Dos intentos de asesinato, una amenaza de bomba en Georgia, un expresidente con posibilidades de entrar en prisión, la primera mujer afromericana en sentarse en el Despacho Oval, dos guerras abiertas en Europa y Oriente Medio; y dos modelos político-económicos enfrentados en lo que ha sido un campaña presidencial especialmente insólita en Estados Unidos.
Este martes, unos 240 millones de estadounidenses están registrados para votar en unas elecciones en las que el exmandatario y candidato republicano Donald Trump (2017-2021) y la todavía vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, están prácticamennte empatados en intención de voto, según los sondeos que dan ajustadas victorias a uno y otro.
La población norteamericana ha sido llamada este martes a las urnas para determinar el futuro político del país durante los cuatro próximos años. La representante del continuismo, la vicepresidenta Kamala Harris, que aspira a prolongar el Gobierno demócrata de Joe Biden, frente al abrupto cambio y reforma que Donald Trump espera logar. El republicano busca además hacer historia y volver a La Casa Blanca cuatro años más tarde, para así evitar ser uno de los pocos presidentes de Estados Unidos que no han logrado la reelección; algo de Biden no podrá conseguir.
Los colegios electorales están previstos que cierren en las próximas horas -lo hará la mayoría entre la 01.00 y las 06.00 hora española- y a partir de ese momento comenzará un goteo de proyecciones y resultados antes de confirmar al futuro inquilino de La Casa Blanca. Pero ya han votado algunos de los ciudadanos, concretamente, 78 millones estadounidenses han votado anticipadamente, según Edison Research y Catalist, y se espera que la votación previa a las elecciones represente cerca del 50% de todas las papeletas. Pero en los anteriores comicios presidenciales fueron 110 millones quienes acudieron los días previos a la fecha clave para depositar su papeleta en la urna.
Aunque, técnicamente, los ciudadanos estadounidenses no eligen de manera directa al presidente, sino a los distintos integrantes del Colegio Electoral, que, en virtud de un particular sistema que establece que la candidatura vencedora en cada estado se lleva todos los representantes en juego en dicho estado; salvo dos territorios: Maine y Nebraska, donde el reparto sí es proporcional.
El senador JD Vamce: "Tengo buenas sensaciones"
Los candidatos americanos no escondieron su estusiasmo pese al empate técnico de los sondeos. El senador JD Vance, y candidato a la vicepresidencia se mostró muy optimista al momento de depositar su voto: "Tengo buenas sensaciones". Por su parte, el candidato republicano y expresidente Donald Trump, señaló que este martes fue "el día más importante de la historia" del país, al mismo tiempo que hizo un llamamiento a los simpatizantes y votantes republicanos para que acudieran a las urnas.
El republicano, Donald Trump, votó este martes en compañía de su esposa, Melania, en el colegio electoral de Palm Beach, en el estado de Florida, donde prometió ante los periodoistas que le esperaban, a las puertas del colegio, que reconocerá su derrota "si las elecciones son limpias".
Por otro lado, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llamó a la población a "hacer historia" y pidió el voto para su actual 'número dos' en su Administración, Kamala Harris, como futura residente de la Casa Blanca. Por su parte, el expresidente de Estados Unidos Barack Obama, y fiel defensor de la candidatura de Harris, lanzó un vídeo a través de sus redes sociales animando a los demócratas para que acudieran a votar en unos comicios en los que "sólo un puñado de votos" podría decidir al ganador.
Los 'swing states' o estados bisagra
Un “swing state”, o estado bisagra, es un territorio en el apoyo a los dos partidos principales está muy igualado, por lo que puede decantarse hacia cualquiera de los dos candidatos y dónde demócratas y republicanos centran sus esfuerzos para convencer a la población. Muy al contrario que los 'estados seguros', los bastiones de cada partido -California para los Demócratas y Texas para los Republicanos-, los estados bisagra tienen un historial muy variable y poco predecible.
En estos estados, los márgenes de victoria suelen estar muy ajustados, por lo que cada voto cuenta, algo que hace que durante la campaña, los candidatos dediquen gran parte de sus esfuerzos y recursos en actos para convencer al electorado local, ya que una victoria en un estado bisagra puede marcar la diferencia en unas elecciones tan reñidas como estas. El comportamiento electoral de los llamados “swing states” puede estar relacionado con cambios demográficos, la economía del estado o cuestiones sociales del momento; también, la carisma y estrategia de uno de los candidatos puede influir fuertemente en el resultado.
Cincuenta estados y poco más de 330 millones de habitantes, pero las elecciones se resolveran en siete estados, los siete estados bisagras de estas elecciones: Wisconsin, Míchigan, Carolina del Norte, Georgia, Pensilvania, Arizona y Nevada. Estos territorios decidirán -sobre el resto del país- si Trump vuelve al Despacho Oval o EE.UU. tiene por primera vez a una mujer afroamericana como presidenta.
El voto latino, determinante
Más de 36 millones de latinos, de los 65 que viven en Estados Unidos, están habilitados para participar en estos comicios presidenciales. El suyo es el colectivo racial y étnico en mayor crecimiento del país, obteniendo, anualmente el derecho a voto 1,4 millones de latinos.
Éste es un grupo de votantes muy disputado, al mismo tiempo que heterogéneo, están concentrados principalmente en los estados de California, Texas, Nevada, Florida, Nueva York, Pensilvania y Arizona, aunque el mayor número de electores latinos vive en Nuevo México, donde suman hasta el 45 por ciento.
Tradicionalmente, el electorado latino se ha decantado, históricamente, por los candidatos demócratas, aunque es cierto que en los último años, se han acercado al Partido Republicano, especialmente a su último candidato, Donald Trump, quien en las elecciones de 2020 ganó terreno a los demócratas entre este electorado.
Sin embargo, los votantes latinos son también el grupo con menor participación en las elecciones, debido, entre otras razones, a que es una población muy joven para estar cualificada para ejercer su derecho al voto o porque muchos no han obtenido todavía la ciudadanía estadounidense para ello.
Una campaña por todo lo alto
Los dos grandes partidos se han gastado en la campaña casi 1.000 millones de dólares en anuncios solo en la última semana y se calcula que más de 10.000 millones en este ciclo, casi un 20 % más que en 2020, según una análisis de AdImpact. Esto muestra la incertidumbre que el país norteamericano vive y cómo los candidatos tratan de convencer al electorado para conseguir ese tan deseado asiento en el Despacho Oval.
Estos gastos que se han hecho públicos no cuentan con otro tipo de 'gastos' insólitos como el del magnate y dueño de 'X' Elon Musk, ferviente aliado de Trump, quien ha regalado un millón de dólares al día a votantes que se registren en uno de los estados bisagra y firmen una petición encubierta a favor de la campaña republicana.