En 1963, se estrenó la película 'Le mani sulla città', dirigida por Francesco Rosi. Era una cinta de denuncia por la despiadada especulación inmobiliaria que sufrió Nápoles -e Italia entera- en los sesenta del pasado siglo. Un año antes (1962), en Roma había comenzado el Concilio Vaticano II, inaugurado por el Papa Juan XXIII y ejecutado por Pablo VI. Fue, quizás, el mayor intento de modernización de una Iglesia católica que se prepara para el Jubileo 2025 empantanada por unas obras que tienen maniatada, sofocada, una urbe presa como rehén.
El Año Santo empieza el próximo 24 de diciembre, cuando se abrirá la Puerta Santa de San Pedro para dar entrada a FrancIsco, quien confió en el Pontificio Consejo promotor de la Nueva Evangelización (presidida por el monseñor Rino Fisichella) para la organización de un evento planetario que contará con un comisario extraordinario encargado de la parte logístico-funcional: Roberto Gualtieri (PD), alcalde de Roma, ciudad en la que se estima una llegada de casi cien mil peregrinos a lo largo del próximo año.
La tarta ya está encargada, aunque viene con sorpresa. Cuando falta poco más de un mes para la fiesta de la fe, en la capital ya ha llegado -para quedarse- el infierno de una ingente especulación inmobiliaria. Lo explica, de forma sarcástica, el periodista Simone Di Meo en la revista 'Panorama': “Es necesario un milagro para que las obras estén terminadas”. Y es que se contabilizan más de cien solo en el centro histórico, por un total de 279 programadas para recalificar los espacios públicos, potenciar las infraestructuras (cuenta con dos líneas y media de metro) y facilitar la movilidad de los peregrinos… Evitando así el vía crucis del tráfico: la previsión estimada es de veinte minutos por cada kilómetro recorrido. “Vivir en Roma es imposible. Yo renuncio acudir a sitios por el caos, la imposibilidad de encontrar un taxi, la marabunta de turistas. Eso sin haber dado inicio el Jubileo”, explica a este periódico Lucetta Scaraffia, historiadora italiana, otrora directora de la revista 'Donne, Chiesa, Mondo', perteneciente al diario de la Santa Sede, 'L'Osservatore Romano'.
El drama, pues, tiene ínfulas divinas. Hoy sólo el 60% de los trabajos han comenzado. Muchos terminarán incluso en 2026, como el 'restyling' de Via Ottaviano, la nueva cara de Termini o la recalificación de San Giovanni, sede del Vicariato. Por si fuera poco, están previstas más de trescientas intervenciones para consolidar lugares de interés histórico y arqueológico. Para ello ya se han colocado más de cuatro mil millones de euros (entre el Ejecutivo, privados y fondos europeos), aunque como denunciaba uno de los principales sindicatos del país (Cgil), no será suficiente con este dinero. La palabra de Matteo (25,13) se antoja profética, pues: “Velad pues, porque no sabréis ni el día ni la hora”.
Manos intrusas dei palazzinari
"'Business y tejido urbano' es el largometraje actual. Una vez más. Precisamente fue en Roma hace décadas cuando se inventó el término palazzinaro, dícese del constructor sin escrúpulos, hábil en la especulación, aunque de pésima reputación. Piraña -público o privado- en este mar de fieles y santos con olas jubilares llenas de andamios, hormigón, cúpulas y cemento armado". Lo desgrana así el artículo publicado en el semanal del grupo Mondadori, adentrándose en las entrañas del asunto. “Gualtieri, con 1.600 euros, ha aumentado el sueldo anual de cada dependiente del Campidoglio (sede del ayuntamiento), y ha incrementado su staff con casi cien colaboradores”, escribe Di Meo.
El asunto no termina ahí, ya que para la estructura de supervisión especial ha delegado -un millón de euros mediante- en los servicios de dirección, organización y coordinación de grandes eventos para el parque arqueológico de Centocelle y Tor Vergata, en la zona este de Roma, a lo largo de la via Casilina. “Y cientos de miles de euros se han pagado -sin salir a concurso (la ley lo consiente por la urgencia)- a empresas encargadas en la coordinación técnica y en los estudios de ingeniería y arquitectura con el fin de proyectar espacios temporales.
Las autoridades, en concreto, el departamento de investigación contra el crimen organizado, han advertido de que las inversiones sin control suponen el caldo de cultivo perfecto para infiltraciones mafiosas
Es, en definitiva, el caldo de cultivo perfecto para infiltraciones mafiosas, según afirma la propia Dirección investigativa antimafia. Porque sí, los clanes capitolinos están dispuestos también a sacar tajada de los famosos fondos europeos Pnrr, destinados teóricamente a robustecer una economía italiana lacerada desde los últimos lucros, y que sin embargo pueden terminar desviándose hacia el crimen organizado. De hecho, desde 2022, según fuentes oficiales se llevan registrando en la región Lazio operaciones sospechosas en temas de blanqueo de capital y financiación del terrorismo. ¡Kaputt romano!
La austeridad de Francisco
Si la Roma pagana suda y sangra corriendo contra el reloj mientras malgasta dinero público, al otro lado del Tíber el nuevo prefecto para la economía, un laico próximo a la Compañía de Jesús (Maximino Caballero Ledo), ha aconsejado al Santo Padre una rigurosa auditoría de gastos. ¿La motivación? El óbolo de San Pedro tiene un déficit de sesenta millones. Es el motivo por el cual Bergoglio ha escrito su dogma a los cardenales: “Las instituciones deben trabajar en la búsqueda de recursos externos para sus respectivas misiones. Respecto a la reducción de costes, hay que actuar con espíritu de esencialidad”.
Las llagas son obvias en la casa de Dios, donde el cardenal Pietro Parolin (secretario de estado) parece discernir con la política austera dictada por el heredero argentino de Pedro, quien sigue refiriéndose al dinero como “el estiércol del diablo”. Lo cierto es que el tiempo apremia, y mientras muchos patrocinadores llaman a la puerta del Año Santo, los miles de laicos que trabajan dentro de las murallas leoninas podrían ir a huelga por los duros ajustes económicos impuestos por la cúspide que rige la Curia. Sería la primera en diez siglos. Un golpe bajo para Roma Caput Mundi, que cuenta los días para engalanar la columnata de Bernini y abrir la Puerta Santa.
Se verá si lo permite el andamiaje, sujeto a un clientelismo que bebe de favores y se aprovecha de una farragosa burocracia. Mientras todos corren para ser bendecidos con agua santa, emerge el mal hacer de una jauría política frágil, con pocos anticuerpos para frenar ¿presuntas? infiltraciones. El cuadro es complejo: muchas obras -algunas innecesarias- se dilatan, y Roma sigue absorta, ante todo. Aunque diva crepuscular, se siente eterna, porque conoce perfectamente la unidad de medida por la que está regida: el siglo. Funcionó toda la vida así. Y así seguirá funcionando.