Italia vive una pequeña revolución liberal, desde que Mario Monti fue nombrado como presidente del Consejo de ministros. En tres meses, los italianos han escuchado al Gobierno anunciar un programa de austeridad de 20.000 millones de euros, la reforma de las pensiones, la liberalización de las corporaciones profesionales, la guerra al fraude fiscal y a las formalidades administrativas. Cien días en los que Italia ha vivido más cambios que durante toda la era Berlusconi. Por lo que ahora, el Ejecutivo pretende acometer el 'sacrosanto' Derecho laboral.
Mario Monti ha atacado el primero: "Los jóvenes tienen que acostumbrarse a la idea de que no tendrán un puesto fijo de trabajo para toda la vida. Por otra parte, digamos la verdad, ¡qué monotonía tener un puesto fijo para toda la vida!" Pero no fue él que anunció la creación de un contrato de trabajo único, sino su ministra de Trabajo, Elsa Fornero: "En resumen, me parecería bien un contrato único, que incluye a los que, hoy, están excluidos, pero que no pueda proteger al 100% al segmento sobreprotegido hasta ahora."
Inspiración danesa
Con casi 400 tipos de contratos de trabajo, Italia ha creado un sistema laboral en el que muchos trabajadores tienen la seguridad de poder conservar su puesto de por vida, mientras otros –en su mayoría los jóvenes– van de un contrato precario a otro. Ahora, Italia echa el ojo al famoso modelo danés de flexiseguridad para crear lo que sería el primer contrato único de Europa.
Las negociaciones laborales han empezado el lunes 13 de febrero, pero la reforma se presentará ante el Parlamento a finales de marzo. El contrato único sería indefinido pero el trabajador accedería a todos los derechos profesionales al término de tres años. Si el asalariado no satisface a sus superiores, tendría derecho a una indemnización compensatoria. En caso de despido, podría reclamar un salario mínimo garantizado.
El polémico artículo 18
En los Estatutos de los Trabajadores de Italia existe el artículo 18, del que Mario Monti ha afirmado que no será "tabú". El mismísimo artículo que Silvio Berlusconi intentó suprimir varias veces, en vano. Tanto la Confindustria, la CEOE italiana, como la derecha y parte de la izquierda quieren eliminar esa disposición, que sanciona los despidos "sin causa justa" en las empresas de más de 15 asalariados y les obliga a reintegrarles con compensación. La ministra Elsa Fornero tiene previsto que los sindicatos traten de este polémico artículo al final de sus negociaciones. Pero ya ha avisado: con o sin acuerdo de los sindicatos, habrá reforma laboral.
A la luz de su situación económica, Italia se ve obligada a actuar. Crecimiento del 0,4% y deuda pública de 1,9 billones de euros en 2011, 31% de paro de los jóvenes, de los que 3,4 millones viven en condiciones precarias, son razones obvias para Monti de reformar el mercado laboral. Y el Gobierno tiene el apoyo de los italianos, que sostienen en mayoría la política de austeridad y de liberalización dirigida por Monti. Pero para la oposición, el contrato único sería una nueva forma de crear precariedad, privando a los jóvenes del acceso al crédito bancario y obligando a los asalariados a restringir su propio consumo. Sobre todo, la mayoría de los italianos está en contra de una eventual reforma del despido. En las próximas semanas, el Gobierno Monti podría entonces vivir su primera prueba de fuego.