Estamos en una instalación marcada por la amplitud. Es fácil tener una generosa sensación de libertad, en el más amplio sentido de la palabra. Por suerte, es de las pocas estaciones de esquí en España que no conoce largas colas de personas a la espera de que llegue su turno para subir al telesilla. Esa es una de las razones de que sea la opción escogida mayoritariamente por familias y por los que huyen de las aglomeraciones.
Es la estación perfecta para iniciarse en el esquí de fondo.
Técnicamente, también encontramos una gran variedad. Con una cota mínima de 1.650 metros y máxima de 2.125, vamos a disponer de 23 pistas distribuidas por todo el valle de Alto Campoo hay opciones para todos los gustos: los principiantes cuentan con cuatro pistas verdes donde comenzar a engancharse a los deportes blancos para después de unos días dar el salto y seguir avanzando lanzándose por alguna de las 9 pistas azules. Para el resto, 10 pistas rojas con diferentes niveles de dificultad.
Para muchos es la estación perfecta para iniciarse en el esquí de fondo, una modalidad perfecta para comenzar a descubrir los deportes alpinos, menos agresiva para las personas de una cierta edad y que es el complemento perfecto para otros deportes de resistencia como el running o el triatlón… Su circuito de casi cinco kilómetros es perfecto para esa actividad. En total, casi 28 kilómetros esquiables, a los que se accede a través de cuatro telesillas y ocho telesquís. Los precios de los forfaits para una jornada completa son de 30 euros para los adultos y 19 para los niños, aunque se van rebajando si se adquieren para dos o más días consecutivos.
Turismo con o sin nieve
Los recursos turísticos de la zona parecen haber rejuvenecido. Esta estación, también conocida como Brañavieja, es popular entre los esquiadores que además de practicar deporte siguen disfrutando del ocio cunado estación cierra sus puertas. Por un lado está toda la oferta de naturaleza, con las opciones en los alrededores de la comarca Campoo Los Valles, que van desde la propia reserva del Saja, famosa por su rica fauna -en los Puertos de Sejos todavía quedan osos pardos y por la zona aún se pueden observar algunos ejemplares del urogallo- hasta la misma Hermandad de Campoo de Suso, a la que pertenece esta estación, donde hay vestigios de calzada romana, o la recreación de un castro cántabro. Los aficionados a la arquitectura se ven casi obligados a una visita a las iglesias románicas en Fontibre y Villacantid o el castillo de Argüeso, uno de los más espectaculares de Cantabria. Una opción más cómoda es un corto paseo por el ecomuseo forestal de Pesquera, un parque con numerosas especies de árboles.
Caza mayor, cocido, truchas del Ebro, torreznos, rosquillas… la gastronomía aquí es otra cosa.
Los que necesitan una núcleo urbano cerca, sólo tienen que desplazarse hasta Reinosa que está a 26 kilómetros, donde merece la pena dedicar un tiempo a la iglesia de San Sebastián, una de las mejores obras barrocas de Cantabria. Incluso podemos llegar hasta San Cipriano, que dicen fue el corazón de un monasterio medieval
La gastronomía es otra cosa. Aquí no se andan con tonterías: reponer fuerzas no supone mucho problema gracias a la cocina campurriana. La zona ofrece excelentes guisos de caza, que el bosque es generosos en caza mayor. Los platos de corzo, jabalí o venado compiten con los famosos chuletones de ternera campurriana que sirven en los mejores restaurantes de Cantabria. Entre los platos de cuchara, el más típico es el cocido en su versión local, un guiso de alubias y berza acompañado de los productos de la matanza. ¿Algo más? También forman parte de las especialidades de la zona las truchas del Ebro, los torreznos y un variado listado de setas cocinadas de múltiples formas. Si aún queda hueco para el postre, cuentan que las rosquillas del Ebro, los Sobaos y una cuajadas caseras, de verdad… Así también se puede hacer deporte.