La utilización de bombas de racimo en conflictos bélicos, así como las víctimas que provocan tanto de forma directa como a medio y largo plazo, venía marcando una tendencia a la baja en los últimos años, pero la ofensiva militar lanzada por Rusia sobre Ucrania ha marcado un punto de inflexión. Ni Rusia ni Ucrania forman parte de la convención que aboga por su prohibición y que enfatiza los efectos que implica para la población civil y, especialmente, para los niños.
Por primera vez en una década, la Coalición de las Bombas de Racimo, que aglutina a decenas de ONG, no registró en 2021 ninguna víctima por ataques directos, pero sí tuvo constancia de al menos 149 por el estallido de remanentes explosivos. Un 97 por ciento de estas víctimas eran civiles y hubo 90 niños muertos o heridos, con una media de edad de diez años.
La amenaza de este tipo de armamento, por tanto, no siempre es inmediata. Las características específicas de este tipo de bomba, que se divide en submuniciones una vez lanzada, hacen que tenga un impacto indiscriminado en la zona donde se arrojan, al tiempo que las convierten en una amenaza a largo plazo para los civiles e inutiliza áreas para su utilización con fines agrícolas o ganaderos.
La coalición ya había avisado de que la invasión rusa sobre Ucrania había cambiado el escenario, hasta el punto de que en la primera mitad de 2022 ya había registrado al menos 689 víctimas un 300 por ciento más que el dato global de todo el año previo. Las organizaciones han acusado a las fuerzas rusas de cientos de ataques, mientras que por la parte ucraniana también habían confirmado "varios" incidentes.
Uno de los principales responsables de la coalición, Paul Hannon, ha advertido de que el visto bueno de Estados Unidos al envío estas armas a Ucrania sumará "víctimas terribles" al conflicto, tanto "inmediatamente" como "en los años venideros". "El uso de municiones de racimo por parte de Rusia y de Ucrania se añade a la contaminación masiva de restos explosivos y minas que ya existe en Ucrania", ha advertido en un comunicado.
Aunque ni Rusia, ni Ucrania, ni Estados Unidos son firmantes de la convención internacional, las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos reclaman a los países que sí forman parte de este tratado que alcen la voz.
EEUU contempla el envío de munición de racimo a Ucrania
La Casa Blanca está contemplando la posibilidad de enviar a Ucrania munición de racimo aunque de momento no se ha tomado ninguna decisión al respecto sobre una transferencia que contravendría directamente un acuerdo internacional contra el uso de esta munición del que ni Washington ni Kiev forman parte, aunque sí muchos de sus aliados.
Fuentes de la Administración Biden han confirmado a la cadena NBC que el tema está bajo discusión, como también acabó reconociendo a última hora del viernes el jefe del Estado Mayor conjunto de EEUU, el general Mark Milley.
Las fuentes indican que un posible anuncio al respecto podría tener lugar a principios de este mes y que existe, ahora mismo, "cierta inclinación" a favor de la entrega de esta "munición convencional mejorada de doble propósito" (DPICM, por sus siglas en inglés, y que en realidad es un arma de alcance indiscriminado, responsable de la muerte y de la mutilación de cientos de civiles cada año en todo el mundo.
Otras fuentes oficiales estadounidenses han indicado a CNN que este tipo de munición "tendría sin duda un efecto significativo en el campo de batalla", pero existe el problema de que Estados Unidos tendría que enfrentarse a una seria reacción internacional si finalmente decide aprobar el envío, al margen de que el propio Ejército estadounidense ya había mostrado sus recelos hacia el uso de las bombas de racimo por el peligro que representaban hacia la población civil.
Leonidas
A los americanos, mientras mueran otros, les importa un pito los efectos de las bombas. De hecho murieron miles en una guerra manipulda por ellos en Irak y no ha pasado nada. Puestos a ver quién ha matado más gente desde la segunda guerra mundial, creo que los americanos se llevan la palma