Su ubicación en el distrito de Neukölln resulta algo singular. Hay mucho potencial en sus inmediaciones. Dispone de un canal al lado, un inmenso solar que sirve de parking, y no pocas dependencias y almacenes para empresas de una industria berlinesa que resiste al paso de los años. A simple vista, no hay mucho que visitar en esta zona del sureste de la capital alemana alejada de los atractivos turísticos evidentes del centro. La localización casi obliga a tomar el transporte público para ir a ver los monumentos clásicos de Berlín. La Puerta de Brandemburgo, por ejemplo, está a unos diez kilómetros del Estrel.
Tal vez por eso en este complejo hotelero, que lleva 21 años abierto y cuyo aspecto recuerda hasta cierto punto a un barco de crucero futurista, dispone de una considerable gama de servicios. En su interior se cuentan cinco restaurantes, tres bares, cafeterías, un gimnasio y una sauna. También hay espectáculos para amenizar las noches, valiendo la pena el de Stars in Concert, una cita musical protagonizada por dobles de estrellas como Elvis Presley que se ofrece de miércoles a domingo por 22 euros. En el influyente diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, el escritor Thomas Lindermann se ha referido al espectáculo como musicalmente “ampuloso” en virtud de la orquesta que acompaña a quienes encarnan a las míticas estrellas de la música popular.
Sus más de 25.000 metros cuadrados dan para albergar nada menos que 1.125 habitaciones y varias salas multifuncionales. En una de ellas tuvo lugar este año la mayor cena de sabbat que ha registrado el Libro Guinness de los Récords, durante los días de los Juegos Macabeos, un evento polideportivo reservado a atletas judíos que este año acogió Berlín. En dicha cena hubo 2.322 comensales, superando con creces el anterior registro, de 2.226 personas que se dieron cita en un conocido local del puerto de Tel Aviv que lleva por nombre Hangar 11. Para albergar cenas de semejante tamaño bien vale tener el medio millar de empleados que cuenta el Estrel, también dotado de un centro de conferencias con una capacidad de 6.000 personas.
El fundador del Estrel es Ekkehard Streletzki. De él puede decirse que es, ante todo, un emprendedor. La zona en la que está situada hoy el hotel más grande de Alemania puede resultar atípica para semejante infraestructura hotelera. Pero en 1994, cuando abrió sus puertas, el Estrel tenía peor entorno. Estaba al lado de un depósito de chatarra. El lujo del Hotel y la pobreza que había fuera de él está detrás del eslogan su la primera época: “Un cuatro estrellas por el precio de un dos estrellas”.
Streletzki, viendo en los años noventa que los precios de los hoteles variaban entre los 400 y los 600 marcos (200 y 300 euros actuales), no dudó en querer “construir un hotel en el que la habituación costase 100 marcos (unos 50 euros actuales)”, según ha contado el fundador del Estrel. Después de dos décadas en funcionamiento, los precios han subido. Las habitaciones más baratas cuestan entre 155 y 355 euros la noche, con el desayuno (20 euros) aparte. Para dormir una noche en la suite más cara hay que contar con unos 2.000 euros.
El tiempo está acabando con esa idea primigenia de ofrecer lujo a precio reducido. Neukölln es uno de esos barrios de Berlín donde la gentrificación avanza a pasos agigantados, en una transformación que implica que la tradicional población local cambie por un público más internacional, más globalizado y, sobre todo, capaz de pagar alquileres más altos. En 2020, hay proyectado un rascacielos en frente del Estrel para completar el recinto hotelero. Ekkehard Streletzki lo ha puesto en manos de la firma de arquitectos Barkow Leibinger. Éstos han concebido una torre de 175 metros de alto ya bautizada como Estrel Tower.
El alcalde de Neukölln, el socialdemócrta Heinz Buschkowsky, considera a Streletzki “lo mejor que le ha pasado” a su distrito, por haber demostrado ser un “volcán de creatividad” y haber hecho méritos para convertirse en un “ídolo” local. Lo cierto es que este otrora catalogado de outsider de la industria hotelera no siempre ejerció de líder como hace hoy. Cuando quiso levantar el Estrel, muchos rieron por esa idea de construir entre descampados. Pero hace ya tiempo que esa inversión está aportando frutos.