¿El reflejo? El skyline de Doha, la capital, cambia tan deprisa que las fotos son tan efímeras como un vaso de agua en el desierto.
Aun siendo un país de férrea tradición islamista, el Qatar monárquico ha sabido abrazar el progreso y la modernización convirtiéndose en un destino de vanguardia para turistas de alto poder adquisitivo. Si se puede, a Qatar se viaja en clave de lujo y sibaritismo, no hay más opción. Donde hace tres décadas sólo existían jaimas y camellos, hoy han ido erigiéndose los hoteles de cinco estrellas que compiten entre si por tener un edificio más espectacular que los del resto. St. Regis, la Cigale o Al Mirqab son los rivales de los Ritz Carlton o el Hilton, y cada año surgen nuevos competidores.
La península Qatarí es en general una planicie árida cubierta de arena. Al sureste del país, el lago Khor Al-Adaid o mar interior, rodeado de dunas movedizas, rompe la monotonía desértica, y en su orilla los atardeceres son un espectáculo difícilmente olvidable. Playas casi vacías son perfectas para carreras de vehículos 4x4 y carreras de caballos de resistencia de las yeguadas Al-Shaqab y Al- Shahania, compiten entre ellas con el pique propio de los miembros de la misma familia.
Para quien decide huir por un día de la suntuosidad y la comodidad, a 60 km de Doha, la capital, se puede visitar Zubarah, que en árabe significa “piedras unas encima de otras”. Zubarah debe agradecer su presencia en el mapa de Qatar a Shaikh Mohammed Bin Khalifa , quien se construyó allí una fortaleza para, en el año 1762, trasladarse a vivir con su familia.
Allí, se puede visitar el Al’Zubarah Regional Museum, una antigua fortaleza o ver restos arqueológicos y pueblos de pescadores casi olvidados. Junto a estos restos históricos, las grandes fortunas del país compran las obras que salen en subasta de Cezanne, Picasso o Matisse, porque el dinero del petro-gas lo puede comprar casi todo.
El dineral de Qatar abre las puertas a la ostentación y exceso. Así se entiende mejor como en sus grandes centros comercialesel aire acondicionado sea tan potente que se pueda pasar frío. Puestos a recomendar alguno siempre vale la pena pasar un rato en el City Center Mall, uno de los más grandes de Oriente Medio. En todos estos centros comerciales se alternan carísimos establecimientos de lujosas marcas internacionales con tiendas de alfombras persas y muebles árabes. Mango o Zara compiten con las mejores tiendas de joyería y lencería del mundo. Aquí casi todo lo puede comprar el dinero, incluso un Mundial de Fútbol.