Los misteriosos envenenamientos con gas en colegios femeninos están provocando nuevas tensiones en Irán, entre las contradicciones de las autoridades, las acusaciones a “enemigos” del país y el creciente malestar entre los padres. Cerca de 1.000 alumnas han sido envenenadas con un supuesto gas en unos 50 centros educativos femeninos en una decena de ciudades del país desde noviembre, en unos incidentes que comenzaron en la ciudad santa del chiísmo de Qom y que se han multiplicado en los últimos días.
Se trata de cifras aproximadas proporcionadas por medios iraníes dado que las autoridades no se ponen de acuerdo en el número de estudiantes ni colegios afectados, e incluso evitan confirmar que se trata de envenenamientos deliberados. Los últimos casos se produjeron ayer mismo, cuando más de un centenar de alumnas fueron envenenadas en ocho colegios e institutos de la ciudad de Ardebil, tres escuelas de Teherán, una en Parand y otra en Kermanshah.
Sí hay consenso en cuanto a los síntomas que se han repetido una y otra vez: dolores de cabeza, palpitaciones del corazón, nauseas, mareos y en ocasiones la imposibilidad de mover las extremidades. Las afectadas también coinciden en que antes de enfermar percibieron un olor de naranja podrida y productos de limpieza. Cientos de jóvenes han sido hospitalizadas hasta ahora con “síntomas de leves” y no ha trascendido el fallecimiento de ninguna estudiante.
Contradicciones
En medio del pánico entre los padres, las autoridades iraníes lanzan mensajes contradictorios, se desdicen y recurren a las habituales acusaciones a “enemigos” del país. El ministro de Sanidad, Bahram Eynollahi, ha afirmado que se ha usado “algún tipo de veneno moderado” en unos ataques que el viceministro de Educación, Younes Panahi, calificó como “intencionados" para cerrar los colegios de niñas. Panahi después reculó y aseguró que había sido “malinterpretado”.
Por su parte, el ministro de Interior, Ahmad Vahidí, ha dicho que muchos de los síntomas de las niñas están provocados por el “estrés” y la “ansiedad”, y acusó a los “enemigos de Irán y los medios extranjeros” de provocar la alarma pública. Vahidí es el hombre al cargo de la investigación de estos ataques con gas, después de que ayer el presidente de Irán, Ebrahim Raisí, ordenase aclarar “con rapidez” lo que está sucediendo.
Malestar entre la población
La falta de información, la ineficacia de las fuerzas de seguridad y los desdichos de las autoridades alimentan un creciente malestar entre los progenitores de un país en el que la educación femenina no se ha puesto en duda en décadas. De hecho, el 60% de los universitarios iraníes son mujeres, que en otros aspectos sufren numerosas discriminaciones machistas. Grupos de padres han gritado "Muerte al Gobierno asesino de niños" frente a varios colegio del país, de acuerdo con vídeos compartidos en redes sociales por el colectivo 1500tasvir.
Los vídeos de niñas hospitalizadas, tumbadas en los colegios con problemas para respirar o diciendo “no puedo respirar” se han vuelto virales en redes sociales como Twitter y espolean los temores de la población. Ante la falta de certezas, han comenzado a circular todo tipo de teorías acerca del origen y los objetivos de estos ataques. Algunas teorías apuntan a fundamentalistas que buscan venganza por el papel de las jóvenes en las protestas desatadas por la muerte en septiembre de Mahsa Amini, tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo.
Las alumnas de colegios e institutos participaron en esas protestas de marcado tono feminista, se quitaron los velos, gritaron “mujer, vida, libertad” e hicieron cortes de manga a retratos del líder supremo de Irán, Ali Jameneí, y el ayatolá Ruholá Jomeiní. La represión estatal ha logrado apaciguar las protestas, en las que han muerto casi 500 personas y por las que cuatro manifestantes han sido ahorcados. Pero la ola de envenenamientos ha traído de vuelta los gritos de “muerte a la República Islámica”.