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Los filántropos y el medio ambiente

Será la mala conciencia o por un real y desinteresado deseo de hacer el bien a los demás y a los que nos seguirán, lo cierto es que muchas organizaciones, particulares y anónimos han dejado tras de sí un granito de arena – o un pedrusco – para sostenernos sobre la tierra.

En España, donde hasta hace dos días premiábamos a los cazadores de alimañas como el Oso Pardo o el Aguila Imperial, también tenemos nuestra listita de filántropos. Un ejemplo curioso es el Jardín Botánico de Cap Roig, en Calella de Palafrugell en plena Costa Brava.

Y es curioso no sólo por el hecho en sí, de dejar para el disfrute de todos este enclave natural, ni tampoco por el esfuerzo encomiable de recoger una muestra botánica sobresaliente en sus jardines primorosamente diseñados, con más de 1000 especies botánicas en 17 hectáreas robadas al pinar de la Costa Brava.

Ni siquiera que fueran una pareja moderna para principios del S.XIX, de un coronel ruso y una inglesa. Lo que más impacta es el enclave espectacular de Cap Roig donde está el jardín botánico. Hay que ver qué bien se lo montó la parejita. ¡Vaya casoplón! ¡Qué vistas espectaculares de las islas Formigues! ¡Qué suerte que hemos heredado!

Enclavado en un bosque de Pino de halepo y alcornoque de 400 ha, dentro de la red Natura 2000, al borde del mar, está nuestro patrimonio heredado, que gestiona desde los años 70 la Obra Social de la Caixa.

Los Jardines de Cap Roig, plantean el recorrido por un cómodo paseo, donde se va sucediendo la temática botánica. Un paseo que merece la pena recorrer tranquilamente para saborear la colección y asimilar la increíble variedad botánica que una pareja, en los años 1970, nos regaló.

Uno esos paraísos naturales, que resisten como pueden al ladrillazo en la castigada costa mediterránea.

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