El protagonista de nuestra historia es un joven de padre hispanovenezolano y madre ucraniana llamado Vitaly que reside en la ciudad de Jersón. Allí, es el responsable de la empresa familiar en el país. Un chico que ya ha vivido un conflicto en su patria, en 2014, cuando estalló la guerra del Dombás, aunque su epicentro estaba lejos: Donetsk está a 500 km de Jersón, mientras que Lugansk se encuentra a 700 km.
Ahora, la invasión rusa ha hecho que las armas vuelvan a ser protagonistas en Ucrania, aunque esta vez con una intensidad absoluta en casi todos los puntos del país. También en Jersón, ciudad donde hace días se vivía una cotidiana tranquilidad. Los coches y el tráfico han sido sustituidos por tanques y el sonido del gentío se ha convertido en silencio, tan solo roto por el estruendo de la guerra llamando a las puertas de la ciudad.
Día 24, viernes, 18 de marzo: "Nos han confundido con rusos y han rechazado nuestra comida"
Desde hace ya muchos días, el ejército ruso es dueño y señor de Jersón, algo que ha permitido que la ciudad ya no sea un punto tan caliente como lo son Mariúpol o Kiev. El problema es que los soldados bloquean las entradas y salidas de la ciudad, lo que impide la llegada de alimentos o suministros. La gasolina ya se había agotado, pero hay otros bienes de primera necesidad que se han convertido en artículos de lujo, como el papel higiénico o los pañales.
Lo que queda, es carísimo. Un paquete de pañales para adultos cuesta en España unos 5 euros, pero allí, debido a la poca oferta y alta demanda, vale 30 euros. Esto mismo sucede con otros productos básicos como la pasta, el azúcar, la harina o el arroz.
Vitaly, gracias a sus contactos, ha conseguido comprar bastantes cajas con estos productos para repartirlos entre la población que lo necesite, además de seguir repartiendo comida. Durante ese reparto, han vivido un momento sorprendente: pese a la hambruna que viven los ciudadanos de Jersón, no querían aceptar la comida al pensar que eran rusos. Hasta que no han comprobado que Vitaly y sus amigos son ucranianos. Pese al hambre, es tal rechazo al invasor que prefieren no comer que aceptar alimentos del enemigo.
Día 23, jueves, 17 de marzo: "Hoy vamos a repartir comida para más de 100 familias"
En apenas 20 días, Vitaly ha pasado de echar una mano a sus vecinos más cercanos a repartir comida incluso fuera de Jersón. Y también se ha convertido en un referente para la comunidad: de operar solo con sus amigos más cercanos, a crear una red organizada para surtir de alimentos a todo aquel que lo necesite. "Hoy vamos a repartir comida a más de 100 familias", cuenta, satisfecho con el trabajo que ha realizado.
Vitaly ha sabido ser previsor, ya que ha conseguido almacenar muchos litros de gasolina para poder realizar su trabajo. Según nos cuenta, las largas colas no cesan, aunque con un problema añadido: la gasolina se ha agotado. "Solo queda diésel y gas", nos cuenta, por lo que aquellos coches que utilicen motores de explosión no podrán circular en unos pocos días.
El problema, un día más, es el suministro. Los soldados rusos tienen bloqueado Jersón y su población cada vez tiene menos recursos. Por ello, el trabajo de Vitaly se ha convertido en clave para que los vecinos de la ciudad puedan nutrirse, aunque sea, de una manera básica. Mientras unos cuantos voluntarios cargan mucha comida en furgones, algunos habitantes de la ciudad han acudido al almacén para hacer cola y recibir su ración. Por fortuna, los ucranianos están exhibiendo un civismo impecable, por lo que esperan su turno sin ningún tipo de incidencia.
Día 22, miércoles, 16 de marzo: "Muchas tiendas no abren por miedo a que los rusos desvalijen y les destrocen todo"
Vitaly sigue sin descanso su labor para poder llevar comida y suministros a los más necesitados. Se mueve por Jersón y los pueblos de alrededor en busca de estos alimentos, ya que cada vez hay más escasez. Los soldados rusos tampoco permiten que llegue comida alguna a la ciudad, por lo que el desabastecimiento es total y Vitaly es la última esperanza para muchos de sus vecinos.
Las pocas tiendas que siguen teniendo comida están cerradas por miedo a los rusos. Ellos "destrozan a cañonazos todo lo que llega". Su estrategia es "moverse por los barrios y pueblos periféricos, donde hay muchas tiendas que no abren por miedo a que los rusos arrasen y les destrocen todo". Hablan con los dueños, acuerdan una hora y hacen la entrega de alimentos. También aprovechan lo poco que queda "en los almacenes de Jersón".
Vitaly, por supuesto, paga todo lo que se lleva. El problema es que cada vez tiene menos dinero y necesita gastar más por la subida de los precios. Gasta entre 300 y 500 euros diarios entre el propio precio de los suministros y la gasolina que necesita para desplazarse a por la comida. Pese a ello, no va a detenerse a la hora de conseguir su propósito: ayudar a todo aquel que lo necesite.
Día 21, martes, 15 de marzo: "El sonido de las bombas se escucha cada 15 minutos"
Las colas para echar gasolina ya no parecen ni siquiera eso: da la sensación de que se ha formado atasco, con tantos coches como hay a las puertas de las pocas gasolineras que todavía surten combustible. No tiene nada que ver con los primeros días de la guerra, cuando los ciudadanos de Jersón quería hacer acopio de combustible. Ahora, simplemente buscan la manera de obtener unos litros que les permita moverse. Como el día anterior, los precios siguen por las nubes: el litro está a 6-7 euros.
Las bombas se han convertido en el hilo musical de los ciudadanos de Jersón. Tal y como nos cuenta Vitaly, hoy han estado "desde la mañana están bombardeando". El cielo se tiñe de color oscuro, por el humo que producen los explosivos y el sonido de las bombas se escucha "cada 15 minutos". Nos cuenta que lo más cruento de la batalla en Jersón se sitúa a tres kilómetros de la ciudad, donde está el aeropuerto.
Las calles por las que antes paseaba con tranquilidad ahora son propiedad de los militares, que circulan por calzadas prácticamente vacías. Los ciudadanos se tienen que limitar a observar desde las ventanas cómo ellos, los rusos, se han hecho dueños de Jersón, pese a la resistencia pacífica de los ciudadanos.
Vitaly mientras tanto sigue haciendo el que se ha convertido en su trabajo desde hace ya casi un mes: repartir comida entre los más desfavorecidos y así ayudarles a sobrevivir a esta guerra. Para ello, ha recogido hoy unos 150 litros de gasolina, "110 litros más los que hemos podido echar en el coche", nos cuenta Vitaly.
Día 20, lunes, 14 de marzo: "El litro de gasolina está a seis o siete euros"
Vitaly nos ha enseñado en numerosas ocasiones las consecuencias de la guerra en Jersón, lo que ha ocasionado que una ciudad repleta de negocios ahora tenga escombros allá donde se mire. Hoy Vitaly nos envía las imágenes del principal mercado de la ciudad, donde miles de vecinos acudían a comprar comida y víveres. Esto es algo que ya no será posible, ya que el ejército ruso ha reducido a cenizas este emblemático lugar, que ocupa aproximadamente una manzana.
La escasez ha disparado los precios, también del combustible. Allí, el precio del litro de gasolina "está a seis y siete euros", según nos cuenta. Una cifra que muy pocos ucranianos pueden pagar en estos momentos tras 19 días de guerra y muchos gastos afrontados para poder comprar comida o medicamentos. Pese a ello, Vitaly ha logrado negociar la compra de 100-150 litros de combustible con una gasolinera amiga, ya que sus dueños saben que Vitaly y sus amigos están repartiendo comida entre los más necesitados, por lo que han decidido echarles un cable.
Los rusos siguen apostados en la ciudad mientras los bombardeos entre Jersón y Nicolaev no descansan. La lucha es intensa en la zona, aunque el punto más caliente se ha alejado de la urbe para asentarse entre estas dos ciudades. Pese a ello, todavía la guerra golpea con fiereza puntos importantes de la ciudad.
Si los habitantes de la ciudad ya tenían pocos recursos para poder comprar comida, esto lo dificulta todavía más. Las consecuencias de la guerra, como podemos ver, son hambre, ruina y pobreza. Vitaly podrá seguir con su labor humanitaria gracias a la colaboración que le llega desde España. Decenas de colaboradores han enviado recursos económicos a Vitaly, lo que le permitirá seguir comprando víveres para los más necesitados.
Los corredores humanitarios que se han creado en toda Europa para llevar comida a Ucrania apenas se aprecian en Jersón. Nos cuenta que toda esa comida, en lugar de distribuirse de manera gratuita entre los necesitados, se está vendiendo en las tiendas que están más cercanas a la frontera con otros países. Aunque algo sí llega a Kiev, la mayoría de estos víveres están sirviendo para que otros hagan de la necesidad un negocio.
Día 19, domingo, 13 de marzo: "El día de la libertad de Jersón"
Jersón vive su día de la libertad, que se celebra desde que los ciudadanos pudieron liberar la ciudad en la Segunda Guerra Mundial. Ahora, este día cobra más sentido que nunca ante la invasión rusa. Los habitantes de la ciudad salieron a las calles para manifestarse de manera pacífica, la mayoría de ellos ataviados con la bandera ucraniana. Pidieron la libertad de Ucrania y las imágenes impacta, ya que todas estas personas desfilaron, tan solo armados con sus voces, frente a los blindados rusos pintados con una enorme 'Z'.
Pese a las pacíficas proclamas de los ucranianos, el caos no cesa: los bombardeos no cesan en Jersón y alrededores. Vitaly nos manda las imágenes de la destrucción causada por los rusos en la carretera que separa su ciudad de Nicolaev, situada a 70 kilómetros.
Vitaly señala como fundamental que la bandera ucraniana sigue ondeando en la plaza de la libertad, un lugar que posee un simbolismo equivalente al que posee la Puerta del Sol de Madrid.
Día 18, sábado, 12 de marzo: "Apenas queda gasolina en la ciudad"
Para Vitaly, es fundamental que haya gasolina disponible, ya que utiliza el coche a diario para desplazarse por Jersón y los pueblos de alrededor. No solo para buscar comida y donarla a los que más la necesitan, sino precisamente para conseguir todos esos suministros y cargarlos en sus vehículos. Las colas para repostar cada vez son más largas, ya que apenas queda combustible en la ciudad. La gente espera durante horas sin la certeza de poder repostar.
Vitaly está económicamente ahogado y necesita dinero para poder seguir comprando alimentos y donarlos a los más necesitados. Aunque su padre, Julio, ha montado una campaña en nuestro país para enviar dinero a Vitaly, no tienen suficiente. Como ha dicho nuestro protagonista en varias ocasiones, ante la escasez de productos y la alta demanda, los precios están por las nubes.
Pese a ello, Vitaly ha podido seguir repartiendo alimentos, algo que muestra en el vídeo, ante el agradecimiento de todas esas personas que están parapetadas en sus casas. El miedo se mantiene: los bombardeos en Nicolaev, a una hora en coche de Jersón, fueron muy intensos durante la noche.
Día 17, viernes, 11 de marzo: “Hay que esperar horas a -8 grados para poder llevarse algo a la boca”
Las protestas no han debido de gustar en el Kremlin. Jersón fue conquistada hace días y desde entonces, son los rusos los que dominan la ciudad. El ejército se marchó y dejó una policía propia para asegurar las calles, pero las recientes manifestaciones han hecho que los soldados hayan regresado a la ciudad.
Según cuenta Vitaly, los blindados con la Z pintada ya recorren la ciudad y varios trenes del ejército ruso han llegado a Jersón, ocupando y bloqueando por completo la estación ferroviaria de la ciudad. Mientras tanto, el frío azota la ciudad, con temperaturas de -8 grados. También el hambre, con miles de personas esperando su turno para comprar la poca y excesivamente cara comida que hay en los supermercados. La combinación de ambas cosas está minando la moral de unos ciudadanos que hasta hace 17 días tenían una vida normal y en paz.
Tras esperar su turno, Vitaly ha podido comprar "un poquito de todo" pese a que ya "casi no queda nada". Ha podido comprar carne y pan para llevarlo a su almacén y desde ahí distribuirlo a los ciudadanos más necesitados. Afirma que hay personas mayores que lo están pasando mal, con "problemas de corazón y de tensión", por lo que no pueden esperar tantas horas a la intemperie para pode comprar víveres.
"Estamos recibiendo ayuda de España para poder seguir comprando comida", nos cuenta Vitaly, que en estos días ha logrado tejer una red solidaria para ayudar a los más necesitados: "Somos tres equipos, uno se encarga de buscar gasolina para los coches y poder repartir. El segundo equipo fabrica pan y está en el centro repartiendo de forma gratuita. Mientras tanto, yo voy puerta por puerta dando comida. Yo solo no puedo hacer mucho, pero puedo dar alimentos a 10, 15 o 20 familias a diario".
Día 16, jueves, 10 de marzo: "La gente se está pegando por la comida"
Pese a la enorme necesidad que existe en Jersón, los ciudadanos ucranianos han manifestado un civismo admirable. Salvo contadas excepciones, los vecinos han esperado largas colas y han respetado su turno a la hora de llevarse suministros a casa. La cosa parece estar cambiando a medida que la desesperación crece, según cuenta Vitaly: "Cómo se nota que se acaban los productos, la gente está peleando ya".
Vitaly echa la culpa a los precios, que están "terribles" y que cada día "suben más. Hoy está en otro pueblo. en Oleksandrivka, situado a veinte kilómetros de Jersón. "Hemos traído comida porque aquí solo hay un supermercado, donde hay colas enormes. La gente se pone a las 7 de la mañana y está hasta la noche, hasta que hay que irse a casa". Recordemos que los rusos han impuesto un toque de queda.
Todavía se oyen las bombas, aunque parece que lo peor ha pasado. Lo que queda es hambre y desolación: "Tengo paquetes con comida para cinco familias", además de "pañales para los niños". En su camino al reparto, pasa por varios puntos en los que apenas queda nada de lo que recordaba: "Como podéis ver, así están los coches, destrozados, en dirección a Jersón".
Día 15, miércoles, 9 de marzo: "Los rusos siembran el miedo y nos encarcelan por manifestarnos"
Nieva en Jersón y bajo el manto blanco hay muchas casas con gente hambrienta. La guerra sigue haciendo mella en los recursos civiles, cada vez más escasos. Esto es especialmente notorio en los pueblos, donde los accesos están cortados por los soldados y es difícil salir o entrar, incluso para los comerciantes que buscan hacer negocio.
Es por este motivo que Vitaly ha instalado varias cruces rojas en dos camiones, con el objetivo de mostrar a los soldados rusos que están haciendo una misión humanitaria y no son soldados o cualquier otra cosa. A Vitaly ya le han dado el alto otras veces y está ya acostumbrado a lidiar con las tropas invasoras. "Nuestro plan es llevar mercancía a otros pueblos", nos cuenta.
La situación es desesperada en algunas zonas de Ucrania: "hay mucha gente pasando hambre y nadie les puede ayudar". Por eso, Vitaly se ha buscado unos cuantos socios para esta misión. "Iré con los chicos allí y les daré la comida". Lo cierto es que este joven se está jugando la vida por los demás a diario. Los militares invasores no están teniendo miramientos a la hora de disparar a civiles y Vitaly, lejos de quedarse en casa, está fuera casi todos los días con tal de ayudar a los demás.
"Hoy ha habido otra gran manifestación en el centro de la ciudad, y que fueron detenidos y encarcelados por los ocupantes rusos en la ciudad aproximadamente 400 ciudadanos ucranianos de Jerson. Están sembrando el miedo y tratan de someter a los ciudadanos con amenazas", nos cuenta Vitaly.
Día 14, martes, 8 de marzo: "Hay muchas casas sin luz tras los bombardeos"
Vitaly sigue trabajando para entregar alimentos a las personas que lo necesitan. A Svetlana, que ayer ya le trajo alimentos, ha vuelto hoy a traerle productos, tal y como prometió. Ha visitado dos pueblos para llevar alimentos y para ello ha utilizado otro vehículo, un 4x4 con neumáticos especiales para poder llegar hasta esas zonas.
Nuestro protagonista cuenta que muchas casas están sin luz desde los bombardeos y por ello están usando generadores que van a través de combustible. El problema es que el combustible también escasea, por lo que Vitaly ha llevado gasolina en bidones.
Día 13, lunes, 7 de marzo: "Los almacenes están casi vacíos"
Cada día que pasa, en Jersón hay más escasez de recursos, lo que se traduce en hambre. Los supermercados están vacíos y las gasolineras no tienen combustible. La necesidad es máxima, tal y como cuenta Vitaly: en cuanto abre una gasolinera, las colas son kilométricas. Horas de espera sin la certeza de que quedará combustible para cuando llegue el turno.
En el día de hoy, Vitaly ha conseguido "leche, yogures o nata" para repartirlo entre los más necesitados. Reconoce que hoy no puede mandar demasiados contenidos porque lleva todo el día sin parar de trabajar para llevar comida a la gente. Él se desplaza donde sea necesario con tal de ayudar: "Estoy buscando la dirección de una mujer para la que me han pedido ayuda desde España para darle comida". Vitaly está desbordado: el boca a boca hace que cada vez más gente les escriba para pedirle ayuda y algo de comer.
"Los almacenes están cada vez más vacíos, los productos ya casi ni quedan y hay muy pocos medicamentos", relata Vitaly. Los precios, además, se mantienen disparados. "Hasta seis veces más, cuenta Vitaly". El ejército ruso se ha marchado de Jersón, pero han dejado una policía propia para controlar controlar las calles. Según le han podido decir a Vitaly, han llegado "para quedarse mucho tiempo".
El mal estado de las carreteras, los escombros y los desperfectos son un serio problema para Vitaly: ya ha pinchado dos veces las ruedas de su coche y la situación del país no facilita la sustitución del neumático. "Al final he conseguido arreglar la rueda, mientras tanto miro las direcciones para hacer el reparto de comida".
Día 12, domingo, 6 de marzo: el precio de la comida "se sextuplica"
Vitaly sigue ayudando a todo aquel que le llama para pedirle algo. A la familia que vivía en un pueblo a las afueras de la ciudad ha conseguido llevarles víveres, aunque antes de lograrlo ha sido detenido en dos ocasiones por soldados rusos. "Me han mirado el maletero, han comprobado mis documentos y me han hecho muchas preguntas, pero me han dejado pasar". Reconoce haber "pasado mucho miedo".
Denuncia que en Jersón cada vez queda menos comida. "La gente hace cola dos o tres horas antes de que abran las tiendas para llevarse lo poquito que queda", relata. El motivo de la escasez es que "las carreteras están bloqueadas y los almacenes se están vaciando". Afirma que tiene unos camiones con suministros a 20 kilómetros de la ciudad que están esperando para poder entrar. El problema es que "los rusos no les dejan pasar".
La falta de comida o medicamentos está provocando que los precios "se sextupliquen" a consecuencia de una creciente especulación. Reconoce que el dinero que la familia tenía allí se está acabando y que su familia, desde fuera, está buscando la forma de hacerle llegar dinero. Hay que recordar que desde el primer día de la invasión, las tarjetas de crédito dejaron de funcionar y el acceso al dinero se hizo muy complicado.
Día 11, sábado, 5 de marzo: el día de la dignidad
Como estaba previsto, en la plaza más importante de Jersón, los rusos han organizado una manifestación a favor de la invasión haciéndose pasar por ucranianos. El objetivo era mostrar al mundo que los habitantes de la ciudad están felices por la llegada de los invasores. Para intentar conseguir un mayor volumen de gente, han regalado comida y otros víveres. Según nos cuenta Vitaly, pese a existir hambre en Jersón, los vecinos no han aceptado unirse a la concentración.
Los vecinos apenas han podido mostrar su malestar: los manifestantes ucranianos, que han salido a las calles para protestar contra Rusia, han sido rápidamente dispersados. Primero, han llegado los tanques para intimidar a los vecinos y después, han disparado sus armas para dispersar a la población. ""Para vivir tranquilos no queremos que esté Rusia", nos relata Vitaly.
Nuestro protagonista sigue con su trabajo humanitario: "He hablado con la fábrica de Danone y hemos conseguido siete camiones de yogur que vamos a traer a la ciudad". Una familia le ha contactado para pedirle ayuda, "llevan cinco días sin comer", dice Vitaly. El problema, pese a que "allí vive un niño", es el bloqueo de las carreteras por parte del ejército ruso: "No podemos trasladarnos hasta el pueblo porque las carreteras bloqueadas, voy a intentar hablar con los soldados para explicarles la situación, a ver si nos dejan ir".
Día 10, viernes, 4 de marzo: Putin activa la maquinaria mediática
Con Jersón tomada por los rusos desde hace varios días, el Kremlin ha decidido activar su manual propagandístico. Vitaly nos cuenta que durante la noche y la mañana, a Jersón han llegado "muchos coches y autobuses llenos" con gente procedente de Rusia. Interpreta, al igual que sus vecinos, que los invasores quieren organizar una manifestación en la que estos civiles se hagan pasar por habitantes de Jersón y así pedir su adhesión a Rusia.
"Es una estrategia rusa, para organizar una manifestación en la plaza principal con el objeto de decir que los ciudadanos de Jersón quieren estar bajo el gobierno ruso. Al igual que hicieron en la región del Dombass, traen gente de fuera de Jersón, no vinculada con la ciudad, para que se manifiesten falsamente diciendo que Jerson quiere ser rusa", nos cuenta su padre.
En el vídeo se puede apreciar cómo estos coches se desplazan a una velocidad normal durante la noche, algo que los habitantes de Jersón no pueden hacer: los rusos han impuesto un toque de queda y los civiles pueden conducir, pero muy despacio.
Esta mañana, Vitaly sigue con su particular cruzada: conseguir suministros para los niños y los más necesitados de la ciudad. Jersón, tras casi dos semanas de conflicto, pasa mucha hambre y los medicamentos escasean. Vitaly ha llenado su coche de víveres para repartirlos entre los más pequeños. Al estar casi todas las tiendas cerradas, este hispano-ucraniano busca este tipo de productos en muchos comercios destruidos por los bombardeos.
Todo esto mientras Jersón sigue siendo bombardeada por los rusos. Otra noche en vela más, ya que las bombas y los disparos hacen retumbar su casa cada pocos minutos.
Las mujeres de la ciudad corren un serio peligro: las violaciones se multiplican en la ciudad. Un médico de Jersón ha hablado con Vitaly y le ha comunicado que durante el día anterior hubo 11 agresiones sexuales: 6 de ellas muertas y 5 vivas. Las autoridades piden que ellas no salgan a la calle porque esto es cada vez más común, pero el problema es que muchas necesitan hacerlo para conseguir suministros.
Día 9, jueves, 3 de marzo: la ciudad es de los rusos
Los rusos ya han impuesto normas para los civiles con el objetivo de evitar disparos a inocentes. Los máximos organismos del ejército, según cuenta Vitaly, solo permiten la movilidad a ambulancias y bomberos. Los civiles que necesiten moverse en coche deben hacerlo a una velocidad muy baja, además de llevar los abrigos desabrochados para ver rápidamente si llevan algún arma. Además, los ciudadanos, si reciben el alto, deben salir del coche con los brazos en alto y permitir que los soldados, si así lo requieren, miren todo lo que quieran.
Además, han impuesto un toque de queda, algo que a Vitaly le afecta a la hora de buscar víveres para los más necesitados. "A las 18.00 suena una alarma que nos obliga a irnos a casa. Los soldados rusos han dicho que dispararán a todo aquel que esté en la calle después de esa hora", nos cuenta. "El peligro es muy grande y tenemos pocas horas para reunir harina, pan o medicamentos".
A lo largo del día, Vitaly y un amigo llevarán comida y fármacos a los hospitales. Todo lo que sobre irá destinado a "los más necesitados, especialmente niños". "No puedo quedarme más en casa porque me está llamando mucha gente para pedirme ayuda. Los niños se han quedado sin comida, los enfermos necesitan medicamentos".
Día 8, miércoles, 2 de marzo: la noche más oscura de Jersón
Vitaly lleva encerrado desde el día de ayer en su domicilio, pero salió a buscar víveres con varios conocidos. Hacerlo supone un riesgo extremo: los soldados rusos, que ya han tomado la ciudad, tirotean a cualquier coche que ven, incluso si no suponen una amenaza real. Los civiles no están a salvo y la muerte les acecha en cada esquina.
El miércoles ha supuesto un día de tensión, especialmente en casa de los padres de Vitaly. Él acostumbra a dar señales de vida cada poco tiempo, pero hoy no lo ha hecho. "Esperemos que sea un problema de batería o cobertura", nos cuenta su familia, preocupada tras perder el contacto con el joven. Después, ha logrado contactar. En efecto, era un problema de señal telefónica.
La población de Jersón está más asustada que nunca. Los civiles muertos ya no son daños colaterales: ahora también les atacan. "Está todo muy destruido, están disparando a gente que iba en coche a comprar algo de comida o agua. La gente tiene que salir al menos a comprar pan, porque está todo cerrado". Él en algún momento tendrá que salir también a por víveres
Según cuenta Vitaly, la situación de Jersón está empezando a ponerse muy complicada. "Durante la noche, en la ciudad hemos escuchado disparos y bombas. Las tropas rusas han ocupado estaciones de tren, autobuses, el parlamento,...". Además, nos cuenta que los niños están pasando hambre: "Hay mucha necesidad de leche en polvo y de cereales".
Día 7, martes, 1 de marzo: los rusos invaden Jersón
Tras varios días de tranquilidad y con la situación de Jersón dominada por el ejército ucraniano, Rusia ha vuelto a entrar por la fuerza a la ciudad. Hace unos días, los rusos tuvieron que salir de la ciudad al no poder adueñarse de ella, pero esta noche han regresado con mucha fuerza.
"Hemos pasado la noche muy mal, ha habido muchos disparos. Los soldados rusos han entrado a Jersón y nos hemos despertado con disparos graves", cuenta Vitaly a Vozpópuli. "Ya hemos visto destrozadas varias casas a la entrada de la ciudad y hace unas dos horas estaban unos soldados entrando en la ciudad", contaba por la mañana este joven hispano-ucraniano.
"Están en el centro ya. La situación es muy grave y no podemos salir de casa, tampoco para ayudar a los demás". Esto último es algo que Vitaly y sus allegados llevaban días haciendo: conseguir comida para distribuirla entre aquellos que lo necesitasen.
Hace un llamamiento a España: "Quería pedir a las empresas españolas y a los ciudadanos medicamentos, agua, alimentos,... para ayudar a nuestra gente". El problema, según nos cuenta, es que hay muy pocos recursos y encima, estos han sido robados por el ejército ruso, a los que se les ha visto saliendo de muchos establecimientos con carros cargados de comida y víveres, dejando a la población desabastecida.
Día 6, lunes, 28 de febrero: pan para todos
Tras lograr un proveedor que le diese comida, Vitaly, sin haber dormido tras la noche de vigilancia, fue a por gasolina para recoger estos productos. "Es muy importante que lo consiga", señala, ya que muchos de sus vecinos están pasando hambre. Tras acudir a por la harina, nos enseña 100 kilos de harina, que le permitirá poder hacer pan para aquellos que lo necesiten. También ha conseguido un paquete de pasta. La idea de Vitaly es cocinar esa harina durante todo el día para mañana poder salir a repartirlo por Jersón.
Día 5, domingo, 27 de febrero: a trabajar por los demás
Pese a que Rusia entró al país hace pocos días, los habitantes de Jersón se han movilizado rápido para dos cosas: asistir a los más necesitados y contrarrestar cualquier ataque de los rusos. Vitaly, por supuesto, se está encargando de ayudar en todo lo posible. Lleva todo el día intentando ver quién le puede vender harina para poder hacer pan para sus vecinos, que tras varios días de guerra comienzan a pasar hambre.
Después de conseguir ayuda, toca descansar un poco, ya que se viene noche dura: Vitaly se ha apuntado como voluntario para patrullar las calles y evitar así robos y saqueos. A él le ha tocado vigilar el hospital de Jersón, un lugar crítico por dos motivos: es el lugar donde llegan los soldados heridos y también, donde muchos enfermos pelean por sobrevivir. Allí, la hospitalización por covid es mayor debido al bajo porcentaje de vacunados que tiene el país, por lo que hay muchos ucranianos que además de vivir atados a un respirador, sufren la guerra cerca.
La vigilancia del hospital es importante, ya que cuenta con alimentos, suministros y medicinas, por lo que evitar robos equivale a salvar vidas. Vitaly pasó toda la noche en el hospital, pero no hubo ninguna incidencia reseñable. "Todo está tranquilo", señala en el vídeo.
Día 4, sábado, 26 de febrero: hambre en las calles
Tras dos jornadas de intensa batalla, el ejército ucraniano ha logrado liberar la ciudad, pero los estragos de la guerra no se han marchado con los rusos. La guerra siempre es sinónimo de hambre y Jersón vive jornadas de necesidad. "Hay problema de suministro de alimentos", nos relata el padre de Vitaly, que está en constante comunicación con su hijo desde España.
Hoy, Vitaly ha asistido a una reunión en el ayuntamiento para organizar rondas de seguridad ciudadana. "Están haciendo un grupo de gente para controlar las calles y evitar robos e incendios, ya que hay muy poca policía en la ciudad y apenas salen por las noches. Hoy había mucha gente dispuesta a ayudar, van a empezar las rondas a las 22.00 de la noche", cuenta Vitaly.
Los hospitales viven jornadas intensas, ya que muchos soldados necesitan atención urgente. "La gente está reuniendo ropa y está llevándola a los hospitales, ya que no se puede comprar ni de segunda mano. Traen a los soldados desnudos y todo el mundo les está llevando lo que puede". "Allí hay falta de comida, medicamentos y ropa", relata.
Esa necesidad de suministro de alimentos que nos relataba su padre nos la confirma él. "No hay pan, es lo que más se busca", pero, de nuevo 'el pueblo salva al pueblo': "Hay chicos que compran harina y están haciendo pan para repartirlo gratuitamente. Hacen entre 200 y 500 barras todos los días. Así, cada uno ayuda con lo que puede. El Gobierno no se preocupa de nada".
Las carreteras están cortadas, por lo que Jersón tiene que vivir de sus propios víveres. "Todo está ya agotado", dice Vitaly, que nos afirma que "tampoco hay apenas harina o macarrones, cosas de primera necesidad". Además, si llega comida a la ciudad, "se acaba enseguida".
"He hablado con el director de una fábrica de harina que conoce Cortuhondo, nuestra empresa, desde hace años. Le hemos pedido que nos vendiera o nos diese gratis algo de mercancía para hacer pan y repartir a la gente. Nos ha dicho que todo lo que tenía en almacén lo ha mandado al ejército o a las tiendas. Si los camiones pueden llegar a Jersón, compraremos comida para ayudar a la gente", prosigue nuestro protagonista.
Nos cuenta que el miedo hace que mucha gente no quiera salir en busca de víveres. "Hay escasez de agua, además mucha gente tiene miedo de salir y prefieren quedarse recluidos en los sótanos. Casi todas las tiendas están cerradas y las que abren, lo hacen durante un par de horas y se montan unas colas enormes", nos cuenta este joven ucraniano desde Jersón.
Día 3, viernes, 25 de febrero: resistir en casa
Tras una de las noches más difíciles de la historia de Ucrania, Vitaly es un "afortunado" simplemente por tener techo: muchos ciudadanos han tenido que pasar la noche en la calle, en sus coches o refugiarse en lugares públicos, como el metro de Kiev. Ha pasado la noche en casa, aunque algunos de sus amigos no han tenido tanta suerte: en la imagen, podemos ver a algunos de sus amigos refugiados en el sótano de un edificio en Kiev.
Ha decidido tener paciencia y quedarse en su ciudad antes de tomar una decisión sobre su futuro inmediato. El objetivo es esperar a que se calme la situación para viajar a España, lugar donde le espera su familia con los brazos abiertos.
En un momento de calma, Vitaly ha decidido salir con su coche por Jersón. Además de haber muy poca gente en las calles de la ciudad, ha comprobado como no hay un solo establecimiento abierto. "Todos los supermarkets están cerrados", relata. Por suerte, él pudo ir a una tienda y adquirir víveres para unos cuantos días. Los que hayan intentado comprar comida hoy, tendrán que sobrevivir con lo que tengan en casa. También se ven las consecuencias de la guerra: tanques por las calles, edificios derribados y fachadas destrozadas.
Día 2, jueves, 24 de febrero: la guerra llega a Jersón
La luz del Sol comienza a bañar la calles de una ciudad al borde del colapso. Nuestro protagonista se reúne con familiares y amigos para ver qué hacer. La solución favorita, abandonar el país a través de la frontera oeste, que colinda con Moldavia, pero la información que llega a cuantagotas afirma que los rusos también están atacando el país cerca de esa frontera. Ante la imposibilidad de huir, hay que resistir.
Vitaly comprueba que no ha sido el único ucraniano en pensar en una huida. Lo ha podido ver en cuanto ha cogido el coche para dirigirse a una gasolinera. Las filas, kilométricas, exigen pasar horas de espera para poder llenar el depósito. Cambio de planes: hay que buscar un banco. Desde primera hora de la mañana, las tarjetas de crédito dejaron de funcionar, de manera que ir al supermercado y hacer acopio de víveres no es posible sin tener dinero en efectivo.
Todo ello en la época de la covid-19 que tanto ha cambiado los hábitos del ciudadano en cuanto al dinero: más uso de las tarjetas y menos del efectivo. Pese a visitar distintas sucursales, en todas ellas hay tumultuosas colas. Tras encontrar un banco algo más despejado, sorpresón: la retirada de efectivo está limitada a 3.000 grivnas, que equivalen a, aproximadamente, 90 euros. Los bancos están restringiendo la retirada de efectivo para evitar que los ucranianos vacíen sus cuentas.
Con el dinero en la cartera, Vitaly se desplaza a un supermercado. De nuevo, sorpresa: hay muy poca gente y los estantes están llenos. Los ucranianos, al no poder hacer uso de sus tarjetas, tampoco pueden ir a comprar sin previo paso por un cajero. De hecho, observa cómo el principal temor de los tenderos es que se desate el caos y que la gente decida arrasar los supermercados.
Tras hacer una importante compra, toca volver a casa para recluirse. De fondo, el potente sonido de la guerra, que retumba en la ciudad desde hace horas. A través de la televisión y de los vídeos que le llegaban, pudo ver cómo el majestuoso puente de Jersón, que permite atravesar el río Dniéper, rebosaba humo y cenizas.
Día 1: miércoles, 23 de febrero de 2022: tensa tranquilidad
Pese a las constantes noticias de una inminente invasión, el sentir de los ucranianos es que esta no se iba a producir. El peor escenario que se contempla es un asalto sobre el Dombás. Debido a esto, Vitaly se encuentra visitando unas naves industriales de la ciudad para conseguir una mayor prosperidad para el negocio familiar. La tensión entre Ucrania y Rusia no le produce temor. De hecho, podría haberse marchado días antes de Jersón hacia España, donde viven sus padres, pero ha preferido quedarse, ya que la posibilidad de una guerra es remota.
Tras una rutinaria jornada de trabajo, Vitaly regresa a casa para descansar. Pero no es un día cualquiera: a lo largo de la noche, los rumores sobre una invasión comienzan a crecer. Lo que no debía producirse, comienza a sentirse como algo real, hasta el punto de confirmarse a las 05.00 (hora local): Putin confirma que ha dado luz verde a sus tropas para atravesar la frontera.
Inmediatamente, coge el teléfono para llamar a sus padres y contarles la situación. Ellos, que dormían plácidamente, ya no iban a regresar a la cama. Toca decidir rápido y más cuando Vitaly descubre que los rusos están entrando al país desde distintos puntos, entre ellos la península de Crimea, muy cercana a Jersón. Sin casi tiempo para asimilar la realidad, el sonido de las bombas ya comienza a escucharse en la propia ciudad.