El general Qasem Soleimani, al frente de la Fuerza al Quds dentro de la todopoderosa Guardia Revolucionaria iraní, es una figura fundamental para entender la presencia de Irán en los principales conflictos de la región y como brazo ejecutor de la política del líder supremo del país, Alí Jamenei.
Su muerte en un ataque estadounidense en el aeropuerto de Bagdad en el que también ha perdido la vida uno de sus hombres de confianza y 'número dos' de las Fuerzas de Movilización Popular (FMP) iraquíes, Abu Mahdi al Muhandis, supone una "amarga pérdida", según ha reconocido el propio Jamenei, que ya prometido que habrá "dura venganza".
No en vano, Soleimani es considerado como el arquitecto de la estrategia que ha permitido en los últimos años a Irán proyectar su poderío en todo Oriente Próximo, desde Líbano a Siria pasando por Irak y Yemen, y en palabras de Alí Soufan, un antiguo agente del FBI y experto antiterrorista, "el general más poderoso" de la región.
Este general que inició su carrera en la guerra con Irak en los años 1980 cuando apenas tenía 20 años es quien ha estado moviendo los hilos en las dos últimas décadas, y en particular en los últimos años, respecto a la presencia e influencia de Irán, tanto directa como por vía de grupos y milicias afines -los llamados 'proxy'-, en toda la región.
La Fuerza Al Quds que comandaba desde 1998 cuenta con entre 10.000 y 20.000 hombres y, como destaca Daniel Byman, profesor de la Universidad de Georgetown y experto del Center for Middle East Policy de Brookings Institution, se encarga de "ofrecer entrenamiento, armamento, directrices organizativas y otro apoyo a un abanico de grupos pro iraníes".
Así, ha trabajado con Hezbolá, el partido-milicia chií libanés, cuyo líder ha sido uno de los primeros en condenar su muerte y prometer venganza y continuar la "resistencia" frente a Estados Unidos. Irán ha venido suministrando armamento a Hezbolá desde hace años a través de Siria y Soleimani ha mantenido una estrecha relación con muchos de los líderes de la organización. Asimismo, la Fuerza al Quds mantiene estrechos vínculos con grupos terroristas palestinos como Hamás o Yihad Islámica.
Lucha contra los talibanes
Pero antes de eso, Soleimani fue instrumental en la lucha contra los talibán en Afganistán. Tras un ataque en el país en el que murieron varios iraníes en 1998, en lugar de apostar por la intervención directa, optó por incrementar el apoyo a la Alianza Norte que combatía a los talibán e incluso llegó a dirigir las operaciones del grupo desde una base del otro lado de la frontera en Tayikistán.
Además, según cuenta Soufan en una extensa biografía publicada en el 'CTS Sentinel' del Centro Antiterrorista de West Point en 2018, tras los atentados del 11-S dio instrucciones para que diplomáticos iraníes compartieran información sobre posiciones talibán con Estados Unidos.
El acercamiento con el archienemigo quedó interrumpido tras incluir el presidente George W. Bush al país en el llamado 'Eje del mal' en 2002. Tras ello, y una vez iniciada la ocupación de Irak para desalojar del poder a Sadam Husein en 2003, el general iraní ayudó a Siria a facilitar el trasvase de yihadistas suníes a Irak, además de enviar a milicias chiíes al país para luchar contra las tropas estadounidenses, cobrándose cientos de víctimas.
Con la instauración del nuevo Gobierno iraquí en 2005, la influencia iraní en el país aumentó y con ella la de la Guardia Revolucionaria y Soleimani. Cuando en 2011 estalló la 'Primavera Árabe', el general vio en ella una nueva oportunidad de incrementar la influencia tanto en Siria, país que desde hacía años estaba dentro de la órbita de Teherán, como en Irak.
Papel en la guerra en Siria
Tras estallar la guerra en Siria, ordenó que algunas de las milicias que operaban en Irak bajo su mando acudieran en ayuda del presidente sirio, Bashar al Assad, además de crear otros grupos expresamente para tal fin, incluido uno de afganos residentes en Irán.
Según Soufan, "las fuerzas bajo su mando fueron instrumentales en muchas de las grandes ofensivas de la guerra siria". El general iraní contaba con su propio cuartel general secreto en Damasco, desde donde él mismo dirigía algunas operaciones, en el que estaban presentes además de oficiales sirios representantes de Hezbolá y otras milicias.
Soleimani también habría sido el artífice de la decisión de Rusia de implicarse en la guerra en Siria en favor de Al Assad en septiembre de 2015, después de que el general iraní, objeto de sanciones por parte de la ONU, viajara a Moscú y se reuniera con las autoridades rusas, presuntamente incluso con el propio Vladimir Putin. La intervención de Moscú cambió el curso del conflicto, al igual que la de Hezbolá, también respaldada por el ubicuo militar iraní.
Por otra parte, el avance relámpago de Estado Islámico en Irak en el verano de 2014, situándose a las puertas de Bagdad, empujó a Soleimani ha trasladar a algunas de las milicias iraquíes desplegadas en Siria de vuelta a Irak para defender el país, las cuales terminaron en organizarse bajo el nombre de las Fuerzas de Movilización Popular (FMP).
Buena parte de dichas milicias estaban bajo el control directo de Soleimani y fueron claves en la lucha contra el grupo terrorista. El propio general iraní fue fotografiado cerca del frente durante la reconquista de Tikrit en 2015.
Yemen, el último frente
Ese mismo año se abrió un nuevo frente en el que la presencia de Irán ha sido clave: Yemen. Aquí, Teherán se ha alineado con los rebeldes huthis que luchan contra el Gobierno yemení, apoyado por una coalición militar que encabeza Arabia Saudí, su archienemigo en la región.
Soleimani vio en el apoyo a este grupo una manera de perjudicar a Arabia Saudí, por lo que se procedió al envío de armamento. Con el paso del tiempo, el apoyo ha ido en aumento y Teherán ha aprovechado a través de los huthis para atacar el reino. Una prueba de ello es el ataque del pasado septiembre contra instalaciones de la petrolera Aramco, en el que tanto Washington como Riad ven la mano de Irán.
Con todo ello, Soleimani ha conseguido en los últimos años crear un "Eje de resistencia" que, empezando por Irán, pasa por Irak, sigue por Siria y termina en Líbano, lo que ha generado en especial la preocupación de Israel, que ve a su enemigo declarado a las puertas de su territorio, y de Estados Unidos.
Por ello, algunos expertos coinciden en resaltar que la muerte de Soleimani es incluso más importante que la de Usama bin Laden, el líder de Al Qaeda, en 2011 o la de Abu Bakr al Baghdadi, el líder de Estado Islámico, fallecido el pasado octubre, ambos en operaciones de las fuerzas estadounidenses.
Dentro de Irán, Soleimani es una figura reverenciada, a la que acompaña siempre un halo de misterio y modestia que él mismo se ha encargado de cultivar en todas sus apariciones públicas. Considerado como la mano derecha de Jamenei, quien ya antes de su muerte le consideraba un "mártir viviente de la Revolución", su nombre había sonado incluso como futuro presidente del país.