El periódico The Wall Street Journal hace un guiño al sentir catalán en un artículo de opinión de Raymond Zhong, en el que quiere dar su punto de vista, desde la ciudad condal, de algo que allí afirma que está bastante extendido: La sensación de que toda la política y las inversiones pasan por Madrid, aludiendo al ejecutivo nacional, y que las regiones, especialmente esta, se están utilizando para redistribuir los ingresos y desviar la atención de la crisis y las reformas a nivel nacional que está llevando a cabo el Gobierno de Rajoy.
Haciendo un breve repaso por las últimas declaraciones tanto del presidente como de su ministro de Economía, Luis de Guindos, el diario estadounidense recuerda lo que éstos dijeron, negando en rotundo que la situación de España fuera comparable con la de Grecia o Italia y que no iba a necesitar un rescate.
Sin embargo, Zhong advierte de que los problemas ‘del millón de euros’ son el crecimiento y la reforma estructural. “Pero en Cataluña se mantiene el escepticismo y pocos cuentan con que Madrid haga las cosas bien. Los catalanes tienen razones de más para cuestionar la capacidad del Gobierno español para el cambio. Últimamente Rajoy ha estado culpando a los gobiernos regionales del exceso de déficit estatal, diciendo que el díscolo gasto local ha puesto en peligro la solvencia de todo el país. La Moncloa ha amenazado con intervenir en los presupuestos de los gobiernos regionales si no ordenan sus cuentas”, comenta el diario.
Recorriendo la historia española
El propio rotativo recoge palabras de Andreu Mas-Colell, consejero económico catalán, quien viene a matizar un poco la historia que ofrece Rajoy. Explica que salvo el País Vasco, las regiones españolas gozan de autonomía del gasto pero casi ninguna autonomía en el ingreso, y depende del Gobierno central decidir cuántos ingresos a escala nacional se distribuyen entre las regiones. No hay garantía de que lo que los ciudadanos de una región pagan a Madrid se devuelva euro a euro en la financiación de dicha región”, comenta.
Siendo más conciso, advierte de que eso significa que el Gobierno central puede hacer que su propio déficit presupuestario parezca menor –y que el autonómico parezca mayor- simplemente manteniendo mayores ingresos para sí mismo.
"Hay un sentimiento de que Cataluña y España son naciones diferentes", explica Germà Bel
El propio articulista defiende que Cataluña es la base de la industria española y uno de los más importantes distritos industriales en Europa, comparable sólo con la Lombardía italiana o la cuenca alemana del Ruhr en productividad. “Desde 1986 una media del 9% del PIB catalán en términos netos ha sido redistribuido o gastado por Madrid. En España, sólo las Islas Baleares entregan una cuota mayor de sus ingresos anuales. En ninguna otra parte de Europa o Norteamérica se hacen transferencias dentro del país de tal tamaño habitualmente”.
A la afirmación del diario le pone cifras también Mas-Colell: En gastos discrecionales sentimos que hemos sido históricamente estafados. Representamos el 15 de la población y cerca del 18% en términos de PIB… En el presupuesto de este año, la inversión en Cataluña es el 11% de la inversión pública en España.
Nacionalismo como cortina de humo
Según The Wall Street Journal, visto de ese modo, la advertencia velada del ejecutivo de su opción de centralizar la política fiscal parece un juego para distraer la atención de las reformas que en realidad podrían ayudar a los gobiernos regionales a cerrar sus lagunas presupuestarias. Según Mas-Colell “depende de Madrid hacer cambios legislativos que permitan a los hospitales el copago por las recetas, las comidas o las pernoctaciones, algo que nosotros estamos intentando hacer”. Recuerda también que Barcelona ya ha reducido los salarios de los funcionarios, algo que en la capital aún no se ha barajado.
El diario recuerda, a través de las voces del economista Germà Bel y del politólogo Ferran Requejo que el control centralizado está en la genética del estado español. Esa tendencia, dice, se refleja con la inversión en estructura que siempre han desplegado los líderes para afirmar su dominio y proclamar la ‘nación española’. Para muestra, recogen las inversiones en trenes de alta velocidad, donde España sólo es superada pro China a nivel mundial.
Para concluir, el rotativo se plantea la pregunta de si es injusto tomar la actitud del Gobierno central hacia las regiones como una veleta para su habilidad a la hora de hacer reformas estructurales generales. “El hecho es que hay un sentimiento de que Cataluña y España son naciones diferentes”, explica Bel. Algo que sirve para ilustrar a la Unión europea, alegando que está aprendiendo que ella misma también está compuesta de diferentes naciones, y que la comunidad europea también puede aplicárselo: Es un recordatorio de que las naciones no son simplemente vehículos para pagar las deudas de sus gobiernos, sentencia.