Colgados de un árbol en Pfronten (Alemania)
En Waldseilgarten, al sur de Alemania, puedes practicar la acampada nada más y nada menos que en la rama de un árbol. Aunque lo parezca, no es un farol: en Pfronten, rodeados de lagos y montañas, han abierto un parque multiaventura donde podrás pasar las noche contando estrellas mientras balanceas la tienda que ellos te proporcionan como si estuvieras en una hamaca. Un puntazo.
En las espectaculares islas Cíes (España)
Si las conocéis, sabréis que hay pocos lugares con tanta magia como estas islas, donde se encuentra una playa que hace unos años The Guardian calificó como la mejor del mundo, la de Rodas. El lugar perfecto para conocer los misterios del Atlántico por un módico precio, además de un regalazo para los amantes de la naturaleza: el mosaico de ecosistemas que se dan en estas islas, donde hay más de 200 tipos de algas además de paisajes alucinantes, es una especie de paraíso para los que disfrutan al aire libre. Otra opción es acampar en las Ons, donde no hay camping pero sí se permite la acampada libre siempre que se solicite permiso bajo determinadas condiciones que os detallamos aquí.
Cerca de los castillos en ruinas de Swansea (Gales)
En la península de Gower se encuentra el camping Hillend, toda una prueba de que en Gales saben lo que se hacen cuando se trata de cuidar entornos únicos. Es un buen lugar para plantar la tienda de campaña y marcharse a conocer los 40 kilómetros de atractiva costa a lo largo de los que encontraréis granjas, castillos en ruinas y pueblecitos de los que parece que sólo existen en las películas con el verde de las montañas como telón de fondo.
El lago Unkervatnet (Noruega)
Si no lo conocéis aún, este lago es de los de apuntar en la lista de imprescindibles a visitar algún día. Se encuentra en el condado de Nordland y cuenta con dos zonas de acampada, una en el este y otra en el norte del lago. Desde allí podréis contemplar de noche la aurora boreal, iniciaros en la pesca, haceros un buen trekking... Uno de los lugares remotos más auténticos donde podréis acampar a vuestras anchas y sin complejos.
En la cinematográfica Cleadale de la Isla de Eigg, Islas Hébridas (Escocia)
Que J.R.R. Tolkien se inspirara en los paisajes de esta isla dice mucho a favor de ella, y efectivamente es de esos lugares que no defraudan. Menos aun cuando tienes la libertad de plantar tu “cama” en donde te dé la real gana dentro de la zona para campistas de esta apartada isla del Oeste de Escocia. Las imponentes montañas de Rum, unos acantilados de infarto y praderas interminables hacen de esta zona un lugar mágico del que te costará irte.
En el lago Myvatn (Islandia)
¿Os acordáis de los increíbles paisajes que aparecían en La vida secreta de Walter Mitty? Gran parte de ellos pertenecen a Islandia, esa indescriptible isla que pone los dientes largos a cualquiera. Pues ahí va un plan de los buenos: acampar a orillas de uno de sus famosos lagos, el Myvatn, donde han permitido la acampada. Allí podréis observar en vivo y en directo las numerosas formaciones volcánicas que se encuentran en la orilla de este lago, donde también veréis cráteres en medio de un paisaje bastante marciano que sólo por lo curioso merece la pena conocer.
En la isla de Zakhyntos (Grecia)
En los catálogos de islas griegas Zakhyntos suele ocupar la portada, y la razón es que se trata de una isla que cuenta con una playa alucinante contra la que resulta muy difícil competir: enclavada bajo un gran acantilado, con aguas turquesas y arena blanca, es de esas playas en las que se piensa, cuando los poco valientes vamos al dentista y nos piden que imaginemos algo relajante. Incluso aquí, en este entorno de ensueño, podréis plantar vuestra tienda de campaña y con lo que ahorréis de hotel daros algún capricho de los buenos.
En las montañas del pirineo (España)
El placer de dormir en plena montaña, rodeado de unas vistas de vértigo, es uno de los lujos que ofrece el pirineo aragonés, donde podéis encontrar más de una veintena de campings que merecen la pena. Otra buena opción es ir a vuestro aire y plantar la tienda de campaña en mitad de la nada, siendo los únicos inquilinos del valle. Es posible hacerlo siempre que sean acampadas itinerantes - un máximo de tres tiendas y nueve campistas, con una permanencia en el mismo lugar no superior a tres noches - o de alta montaña - por encima de 1500 metros siempre que disten como mínimo dos horas de marcha desde cualquier punto accesible al público en general por medio de vehículos a motor).