Es el caso (o no) de Better Call Saul, la secuela de Breaking Bad protagonizada por el chapucero abogado de Walter, Jesse y compañía: Saul Goodman. Es difícil recordar el primer episodio de Breaking Bad, emitido el 20 de enro de 2008. En él, un profesor de química de instituto es diagnosticado con cáncer de pulmón. A partir de ahí, el apoteósis. Pensando qué podría hacer para dejarle todo el dinero del mundo a su familia y que no les faltara de nada, Walter White idea empezar a fabricar metaanfetamina. En compañía de un antiguo alumno, Jesse Pinkman, se busca las maneras, más o menos ortodoxas, de crear un cártel de la droga en Albuquerque, Nuevo México. Un resumen rápido sería el siguiente: Walter y Jesse logran fabricar la meta más pura del mercado, muere gente y ellos se hacen ricos. Un resumen que no hace justicia con una de las mejores series de la historia, pero necesario para no spoilear a quienes no la han visto.
Entre medias de todo eso hay numerosos personajes dignos de precuelas y secuelas: Gus Fring, Hank Shrader, Mike Ermakaut o el propio Jesse Pinkman. Pero no, los responsables del proyecto decidieron que el personaje que mejor recordaría el espíritu Breaking Bad es Saul Goodman o como se le conoce ahora, James McGill. Este abogado aparece en la segunda temporada para solucionar los problemas legales y dinerarios de los protagonistas. Es el encargado de hacer funcionar el negocio de la meta entre sus dos creadores y crear una red que impida a la DEA dar con ellos.
Ése sería un resumen poco favorecedor, como hemos dicho, de una serie que lo ha ganado todo (en cuanto a premios) y que ha enganchado a millones y millones de seguidores a lo ancho y largo del mundo. La intrahistoria de la serie, de sus personajes, es mucho más compleja y delicada de lo que pueda caber en este artículo. Así que vamos a lo importante: ¿y si yo no he visto Breaking Bad, me voy a enterar de lo que pasa en Better Call Saul?
La respuesta es un rotundo sí. Cualquiera que se enfrente a la nueva serie de AMC dirigida por Vince Gilligan y Peter Gould disfrutará como nunca de una creación inteligente, de unos planos bellísimos y de un guión que engancha sobremanera.
Con Better Call Saul nos trasladamos al año 2002, cuando Saul Goodman (Bob Odenkirk, Fargo) se hace llamar Jimmy McGill. Es entonces cuando comienza a crear su red de contactos para, casi seis años después, cruzarse con Walter White y convertirse en el abogado para todo de Heisenberg, corrupto y delincuente secundario de Breaking Bad.
Tal y como destaca el protagonista, Bob Odenkirk, "Better Call Saul es ante todo una serie, no el nombre de un personaje. La ropa que viste Saul y la que vestía en Breaking Bad, su oficina, su forma de pensar... todo fue creado de una forma muy consciente. Ahora conoceremos quién es realmente".
Pero si usted lector no ha visto Breaking Bad, no se preocupe. Le da exactamente igual lo que haya hecho este tipo después. Lo que importa es el ahora y lo que cuenta la serie en sus tres primeros capítulos es droga de la buena. Lo que empezó como una broma en el set de rodaje de Breaking Bad ha acabado con un producto que mantiene un nivel narrativo impecable y suspende al espectador en un vilo incesante, sobre todo en el segundo episodio. Los planos impolutos, los diálogos intermitentes y la atmósfera que han creado, hacen de Better Call Saul una de las mejores apuestas a las que engancharse. Y eso que el personaje, a priori, era el menos carismático para conseguir este adjetivo.
¿dónde puedo verla?
Movistar Series se ha hecho con los derechos para emitir en España la primera temporada de Better Call Saul. Lo hace cada martes, sólo un día después de su estreno en Estados Unidos.