Suecia dio un nuevo paso hacia la formación de un gobierno de derecha después de que la primera ministra socialdemócrata, Magdalena Andersson, formalizase este jueves su dimisión, anunciada ayer tras reconocer la derrota en las elecciones legislativas del domingo. El recuento final de la Autoridad Electoral, que incluye el voto exterior y los votos anticipados enviados dentro de plazo pero que no llegaron a tiempo, certificó el miércoles la victoria del bloque de derecha, que se impone al centroizquierda por siete décimas o tres escaños (49,5% y 176 por 48,8% y 173).
Andersson, que seguirá al frente de un ejecutivo en funciones, acudió al Parlamento para presentar su renuncia a su presidente Andreas Norlén, quien este lunes recibirá por separado a los líderes de las ocho fuerzas parlamentarias y encargará previsiblemente luego formar gobierno al conservador Ulf Kristersson. El Partido Moderado (conservador) de Kristersson fue tercero, con el 19,1%, por detrás de los socialdemócratas de Andersson, con el 30,3%, y del ultraderechista Demócratas de Suecia (SD), con el 20,5%, el gran ganador de los comicios, pero sin opciones reales de gobernar.
Esta formación de ultraderecha, con raíces neonazis en su fundación, ha sido sometida a un "cordón sanitario" por el resto de fuerzas desde su entrada en el Parlamento en 2010, lo que explica que los socialdemócratas hayan gobernado en minoría las dos pasadas legislaturas pese a que en la Cámara había mayoría de derecha. Conservadores, cristianodemócratas y liberales se han abierto el último año a romper ese aislamiento y pactar con el SD, pero rechazan su entrada en un ejecutivo, una exigencia que la ultraderecha podría aceptar a cambio de ganar influencia política.
"Ahora comienza el trabajo para formar un nuevo Gobierno", escribió ya ayer en su cuenta de Facebook Kristersson después de que Andersson aceptase la derrota electoral.
Unas negociaciones con la ultraderecha que se prometen duras
Kristersson ya recibió el lunes en sus oficinas, por separado, a los líderes de las otras tres fuerzas del bloque de derecha, y los contactos se han intensificado en los últimos días, según medios suecos, aunque los protagonistas mantienen un perfil bajo. La opción preferida por Kristersson es un ejecutivo en minoría con los cristianodemócratas, apoyado por liberales y el SD, dos fuerzas que mantienen una complicada relación y que se excluyen mutuamente en un hipotético gobierno.
Aparte de las rencillas internas, las negociaciones se presentan difíciles por las diferencias en algunos temas como el paro y el seguro de enfermedad, que los conservadores quieren bajar y que el SD considera una línea "roja".
Más fácil parece el acuerdo en temas como la delincuencia y la inmigración o en política energética, donde los cuatro partidos están a favor de impulsar la energía nuclear.
Lo que sí parece improbable es que las conversaciones se alarguen hasta 131 días como ocurrió en 2018, récord en Suecia, cuando fue necesario un pacto de socialdemócratas y ecologistas con dos fuerzas de derecha para romper el bloqueo político. "Le he comunicado (a Norlén) que si los conservadores cambian de idea y quieren colaborar conmigo en vez de con el SD, mi puerta está abierta", dijo hoy Andersson, quien mantiene el enfrentamiento frontal con la ultraderecha, como expresó durante la campaña.
Andersson había dicho ayer que compartía la "intranquilidad" de "muchos" suecos por el ascenso del SD e instó al resto de fuerzas de derecha a poner "límites" a su discurso de "odio e intolerancia". A pesar de su derrota, Andersson continuará al frente del partido, que preside desde hace menos de un año por la salida de su predecesor, Stefan Löfven. No solo fue la fuerza más votada en los comicios, una constante en el último siglo, sino que subió dos puntos y se situó de nuevo por encima de la barrera del 30 %.
Dimisión de la líder centrista
Las elecciones suecas se han cobrado ya su primera víctima política: la líder del Partido Centrista, Annie Lööf, anunció hoy su dimisión después de once años al frente de una formación que convirtió en la cuarta del Parlamento, pero que fue la que perdió más votos en estas elecciones, con un retroceso de casi dos puntos. Lööf se ha distinguido como una firme opositora a cualquier pacto con la ultraderecha, lo que la llevó hace cuatro años a romper la Alianza de centroderecha existente desde 2004 para cerrar un acuerdo con los socialdemócratas que facilitara la gobernabilidad del país.
Durante esta campaña, Lööf hizo caso omiso a las invitaciones de sus antiguos aliados y mantuvo el rechazo al SD, apoyando públicamente a Andersson como su candidata a primera ministra, aunque marcando también distancias con los excomunistas, necesarios para que los socialdemócratas pudieses gobernar.