para realizar servicios de retirada e ingreso de efectivo en los 4.675 puntos de atención al ciudadano que tiene Correos (2.393 oficinas y 2.282 puntos de atención rural) en toda España. Además, los carteros de Correos se han convertido en el nexo humano, familiar y de confianza entre Banco Santander y sus clientes de las zonas rurales mas despobladas, al llevar hasta los domicilios de los clientes cantidades de efectivo que previamente estos han solicitado a través de la app del banco.
La inclusión financiera de las áreas rurales es una prioridad para el sistema económico nacional
“El servicio Correos Cash le hace llegar a la persona dinero, tanto si lo que quiere es efectivo como si se trata de realizar un ingreso”, detalla la cartera María del Mar Ramírez. Otro vecino al que el servicio le ha simplificado mucho la vida es Jorge Delgado, empresario y director del hotel Caserío de Iznájar. “Santander y Correos nos están ayudando muchísimo a agilizar las gestiones cotidianas. Ahora ya solo nos desplazamos a la sucursal para las cuestiones más complejas”, comenta.
Gracias a esta iniciativa, Santander ha logrado llegar a 1.500 municipios en los que no tenía sucursal física, llevando así sus servicios financieros básicos complementarios a una franja de la población que hasta ahora solo podía acceder a ellos en formato digital.