"America first" (Estados Unidos primero), la frase que resume el rumbo de la política del Gobierno de Donald Trump, hizo añicos la postura comercial común defendida durante años por los ministros de Finanzas del G20 en sus encuentros anuales.
Franceses, chinos, argentinos, brasileños, mexicanos y sobre todo el anfitrión del encuentro, Alemania, se esforzaron durante dos días en encontrar un consenso sobre la defensa del libre comercio y de la cooperación internacional en la reunión en Baden-Baden, una localidad en el sur de Alemania, conocida por sus balnearios y por albergar el casino más antiguo del país.
Pero, ¿cómo se pasó de dar algo por sentado como el rechazo del proteccionismo y la defensa del comercio libre a volver a caer en debates que muchos creían enterrados?
Descontento patente
De puertas para fuera, los participantes hablaron de conversaciones "muy productivas" con Estados Unidos en una "muy buena atmósfera". Sin embargo, el descontento era patente y no pudieron ocultar su incompresión sobre cómo ciertos postulados populistas pueden hacer peligrar el laborioso equilibrio en comercio mundial.
En este marco, el ministro de Hacienda argentino, Nicolás Dujovne, puso a su país de ejemplo de los efectos negativos que una política proteccionista puede suponer a una economía. "Los latinoamericanos, pero en especial los argentinos, somos los que más hemos sostenido el populismo económico y por más largo tiempo", declaró ante sus homólogos del G20 en la primera jornada de discusiones.
"El pasado argentino es una prueba de las consecuencias negativas que puede acarrear el populismo en un país y su economía. El G20 debería tomar nota de nuestra experiencia", afirmó el ministro de Argentina, que asumirá la próxima presidencia rotativa del G20 de manos de Alemania.
Comunicados "irrelevantes"
Lo que más tiempo acaparó fue la formulación del consenso. Unas pocas palabras que desde hace años aparecen como estándar en las declaraciones conjuntas: el reconocimiento del libre comercio y el rechazo del aislamiento económico y el proteccionismo. Pero la historia no le interesa a Washington, que calificó los comunicados pasados como "irrelevantes".
"Para la presidencia alemana del G20 esto supone una amarga decepción", señaló el diario económico alemán "Handelsblatt". El lema de la presidencia alemana de "Dar forma a un mundo conectado" parece imposible con el nuevo Gobierno estadounidense, agregó el rotativo.
"Terapia de grupo con los estadounidenses", tituló por su parte la revista alemana "Der Spiegel" respecto a la reunión centrada en los nuevos planes de Trump, que incluyen, entre otras cosas, aplicar duros aranceles a las importaciones como medida de presión para que las empresas se instalen en Estados Unidos y no en otros países como en el vecino México.
Trump no tiene las ideas claras
De acuerdo a fuentes cercanas a las negociaciones, Estados Unidos no aclaró las dudas en el G20, ya que el Gobierno de Trump aún no tiene idea sobre determinadas cuestiones. "Es un poco como cuando llega un nuevo estudiante a clase", comentó un diplomático. A pesar del nuevo rumbo de la Casa Blanca, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, dejó claro que sin Estados Unidos no se puede avanzar. "Sería muy malo para Alemania, para Europa, para el mundo".
Más allá del revuelo causado, el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el mexicano Ángel Gurría, recordó que lo que cuentan son los "actos, no las palabras". Habrá que ver ahora si piensan lo mismo los jefes de Estado y de Gobierno del G20, que se reúnen a principios de julio en Hamburgo.