La encarcelada integrante del grupo punk ruso Pussy Riot Nadezhda Tolokónnikova, que comenzó el pasado lunes una huelga de hambre en la prisión donde se encuentra, fue trasladada este domingo a un hospital, confirmaron las autoridades penitenciarias rusas.
"Por recomendación de los médicos, Tolokónnikova aceptó ser trasladada al hospital para una vigilancia dinámica de su estado de salud", explicó a las agencias rusas un portavoz del Servicio Federal de Prisiones ruso para la república de Mordovia, donde la joven cumple su condena a dos años de prisión.
El marido de la condenada, el conocido activista Piotr Verzílov, saludó la decisión de la administración de la prisión, aunque lamentó que ni él ni los abogados de Tolokónnikova puedan visitarla desde hace tres días por decisión de la dirección del penal, que argumenta su negativa con el mal estado de salud de la interna.
Tolokónnikova, encarcelada por un delito de gamberrismo motivado por odio religioso, denunció esta semana graves casos de violencia en la prisión IK-47 donde cumple la pena y se declaró en huelga de hambre. Poco después, fue trasladada a una celda de aislamiento por cuestiones de seguridad, tras denunciar amenazas de muerte de compañeras de celda, y más tarde a la enfermería del penal.
En una carta, la joven denunció malos tratos y las torturas que reciben sus compañeras de prisión y, a modo de ejemplo, puntualizó que las reclusas son obligadas a trabajar en un taller de costura 16-17 horas, con apenas cuatro horas diarias para dormir y sólo un día libre en mes y medio.
Condenada a dos años de cárcel, a finales del pasado agosto el tribunal superior de Mordovia rechazó su recurso de libertad condicional. La otra integrante de Pussy Riot en prisión, María Aliójina, también estuvo en huelga de hambre en mayo en la cárcel de Perm (Urales), en protesta por no poder asistir a la vista judicial sobre la concesión de la libertad condicional.
Ambas chicas fueron condenadas tras escenificar en febrero de 2012 una plegaria punk contra el presidente ruso, Vladímir Putin, en el principal templo ortodoxo ruso. Las dos mantienen su inocencia e insisten en que su acción en la catedral de Cristo Salvador de Moscú tenía fines políticos y no estaba dirigida contra los creyentes ortodoxos.