El martes pasado fue un día caótico para Beatriz Castro, una colombiana radicada en Venezuela desde hace más de 30 años, que trabaja por su cuenta como limpiadora en casas y oficinas. Mientras planchaba la ropa de una de sus empleadoras ocurrió el apagón que afectó durante varias horas a 18 de los 23 estados, el 70% del país sudamericano y parte de Caracas.
Beatriz debió regresar a su casa en Petare, un conglomerado de barrios populares al este de la capital venezolana y en la calle se enfrentó a un desorden descomunal, porque el metro no funcionaba y la oferta de camionetas de pasajeros, ya de por sí insuficiente, no alcanzaba para cubrir la fuerte demanda del servicio.
Como pudo, a empujones, logró subirse a un vehículo. "En la calle todo el mundo lo que decía es que eso (el apagón) es por culpa del Gobierno, que no es 'saboteo' ni nada, sino que eso (el sistema eléctrico) no sirve", comentaba Beatriz a su empleadora el día siguiente.
Se refería a las primeras declaraciones del presidente Nicolás Maduro, quien pronto salió a acusar a la "extrema derecha fascista" de propiciar un "golpe eléctrico" y sabotear las instalaciones; una respuesta política a un problema crónico que lleva varios años afectando a buena parte del país –sobre todo a ciudades del interior- y que pudiese hallar otras causas en la falta de infraestructura, deficiente mantenimiento y mala gerencia.
En efecto, una encuesta de la empresa IVAD conocida este viernes indica que 7 de cada 10 entrevistados dijo haberse visto afectado, el 62,8% culpa al Gobierno por las fallas del sistema y el 5,6% a la falta de mantenimiento. La opción "sabotaje" no aparece en la consulta.
Ya desde 2010, producto de una prolongada sequía que afectó la represa de Guri, en el estado Bolívar al sur del país, desde donde se genera la mayor parte de la energía eléctrica de Venezuela, la crisis eléctrica comenzó a dar sus primeras señales.
Con éste, ya son tres los apagones de grandes dimensiones que han ocurrido este año en Venezuela. El primero de ellos, el 13 de febrero, dejó sin luz a ocho estados por un fallo en una línea de 765 KV. Y trece días más tarde, un incendió afectó una subestación del sistema Guri que provocó la caída de tres líneas de transmisión.
El 23 de abril de este año, el propio Maduro emitió un decreto para ordenar la militarización de las instalaciones eléctricas durante 90 días, ante supuestos actos de sabotaje al sistema, al tiempo que se anunciaba un "riguroso plan de mantenimiento e inversiones".
Prioridad a la generación, no a la inversión
Mientras Beatriz intentaba llegar a Petare, el ministro de Energía Eléctrica, Jesse Chacón, regresaba de urgencia a Caracas desde La Habana, donde tenía prevista una reunión con su homólogo cubano, que finalmente no se produjo debido a la eventualidad.
Chacón, ingeniero y militar, de 48 años, que ocupó varias carteras importantes durante los gobiernos de Hugo Chávez, al asumir el ministerio prometió que renunciaría si al cabo de 100 días no lograba solventar el problema eléctrico. A pesar de que el apagón nacional se adelantó tres días al plazo fijado por él mismo, este jueves declaró para asombro de muchos "haber cumplido la meta". No dimitirá.
Según el balance del ministro, en este período se ha logrado que el sistema eléctrico nacional genere 20.000 megavatios mientras que la demanda está en un promedio de 16.500 a 17.000 megavatios, al tiempo que han disminuido las interrupciones del servicio en 40%. Sin embargo, especialistas indican que el dato es similar al que ya han anunciado anteriores responsables del área eléctrica.
Chacón también se hace eco de la hipótesis del sabotaje esbozada por Maduro. Del apagón del martes, afirma que el desprendimiento de una malla protectora sobre una importante línea de alta tensión (la 765 en San Jerónimo - La Arenosa) ocasionó el fallo, una teoría que, en opinión del consultor internacional en asuntos eléctricos José Aguilar, es poco creíble.
"Allí hay ocho líneas, el sistema está diseñado para soportar un fallo en una de las líneas más grandes. Cuando ocurre esto, el usuario solo percibe que las luces titilan y después el sistema sigue trabajando normalmente. Es la razón por la que se cae la credibilidad de la tesis gubernamental, pues debe haber ocurrido otra situación. Es imposible que solo la caída de la malla fue lo que sucedió", declaró Aguilar al diario Tal Cual.
El técnico deduce que hubo una sobrecarga en la línea afectada para cubrir la demanda de estados donde con frecuencia hay apagones y racionamiento. "Ellos, violando los límites, colocaron al sistema eléctrico nacional en una posición inestable, es una irresponsabilidad'', declaró Aguilar a prensa local.
Una reflexión parecida la hizo Víctor Poleo, exdirector del Ministerio de Energía, a la emisora local Radio Caracas. "Hubo un fallo operativo de quienes operan el sistema y que recurrentemente han estado violando los límites de transmisión".
Las líneas de transmisión del sistema eléctrico, asegura Poleo, "no han tenido una expansión en estos 14 años".
Pero datos oficiales del ministerio de Energía Eléctrica indican que en 2012 se destinaron 1.300 millones de dólares a trabajos de mejoras y expansión en el área de transmisión, aunque el 64% del monto no se ejecutó. Varios proyectos presupuestados por 871 millones de dólares se han quedado sobre el papel.
Winston Cabas, director ejecutivo del Comité Eléctrico del Colegio de Ingenieros de Venezuela, señala la desinversión como la principal causa del deterioro del sistema eléctrico, aunque el Estado entre 2010 y 2012 inyectó entre 6.000 y 7.000 millones de dólares al año. Entre el 75% y el 85% de la partida presupuestaria ha sido para el área de generación, lo que incluye la adquisición de equipos hidroeléctricos, plantas térmicas y unidades de generación distribuida.
El padecimiento de la provincia
La adquisición de nuevo equipamiento no compensa, empero, las caídas tan brutales como la del martes y las plantas térmicas tampoco pueden funcionar permanentemente y a toda capacidad debido al flujo irregular de gas natural.
En el interior del país resienten la baja calidad del servicio con mucha más frecuencia y una buena dosis de paciencia.
Luisa Maracara es periodista y trabaja para una revista dominical en Caracas, pero su familia vive en Cagua, una pequeña localidad situada a 109 kilómetros al oeste de la capital, donde los apagones "no son nada extraordinario" y algunos días el servicio se interrumpe hasta por tres horas.
"Hace dos semanas el servicio falló durante tres noches seguidas. Los vecinos se cansaron y quemaron neumáticos en la sede de Corpoelec (el organismo responsable) en el centro de Cagua. Pero este último mes la peor parte se la llevó Ocumare de la Costa (población costera) que estuvo seis días continuos sin electricidad, al cabo de los cuales lograron reparar la falla. Al día siguiente ocurrió el apagón nacional", lamenta Maracara.
El ministro Chacón ha anunciado que extremarán la supervisión de las líneas de transmisión ahora que se prevé un aumento sustancial de la demanda con el regreso a clases y a la actividad regular. Mientras tanto, los organismos judiciales han iniciado, por petición del Gobierno, investigaciones para hallar y castigar a los presuntos "saboteadores". Mientras, las verdaderas causas del problema parecer seguir a oscuras.