Viernes noche en París. Cientos de jóvenes franceses y decenas de españoles ocupaban los asientos de los locales de moda y disfrutaban de una cena con amigos, un partido o una banda de música en directo. Nada hacía presagiar que una ola de atentados se sucedería en siete zonas de la capital francesa en torno a una hora de reloj. Varios de los ciudadanos presentes en las zonas atacadas cuentan a Vozpópuli cómo han vivido una de sus peores pesadillas.
En torno a las 21.25 horas se producían los primeros tiroteos en el restaurante "Le Petit Cambodge" y el bar "Le Carillon" con un saldo de 13 personas fallecidas. Casi simultáneamente, varios artefactos estallaban en las inmediaciones del Stade de France mientras se disputada un partido amistoso entre Francia y Alemania. Arthur Comon, que trabaja en la ayuda humanitaria, había asistido al encuentro junto a sus dos hermanos y un amigo. "Me encontraba en la tribuna oeste, donde se situaba también el presidente Francois Hollande, cuando se han escuchado tres detonaciones antes del descanso al otro lado del estadio, cerca de la tribuna este, junto al McDonalds que hay en el exterior del campo. El presidente fue evacuado durante el descanso", narra.
Arthur Comon, testigo en el estadio
"Estabamos sentados cuando se han escuchado tres detonaciones. Me ha sorprendido pero nadie a mi alrededor ha reaccionado y durante la segunda parte he empezado a mirar las informaciones en mi smartphone", cuenta. Según Comon, no se ha informado a los espectadores de la situación. "Han pasado entre 45 minutos y una hora antes de que hayan informado por megafonía a los asistentes de lo que estaba ocurriendo, pero solo en francés, ni siquiera en alemán, habiendo espectadores alemanes", asegura. "Hemos decidido salir de los ùltimos del estadio para evitar la afluencia de gente y ya en la calle hemos visto una gran presencia policial. El acceso al lado de donde se han producido las detonaciones estaba cortado. Luego hemos tomado el RER -tren de cercanías- entre Stade de France y Gare du Nord, donde al llegar han evacuado a todo el mundo y han cerrado la estación", explica.
"Ahora pueden verse los impactos de balazos en los bares de la Rue Fontaine-au-Ro, un área repleta de bares donde la gente suele ir a cenar o tomar algo", dice Ruth Gabilondo
La tercera explosión en los alrededores del Stade de France tuvo lugar a las 21.53 horas, por lo que en los minutos de antes, ya había dado tiempo a perpetrar más ataques. Por ejemplo, el de las 21.32 horas en la Rue Fontaine-au-Ro, que ha causado cinco muertes o el de las 21.43 horas, en el boulevard Voltaire, donde un terrorista se acabó inmolando. Ruth Gabilondo explica que vive cerca de la primera zona y que se trata de un área repleta de bares donde la gente suele ir a cenar o tomar algo.
"Ahora pueden verse los impactos de balazos en los bares de la Rue Fontaine-au-Ro, es algo que impresiona", dice. Y cuenta que varios son los coches de policía que este sábado están circulando por los alrededores de la plaza de La República pidiendo a las personas que no se acerquen y adviertiéndoles del estado de emergencia. "Pero la gente quiere depositar sus velas en honor a las víctimas del horror", añade. Gabilondo cuenta además que ha podido ver como la alcaldesa de París se acercaba a la zona y "acariciaba los rostros de muchos niños con miedo en los ojos".
Aurelie G., la chica del Bataclan
En torno a las 21.48 horas un tiroteo en la terraza de un café situado en el cruce entre las calles Faidherbe y Charonne se salda con 19 víctimas mortales y un minuto más tarde, a las 21.49 horas, cuatro terroristas entran en la Sala Bataclan, donde se estaba realizando un concierto de la banda 'Eagles of death metal'. El local se convierte el en epicentro de la masacre con un total de al menos 89 muertos. "Estaba allí cuando entraron los terroristas. El Bataclan tiene dos alturas y nosotros estabámos en la parte de arriba, una circunstancia que sin duda nos ha servido para salvar la vida", asegura desde París Aurelie G. a Vozpópuli. "Eran chicos jóvenes y nadie se dio mucha cuenta de que pasaba hasta que se oyeron los disparos y se fue la luz, todos nos tiramos al suelo para protgernos", recuerda.
"Un grupo de chicos que se habían hecho los muertos trató de avanlanzarse sobre ellos. No pudieron hacerse con la situación y les mataron", cuenta Aurelie G., testigo de Bataclan
Un rato después de que disparasen a discreción, unos chicos que se habían hecho los muertos trataron de avanlanzarse sobre ellos. Sin embargo, según Aurelie, estos no pudieron hacerse con la situación, les dispararon y les mataron.
"Era horroroso. No había mucha luz, pero podíamos verles abajo. Cuando entró la policía se sucedieron disparos y hubo explosiones. Dicen que llevaban cinturones con explosivos, pero nosotros desde arriba no pudimos verlo. Esperamos a que se resolviese todo y luego la policía nos sacó de allí. Ha sido un infierno. Estaba todo lleno de cadáveres. Pero la vida es bella y los terroristas no pueden quitarnos las ganas de vivir", concluye.
Irene Martínez, una española que se encontraba cerca del establecimiento declaró a este diario que vieron pasar "coches de policía y de bomberos". "Los franceses nos decían que corriéramos, así que terminamos refugiándonos un grupo de 15 personas en casa de un chico al que no conocíamos. Hubo un momento de muchos nervios porque reibiíamos más información de los medios españoles que de los franceses", asegura Martínez.
Patricio Binaghi, argentino, explica que salía de cenar cuando se enteró de lo sucedido. "Había mucha desesperación por coger los taxis. Cogí uno por suerte; sonaban muchas sirenas de ambulancias, de coches de policía. Por todos lados había gente corriendo por las calles, desdesperación y angustia total", lamenta.
"Es una locura, fue todo muy caótico y yo no podía evitar acordarme del 11 de marzo de 2004 en Madrid", reconoce la española Blanca Cruz desde París
Blanca Cruz, madrileña residente en la capital francesa, corrió mejor suerte que el resto de testigos, pero no por ello la preocupación fue menor. "Me estaba arreglando para salir cuando me llegó una alerta de Le Monde al teléfono avisando de los tiroteos. Corrí a consultar los periódicos y comencé a hacer una ronda de llamadas para ver dónde estaban mis amigos, pero era casi imposible contactar", cuenta.
"Le dije a mi compañera de piso que volviera a casa, había salido a cenar por esa zona. Fue todo muy caótico y yo no podía evitar acordarme del 11 de marzo de 2004 en Madrid", reconoce a este diario.
Y añade que lo que por un lado tiene miedo a salir porque los ataques se han producido en espacios públicos y de noche, pero, por otro, no quiere ceder al miedo. "Estamos alucinando, con miedo y asqueados. Es una locura, pero aunque hoy no podamos salir, yo no quiero ceder al terror", asegura Cruz.