La relación de Donald Trump con la banca norteamericana ha sido más que tormentosa en las últimas décadas. El magnate norteamericano recién llegado a la Casa Blanca protagonizó una de las mayores quiebras a comienzos de los años 90, cuando disparó la morosidad de la banca con sus casinos de Atlantic City. El enfrentamiento ha ido a más durante la campaña electoral, en la que Trump ha llegado a definir de entidad "corrupta" a Goldman Sachs y comparó a JPMorgan y otras entidades con "asesinos que se libran de condenas" por los acuerdos extrajudiciales por las hipotecas subprime.
Pero todo ha cambiado esta semana. Donde dije digo... y ahora valora a dos nombres ligados a Goldman y JPMorgan como sus secretarios del Tesoro. Uno de los candidatos es el propio consejero delegado de JPMorgan, Jamie Dimon, uno de los financieros más importantes del país, al que Trump denominó como "el peor banquero de Estados Unidos". Según Reuters, todo apunta a que Dimon rechazará el ofrecimiento del presidente de Estados Unidos.
El otro nombre que más suena es un exalto ejecutivo de Goldman, Steven Mnuchin, que ha trabajado codo con codo con Trump durante la campaña electoral. Tras trabajar varios años en el banco de inversión creó su propio fondo de capital riesgo, Dune Real Estate Partners.
No son los únicos guiños con los que Trump quiere enderezar su relación con Wall Street. Durante la campaña ha prometido en reiteradas ocasiones acabar con la ley Dodd-Frank, que pone límites a la gran banca de inversión norteamericana para que no se vuelvan a repetir casos como el de Lehman Brothers. "Tenemos que deshacernos de Dodd-Frank. Los bancos no están prestando dinero a la gente que lo necesita... los reguladores están dirigiendo los bancos", señaló Trump, en declaraciones recogidas por The Wall Street Journal.
Conozco Wall Street. Conozco a la gente de Wall Street... No voy a dejar que cometan el asesinato con impunidad. Wall Street nos ha causado tremendos problemas"
Entre las implicaciones que tendría derogar la ley Dodd-Frank estaría que las entidades norteamericanas no tuvieran que separar la banca de inversión y el negocio minorista. Esta ruptura se estableció para evitar que las entidades financiaran inversiones arriesgadas con los depósitos de clientes de la calle. Trump ha dado visiones contradictorias sobre este punto durante la campaña.
Esta regulación también establece muchos más controles para que el sector financiero norteamericano no vuelva a colocar productos de riesgo como las hipotecas 'subprime' entre inversores.
En la banca europea se da por hecho que Trump va a dar mucho más peso a Wall Street, con medidas para hacer de esta plaza mucho más competitiva frente a la City londinense, como reconoció la presidenta de Santander UK, Shriti Vadera, en unas jornadas celebradas por el banco en Madrid esta semana.
Dardos
Atrás han quedado las declaraciones que hizo a comienzos de año en Iowa: "Conozco Wall Street. Conozco a la gente de Wall Street... No voy a dejar que Wall Street cometa el asesinato con impunidad. Wall Street nos ha causado tremendos problemas".
Pero los dardos entre banca y Trump no solo han volado en una dirección. Los roces llegaron hasta tal punto que Goldman Sachs prohibió a sus empleados de primer nivel que donaran dinero para la campaña del magnate.
Si Trump se atasca en estas políticas y es elegido presidente, estará casi garantizada una recesión a nivel mundial"
Otros ejemplos en la misma línea son las palabras de Paul Singer, del fondo oportunista Elliott, que señaló hace algunos meses que la elección de Trump como presidente sería "una garantía de una recesión global". El multimillonario Warren Buffett también ha tenido sus más y sus menos con Trump. Tras preguntar por su "falta de decencia" en verano, el inversor norteamericano suavizó ayer su mensaje al señalar que la bolsa de EEUU subirá aunque esté Trump, y que éste merece un respeto. Otra muestra más de que, con su llegada a la Casa Blanca, la tormentosa relación del presidente de EEUU y la banca puede ser mejor que nunca.