El Politburó del Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh) introdujo en diciembre de 2012 una serie de normas de austeridad y decoro –"ocho puntos" contra la burocracia y el formalismo– con el fin de paliar la situación de corrupción endémica que afectaba a los miembros del cuerpo del Estado Chino. Esa medida, que el presidente Xi Jinping anunció que no diferenciaría entre “tigres” y “moscas”, contaba a finales de julio de este año con un total de 249.717 castigados por corrupción o incumplimiento de normas.
El país asiático, según una información de la revista Cátedra China, sancionaba antes del plan a unos 80.000 funcionarios cada año, una cifra que ha aumentado más del doble en 2013 –en el que el número de castigados llegó a 182.038, según un informe del partido- y se sitúa en 67.679 afectados hasta finales de julio de este año –lo que genera una previsión de más de 115.000 castigados al cierre de 2014-, según el periódico del partido People’s Daily.
Plan contra la burocracia
Aunque se trate de medidas para paliar la situación de corrupción instaurada en el cuerpo estatal, no todos los casos son de corrupción. Existen “ocho puntos” contra la burocracia y el formalismo, entre los que se incluyen: malversación de fondos, negligencia en el trabajo, realización de actos extravagantes, uso indiscreto de coches oficiales, recibir regalos o hablar con la prensa sin tener nada que decir, entre otras cuestiones.
Xi Jinping: "Fallar contra la corrupción conduciría a la destrucción del partido y del estado"
Pese a las medidas de decoro o buen hacer del partido, existe una corrupción en todas las capas de la sociedad que afecta al gigante asiático desde la reestructuración económica que supuso la apertura China a la economía capitalista y que aún hoy asola al Gobierno. Xi Jinping advirtió en su primera intervención ante el Politburó que fallar contra la corrupción “conduciría a la destrucción del partido y del estado”.
Los “tigres” y las “moscas”
“Cada funcionario del PCCh debe tener en mente que todas las manos sucias serán atrapadas”, dijo el presidente a principios del año en una reunión de la Comisión Central de Inspección de la Disciplina del PCCh, donde Xi prometió tolerancia cero con los sobornos. Así y con su declaración de intenciones contra los “tigres” –altos cargos- y “moscas” –funcionarios comunes- sin distinción, el presidente ha puesto en marcha uno de los planes más fuertes que ha visto China contra su corrupción. Durará, según expresó el encargado del partido en la lucha contra la corrupción, Wang Qishan, “al menos, 5 años".
Esta lucha contra todos los rangos, sin distinción, ha acabado con cerca de 30 miembros del partido de rango ministerial, según publica New York Times, como Wan Qingliang, jefe del partido en Cantón; Xu Caihou, exvicepresidente de la Comisión Militar Central; Li Dongsheng, exviceministro de Seguridad Pública; Jiang Jiemin, antiguo director del organismo supervisor de los activos estatales, y Wang Yongchun, exsubdirector general de la petrolera China National Petroleum Corp, entre otros.
Varios de estos "tigres" están relacionados con Zhou Yongkang, enemigo político de Xi y un caso muy sensible en el partido, que el pasado 29 de julio el PCCh comunicó a través de People's Daily que mantenía bajo investigación por "violaciones disciplinarias graves".
La investigación a Zhou ya había sido publicada por diversos medios internacionales, lo que suscitó la calificaciones de "purga política" entre los críticos al proceso anti-corrupción del presidente, que además, según publicaba El País hace algunos meses, ha reprimido a grupos activistas que han pedido que los dirigentes hagan públicos sus activos.
Xi Jinping y Wen Jiabao
Tanto el presidente como el anterior primer ministro, Wen Jiabao, habrían sido el medio por el cual todo su entorno se enriqueciera mientras las carreras de estos políticos se elevaban a las alturas. Los beneficios económicos del círculo de Xi Jinping fueron sacados a la luz por un reportaje de Bloomberg, que cifraba en 1.543 millones de euros en activos y 14,8 millones en un holding los beneficios de su círculo, aunque ninguno de los bienes estaba ligado a Xi ni a su familia directamente, ni había indicios de actuación por parte del dirigente.
A este ritmo de castigos, los funcionarios a final de 2014 superarían los 300.000 en dos años
Por su parte, Wen, que tenía fama de austero y de luchar contra la corrupción en el partido, fue rodeado por fuentes de beneficios, que llegaron a controlar algunos familiares. Según una investigación del NYT, los activos rondaban los 2.700 millones de dólares.
A este ritmo de castigos, que van desde la expulsión del partido a la pena de muerte, los funcionarios afectados a final de año superarían un total de 300.000 en dos años, unos datos escalofriantes respecto a la cantidad e inquietantes respecto a las causas, éstas, contra el despilfarro y el abuso, tan extendidas en otros países, que parecen no tener lugar para esconderse en la China de Xi Jinping.