Mientras el Gobierno francés, socialista, declara estos días la guerra a “la deriva opaca del dinero” tras conocerse que el ya exministro Jérôme Cahuzac tenía cuentas secretas en Suiza, un juicio que arranca hoy en España sobre la extradición al país helvético del exempleado del HSBC Hervé Falciani interesa, y mucho, al presidente François Hollande. Esta mañana empieza en Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional la vista sobre la petición de Suiza de traerse de vuelta a Falciani, país del que el italo-francés se fugó en 2008 con datos de, supuestamente, unos 130.000 evasores fiscales de todo el mundo con cuentas en el HSBC. Pero desgraciadamente para la Confederación, el proceso coincide con la furibunda reacción del Ejecutivo galo al affaire Cahuzac, encarnada por el propio Hollande. Y en el Elíseo ya se han tomado medidas: hasta dos ministros han maniobrado en los últimos días para que sea Francia la que reciba al informático, ladrón para unos pocos y Robin Hood de la banca para otros muchos.
Según publicó la semana pasada L’Express, el ministro de Reconversión Industrial, Arnaud Montebourg, quiere hacer aflorar esas listas de defraudadores franceses. Montebourg, de ala izquierda del Partido Socialista, desayunó hace poco con la titular de Justicia, Christiane Taubira, para charlar del asunto y demandar información judicial al respecto. Ambos se han puesto manos a la obra. Además, Montebourg ha pedido una copia de los archivos del HSBC en Ginebra para entregársela a las autoridades de Estados Unidos. Con la actual crisis, son muchos los países interesados en regularizar las cuentas opacas de algunos de sus conciudadanos obligándoles a abonar el dinero que deben a Hacienda.
659 nombres, entre ellos Botín
Algo que ya hizo España en 2010. Por aquel entonces, Falciani se encontraba todavía en Francia. París envió a la Agencia Tributaria española datos de 659 evasores que permitieron recaudar una cantidad brutal: más de 6.000 millones. “La mayor regularización de la historia del fisco”, resumió el secretario de Estado de Hacienda aquel año, Carlos Ocaña. Apenas han trascendido los nombres de esa lista, pero se conoce alguno como el de Emilio Botín y su hija Ana Patricia, dueños del Santander. Botín tuvo que abonar 200 millones de euros.
Con el impulso de Montebourg y la ayuda de Taubira, Francia quiere hacer lo propio. De hecho, el ministro se ha quejado públicamente de la falta de colaboración tanto del HSBC como, sobre todo, de Suiza a la hora de recabar información sobre el fraude fiscal. “Este bloqueo perjudica a la lucha contra el blanqueo de capitales y a las arcas del estado”, estallaba Montebourg. “La convención de ayuda-mutua en materia fiscal entre los dos países nos impide descrubrir los entre tres mil y cuatro mil millones de euros que estimamos que están escondidos”. En Francia no son cerca de 700 los evasores, sino 9.000, pero el Gobierno socialista cree que el gabinete de Nicolas Sarkozy no hizo todo por recaudar cuando tuvo la lista en sus manos: tan solo afloraron unos mil millones de euros, una sexta parte que en España.
"Si no me extraditan, volveré a Francia"
En espera de la decisión que tome la Audiencia, Falciani apoya la iniciativa de Montebourg. Tras pasar seis meses en prisión en España (adonde llegó en julio de 2012 tras entrar de tapadillo, aunque fue detenido), el italo-francés está en libertad y oculto por la policía. Pero Falciani empieza a largar su versión entre los medios de comunicación, como lo prueba una entrevista concedida a L’Express en la que muestra su deseo de volver al Hexágono: “Estoy bien, soy libre en mis desplazamientos pero no puedo abandonar el territorio español”, declaró. “Si el 15 de abril [hoy] la Audiencia rechaza extraditarme a Suiza, ya sí seré totalmente libre para volver a mi país, Francia”.
El exingeniero siempre se ha mostrado orgulloso de trabajar “gratuitamente” con las autoridades del país que lo requiera para revelar las claves que permitan descubrir las sucias prácticas del mundo de las finanzas. Falciani no despierta demasiado ruido entre los grandes medios, quizás porque tiene mucho que contar y a unos pocos, muy poderosos, no les interesa.