Muchos de los habitantes de Florac recuerdan aquel 1975 cuando algunos aficionados a la equitación en la zona decidieron retarse unos a otros. Era una prueba de resistencia donde los caballos deberían aguantar 100 millas o 160 kilómetros en un día. En la próxima edición, la gran cita va a ser en la primera semana de julio. La ocasión será perfecta, días largos, ese ambiente tan especial que tienen los pueblos de Francia en verano y cientos de caballos que van a optar por el gran reto.
En la actualidad, el evento se ha convertido también en un referente cultural. Un pequeño librito de Robert Louis Stevenson, Paseo con mi burro por Cavennes, se ha recuperado como uno de los recorridos míticos de la zona. Los mismos caminos que Stevenson recorrió en sus días de retiro en el Languedoc francés acompañado por una burra es ahora una de las rutas más apreciadas por los senderistas y los amantes a los grandes recorridos. La carrera no coincide totalmente con el recorrido del escritor pero es una buena excusa para una excursión. Una sofisticada cartografía y los más modernos “gps” son los sustitutos de aquellas viajas brújulas ayudaban a la orientación en las montañas.
Después de varias décadas, Florac se ha convertido en un punto de encuentro. Es la prueba donde el mundo se deja ver. Nombres como Simon, Demière, Saint, Bégaud, y el gran Gastón Mercier se dejan ver por la pradera de Ispagnac. Es la prueba. Unos sólo van a ver caballos, otros a comprar y la mayoría a disfrutar de un ambiente que recuerda las antiguas ferias medievales, pero con deportistas de élite. Nunca faltan las críticas, pero todo el mundo está de acuerdo en calificar los 160 kilómetros de Florac - Ispagnac como la carrera de resistencia en la que todo jinete debe de participar.
Desde primera hora
Aunque puede haber cambios de última hora. La salida suele darse a las 5 de la mañana y a pesar del madrugón ya son miles de aficionados los que se concentran en la pradera para animar en la primera etapa hasta Barre de Cévennes. Siempre es bonito ver ese extraño baile de lámparas de las linternas de los jinetes que iluminan el recorrido, por donde trotan los caballos a pesar de la poca visibilidad.
Uno de los puntos más atractivos del recorrido será la subida al Mont Aigoual, lugar mítico para los ciclistas y también para los jinetes. Si hace frio, por el frio, y si hay niebla por la poca visibilidad, que siempre es un riesgo añadido. Es en esas ocasiones cuando más se ve el estado de forma de los jinetes. Muchos de ellos recorren a pie los kilómetros más duros, para luego poder galopar por las llanuras de casi desérticas de Causse Méjean.
Además la prueba sirve para rendir homenaje a un caballo mítico, el gran Persik. Pocos caballos pueden presumir de tener su propia escultura en una de las carreteras de la zona y dar nombre a un territorio, conocido como “Persikland”. Persik fue un caballo árabe nacido en Tersk, Rusia, en la zona del Cáucaso, en 1969. Pero no fue hasta 1974 cuando comenzó su leyenda. Fue en ese año cuando Yves Richardier decidió que necesitaba un semental árabe. En 1975 Persik fue cruzado con varias yeguas locales, dando como resultado el nacimiento de 49 potros al año siguiente. Un año después, comenzaba el mito, con su primera victoria en las 100 millas de Florac. Por si fuera poco al año siguiente, en 1976, volvió a repetir triunfo. Por desgracia, Persik murió el 24 de agosto del año 2001, pero su leyenda todavía continúa. En la mayoría de los mejores criadores, como Jean Claude Boudon, la genética de este súper atleta se mantiene.
Son ya casi cuarenta años desde que comenzó este raid que se diseño en parte para promoción turística y en parte como reto entre los aficionados a la equitación de la zona: el Parque Nacional de Cérvennes, en Lozere, un lugar perfecto para andar, correr y pasear. Cualquier ejercicio es bueno para “atacar” posteriormente la gastronomía de la zona. Foie, quesos y embutidos con vinos de la zona. El mercado que se celebra en cada uno de esos pueblos es un festival gourmet.