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La ciudad en la que todos sus habitantes viven en un edificio

Un edificio de 14 plantas confeccionado con todo lo que se necesita para habitar y cubrir las necesidades básicas de sus huéspedes

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Una ciudad en la que la aglomeración de edificios y el jolgorio de los bares brillan por su ausencia. Una zona sacada de una película de terror que evoca más a un escenario apocalíptico, que a una urbe en donde conviven miles y miles personas. Un edificio de 14 plantas confeccionado con todo lo que se necesita para habitar y cubrir las necesidades básicas de sus huéspedes es lo que caracteriza a esta ciudad que entra en los anales de la historia como el lugar del mundo en la que toda su población se acopia en una misma infraestructura de hormigón. Es como vivir en una distopía propia de 1984.

Hay pocos puntos en el mundo que se puedan asemejar a Whittier. La localización de este escenario se sitúa en el sur de Alaska a orillas del golfo homónimo. Un entorno que se caracteriza por su manto blanco que acompaña al ambiente durante todas las estaciones del año y por su naturaleza que arropa la zona cero, haciendo que la estampa de la ciudad sea aún más impresionante y que las personas que pasean por sus lares se queden boquiabiertos ante la grandiosidad del lugar.

Centro de salud, ayuntamiento, supermercado... una ciudad dentro de un edificio

Es imposible tener todo lo que se necesita para vivir dentro de una construcción de 14 pisos. Por muy inimaginable que nos parezca, este edificio icónico de Whittier esconde en su interior infinidad de parajes que recuerda más a un centro comercial que a un rellano al uso. En el Begich Towers habitan un total de 200 habitantes, cada familia con su casa particular. La medida tan radical de "obligar" a las personas que viven en la zona a meterse dentro de un mismo espacio cerrado no es por razones de sectarismo, sino que se debe a que las temperaturas medias en esta zona de Canadá son de 0 grados y mínimas de -20 grados. Esto hace que, para prevenir posibles altercados, se trate de evitar las salidas al exterior.

Las situaciones climáticas tan extremas hicieron que las autoridades locales tomarán la sabia decisión, que para muchos puede parecer que coarta la libertad de los individuos, de agrupar a las 200 personas en un lugar acondicionado con una temperatura óptima para la vida. La idea macabra no se queda en una simple morada, sino que toda la vida urbana gira en torno al edificio. Todo lo que te puedas imaginar que tiene una ciudad se encuentra entre los pisos de Begich Towers, desde el ayuntamiento hasta el centro de salud, pasando por la comisaría, el supermercado, la lavandería, una piscina climatizada, una iglesia y un restaurante.

La única instalación que no está integrada en la obra arquitectónica es el colegio; sin embargo, para que los más pequeños no se vean expuestos al frío diariamente, los arquitectos y artífices de la obra crearon un túnel subterráneo que conecta el edificio con las instalaciones educativas. Whittier se ha convertido en unas de las mayores atracciones turísticas del sur de Alaska. Miles y miles de personas visitan año tras año su edificio, por lo que ante la llegada masiva de extranjeros decidieron que las dos últimas plantas del Begich Towers fueran un hotel en donde los forajidos puedan pasar la noche.

El origen de Whittier

¿Cómo una zona que no tiene unas condiciones óptimas para vivir pueda tener un asentamiento humano? Una pregunta que para responder nos tenemos que remontar al año 1943. En tiempo de antaño, el ejército estadounidense construyó una base militar, debido a que era una zona alejada de la vida humana y que tenía ciertas características que hacían a Whittier un lugar ideal para echar raíces. Camp Sullivan fue el nombre que recibió este campamento militar, el cual era el punto de entrada para todos aquellos militares que habían sido desplazados a lo que ahora se conoce como Alaska.

Pasada la II Guerra Mundial, la base militar fue poco a poco quedándose en el olvido, pasando de ser el epicentro del sur de Alaska, a un pueblo fantasma en el que pocas familias vivían en su intemperie. En 1953, se levantó la Begich Towers para tratar de dar un techo a aquellas familias que vivían en unas condiciones climáticas extremas. Con el paso de los años, la familia de Whitter fue creciendo y acabo dando lugar a la civilización que a día de hoy vive más cerca de una película de ciencia ficción, que de la vida real.

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