El aplauso internacional ha sido prácticamente unánime en todo el mundo tras la victoria de Lula da Silva por encima de Jair Bolsonaro en Brasil: Europa, China e incluso Rusia le han felicitado y han mostrado sus deseos de reforzar las relaciones bilaterales. Sin embargo, el reconocimiento no ha llegado a todos los rincones de Brasil ya que tras saberse los resultados definitivos el domingo, Bolsonaro guardó silencio dejando en el limbo aceptación de la victoria de su contrincante. Un silencio que se alarga hasta este lunes y que hace temer que su hipotética resistencia desestabilice aún más el país. La llegada de la 'marea rosa' a Latinoamérica por los gobiernos de izquierda en Chile, Argentina, Chile, México, Colombia y ahora Brasil podría truncarse de generarse una lucha política por los resultados, tal y como sucedió en EEUU con la victoria de Joe Biden.
Sin embargo, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ya ha declarado a Lula como próximo presidente, con el 50,9% de los votos frente al 49,1% de Bolsonaro. La toma de posesión del veterano político de izquierdas, de 77 años, está programada para el 1 de enero. Bolsonaro ya ha sugerido en el pasado que no reconocería a la ligera los resultados de la votación al poner en duda el sistema de votación electrónica por un posible fraude. Esta vez sus temores han generado que el Ejército brasileño inspeccionara las urnas electrónicas en algunos colegios electorales durante la primera vuelta, unos resultados que aún no han sido enviados al Tribunal. Estos años Bolsonaro ha intentado convencer a la opinión internacional, mediante los embajadores, de que el sistema electoral es frágil y ha presionado para que las Fuerzas Armadas (a las que Bolsonaro está muy ligado) tuvieran acceso al código del sistema de votación. No fue posible pero sí que se han integrado, mediante el TSE a la comisión de transparencia que examina el sistema de los comicios.
Con su capacidad de movilización y unos resultados tan ajustados que evidencian una sociedad fracturada, declarar que la votación ha sido un fraude o hacer un llamamiento a la repetición podría generar graves disturbios en las calles
A medida que pasan las horas se incrementa la sospecha de que Bolsonaro no ceda e incluso cuestione el recuento electoral. Con su capacidad de movilización y unos resultados tan ajustados que evidencian una sociedad fracturada, declarar que la votación ha sido un fraude o hacer un llamamiento a la repetición podría generar graves disturbios en las calles. Por eso desde hace hace meses los grupos empresariales y la sociedad civil de Brasil están cerrando filas para reforzar la confianza en la integridad de la votación.
Lo que está claro es que cuanto más tarde Bolsonaro en reconocer el escrutinio más costará asentar las bases de un nuevo gobierno con la la hoja de ruta social que propone Lula. Si defiende un fraude electoral acabará por polarizar aún más la sociedad brasileña y si se mantiene en silencio tampoco legitimará la victoria de Lula ante su electorado, que suponen 58.206.354 votos. Como apunta Reuters, esta coyuntura podría generar volatilidad en los mercados financieros, con los inversores evaluando el impacto del Gobierno de Lula y el riesgo de que Bolsonaro cuestione los resultados.
La Bolsa de Sao Paulo cae un 2%
La Bolsa de Sao Paulo abría este lunes con una caída del 2,12%, tras la victoria del exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en la segunda vuelta de las presidenciales sobre el actual gobernante, Jair Bolsonaro. El índice Ibovespa, referencia del parqué brasileño, iniciaba operaciones en medio de una alta volatilidad y se situaba en la cota de los 112.000 puntos básicos. En el mercado de divisas, el dólar estadounidense se apreciaba cerca de un 0,3% en Brasil y cotizaba a 5,31 reales para la compra y la venta, en el tipo de cambio comercial.
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Lo que inquieta a los inversores es lo que ha sucedido esta mañana en el CEASA, el Mercamadrid de Rio de Janeiro, donde hordas de descamisados han asaltado los almacenes y han arramplado con todo lo que pudieron. Está en Instagram el asalto. No parecían votantes de Bolsonaro.