El de ayer sábado fue un comité federal organizado por el equipo de Alfredo Pérez Rubalcaba para escenificar el inicio de una nueva etapa para el PSOE que entierre a Zapatero, pero el largo debate ha terminado colocando una lupa de aumentos sobre la enorme brecha que el desafío soberanista en Cataluña ha abierto entre la mayoría del partido y los socialistas catalanes, firmes en su defensa del derecho a decidir.

El 14 de noviembre de 2008, cuando medio mundo se debatía ya en plena crisis, José Luis Rodríguez Zapatero viajó a Washington para asistir a una cumbre del G-20. La invitación se había logrado tras intensas gestiones diplomáticas y solo después de que el francés Nicolás Sarkozy echara el resto ante Georges W. Bush para que el simple de León –que viajó acompañado por Pedro Solbes y Javier Vallés- pudiera asistir por primera vez a una cena en la Casa Blanca, ofrecida a los participantes de un evento que debía “sentar las bases del futuro sistema financiero internacional”.